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Miku leía un libro en su habitación, sentada en la cama con la luz del sol iluminando el lugar y una suave brisa fresca entraba por la ventana.

Hace mucho que no sentía tal tranquilidad.

Sin embargo se detuvo todo el panorama cuando luego de un rato el toqueteo de la puerta le distrajo. Alguien que golpeaba la puerta como un pequeño concierto musical, solo podría tratarse de una persona.

— Kaito... ¿Deseas algo? — Preguntó luego de ver al chico sonriendo como un niño frente a ella, con ambas manos tras la espalda mientras que en su hombro derecho descansaba el pequeño pajarillo.

Él mostró sus dientes blancos antes de mostrar sus manos — ¡Tarán! — Gritó con entusiasmo mostrando una pequeña cajita redonda de un color rosa fuerte y una linda cinta negra, uno de sus patrones favoritos sin duda — Feliz aniversario de: una semana — Dijo entusiasmado mientras la princesa sonrió con ironía.

Tomando el regalo le permitió pasar antes de abrirlo — Eres bastante tierno pero no es necesario, solo ha pasado una semana y todo sigue igual, no necesito que — Se detuvo al ver un bonito trozo de tarta de fresa, su favorito  — Okey, olvídalo puedes consentirme todo lo que quieras — Exclamó mientras sacaba el pastel para probar cuando antes.

Kaito soltó una carcajada, tal vez tener un novio no era algo tan malo... En especial uno como él.

Había pasado una semana desde aquella fiesta en donde ella habría aceptado ser novia del príncipe. Una semana loca sobre todo los primeros días, todo entre ellos seguía siendo de la misma forma sin embargo quienes lo hicieron más difícil fueron los hermanos rubios.

Miku recuerda el caos que se hizo cuando apenas a la mañana siguiente habría encontrado a Kaito y Rin sacándose la lengua unos a otros como dos niños a los que debía educar.

Cuando estuvieron solas en la habitación, Rin preguntó una y otra vez si aquello era cierto. — ¿Eres novia de Kaito por decisión propia? ¿Es una clase de plan o te golpearte la cabeza.

A lo que ella habría respondido con un frío —  No tengo que contarte absolutamente todo Rin.

Y la rubia se puso a llorar como alma que lleva el diablo.

— Rin yo... Solo acepte porque Kaito me gusta, bien... No puedo más con todo esto y decidí aprovechar todo el tiempo que pueda hasta el aniversario del reino en donde no habrá compromiso.

Tras esa respuesta la rubia se hecho a la cama y gritó con el rostro puesto en una almohada para no hacer ruido.

Era desesperante.

— ¿Tienes tiempo hoy? — Preguntó el peli azul acercándose hasta depositar su cabeza sobre las rodillas de la peli aqua, cosa que hizo con el mayor cuidado y esmero posible, pues había una enorme y casi segura probabilidad que ella lo tirará abajo de la cama.

No cuentes con mi amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora