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La princesa se cubrió con fuerza bajo las mantas de la cama en donde solía dormir cada día

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La princesa se cubrió con fuerza bajo las mantas de la cama en donde solía dormir cada día. Suspiró antes de seguir durmiendo o esa era su intención.

Era uno de estos días en donde el frío afuera era demasiado para que la mayoría de los pueblerinos desearían quedarse en casa, los tejados de las casas y la gran mayoría de los arboles y flores estaban vestidos blanco, producto del hielo que el clima tan frío provocó.

El balcón de su habitación se abrió de golpe, haciendo un estruendo, y el frío del exterior le golpeo.

— Levántate — Una voz ajena a todas las que conocía se hizo presente en el espacio.

Tan rápido como pudo levantó su cuerpo de las sábanas para encarar al responsable de tal acto.

Se sorprendió.

Un chico joven le apuntaba con una espada del ejército, sus ojos verdes le miraban con recelo y rencor,  mientras una capucha negra cubría su cabeza por donde podía distinguir unos mechones rojos cayendo por su frente.

— ¿Que quieres? Supongo que sabes lo que estás haciendo — Amenazó levantándose de la cama sin pisca de miedo.

Él estaba atentando contra la vida de la princesa del reino Aqua, sin duda sabe las consecuencias de esto, las cuales no serán pequeñas.

— No te muevas — Soltó firme mientras sus labios se mantenían planos. Pero en sus palabras ella volvió a comprobar el miedo, las manos del chico frente a ella temblaban y no era capaz de decir algo sin titubear horriblemente, pese a que intentaba con todas sus fuerzas parecer decidido, ella lo notó, notó su desesperación.

Reducio el espacio entre ella y la espada, con la punta de esta dirigida directamente a su cuello, el chico de cabello rojizo le lanzó unos papeles.

— Tienes que firmar — Exigió cuando ella los tuvo en sus manos y comenzó a analizarlo.

— Vaya, Príncipe Oscar del reino de Bronce, en realidad no tenía conocimiento acerca de tal reinado. — Mintió para ver como el apretaba sus dientes con enfado.

El reino de Bronce, era un pequeño archipiélago producido tras la unión de dos pueblos grandes, no tenía nada más impresionante que su paisaje y los pocos minerales que poseía. Aunque eran muy valiosos la explotación sin medidas los habría dejado en la quiebra.

— Con que tú eres quien me ofreció el contrato de matrimonio, ¿Ahora te presentas frente a la princesa de un gran territorio a amenazar? Espero que sepas que cuando mis superiores se enteren de esto tu territorio puede ser destruido, incluso conquistado. — Amenazó y fue él quien soltó un alarido de sorpresa.

— ¡Firma ya! — Gritó, Miku volvió a darle una ojeada a los papeles, si firmaba tan simple como eso ellos estarían en unidos matrimonio y él tendría acceso, como rey, a todo el reino aqua.

No cuentes con mi amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora