Hilos De Amor

Capítulo 1

Estaba en una especie de jardín, rodeada de árboles muy bien cuidados, a lo lejos veía unas luces, provenientes de una mansión. Escuchaba el ruido de agua correr, venia de una pileta que estaba tras unos arbustos a mi espalda en dirección a la mansión. Seguí alejándome, hasta que el crujido de unas hojas secas me alerto que no estaba sola, me voltee, mi corazón latía fuerte contra mi pecho, mi largo vestido que parecía ser de la época victoriana, rozo el pasto a mis pies, no pude ver nada, pero un frio escalofrío recorrió mi espalda, sentía que alguien me observaba. Por seguridad, decidí volver a la mansión, sentía a ese alguien cada vez más cerca de mí, me puse a correr, y sus pasos resonaron tras de mí, acercándose, alcanzándome. Desperté sobresaltada, la cama estaba deshecha, me encontraba sudando. Otra vez uno de esos extraños sueños. Me levanté y camine hasta el baño y lave mi cara, observé mi reflejo en el espejo, bajo mis ojos de color verde claro, habían pequeñas ojeras, mi cabello de color castaño claro, estaba completamente despeinado, las ondas que normalmente tardaba en arreglar, se encontraban completamente revueltas y enredadas por todo el largo de mi pelo hasta un poco antes de mi cintura.

Los tenía, desde que empezaron las clases en la Universidad Mysore, era nueva allí, está ya era la segunda noche. Había llegado a Santiago una semana y media atrás. Venia de un pueblito ubicado al sur llamado Rayen. Me fui de casa, porque ya no soportaba más, necesitaba urgentemente un nuevo comienzo, y en cierto modo siempre había querido marcharme de allí, quería surgir en algún otro lugar. De todas formas esa no había sido la razón fundamental para marcharme, fue algo un poco más oscuro, algo de lo que me sentía culpable y que me dolía recordar.

Fue una noche de verano, se había organizado una fiesta durante las vacaciones, en una parcela cerca de las afueras del pueblo. Habíamos bebido bastante, y bueno la verdad es que nadie recuerda nada de lo ocurrido, es casi como si nos hubiesen borrado la memoria de esa noche. Solo que al otro día, apareció muerta Litza, las autoridades dijeron que debió ser un accidente, después de todo había bebido, y debió tropezar, y al caer golpearse la cabeza. Pero había algo en esa explicación que estaba mal, que nunca logro convencerme, como el hecho de que Litza tenía una marca de herida en la cabeza pero en la parte posterior, y tampoco podía dejar de sentirme

culpable, después de todo jamás me lleve bien con ella, éramos algo así como enemigas declaradas, y en más de alguna ocasión superadas por la rabia cuando discutíamos, nos habíamos deseado mal. Pero jamás algo así, ni siquiera a ella, que no me agradaba le hubiera deseado morir de esa forma. Aun así, había algo más que me causaba extrañeza, lo último que recordaba de aquella trágica noche, era hasta el momento en que un tipo se unió a la fiesta, alguien a quien nadie conocía, y que por algún motivo ni siquiera podía recordar bien sus facciones. Y que al preguntar a los presentes en la fiesta, a todos les costaba recordar y cuando lo hacían, al igual que yo no podían describirlo. Por lo que cuando, hicimos declaraciones, todos pensaron que lo inventamos. Fue algo realmente frustrante, ya que sabía que él era real.

Tras pasar dos semanas sintiéndome horrible, hable con mis padres y les explique que quería largarme de allí. En un principio discutimos, y se negaban a dejarme ir. Pero tras ver que era algo que realmente necesitaba y quería, accedieron a dejarme ir, con la condición de que los visitara en las vacaciones.

En ese momento supe que mi vida cambiaría. Recuerdo que esa misma noche llame a Aylen, mi mejor amiga, nos conocíamos desde que éramos pequeñas. Ella era de estatura media, y tenía los ojos color avellana, y el cabello de un tono castaño-rojizo, como si quisiera ser pelirroja, y le conté. Tras un rato conversando, se decidió a acompañarme. Tardo un par de días en convencer a su familia, pero finalmente lo consiguió.