Epílogo

6 0 0
                                    

Deambule un poco por el parque, y subí al puente. Me detuve en la cima observando el río correr, no sabía si llorar o reír, me sentía conmocionada, completamente llena de emociones. Me quede observando a las personas pasar, como actuaban y pensando en cómo estarían si fueran yo, me ayudaba a calmar mis pensamientos.
Volví a mi departamento, cuando ya había oscurecido totalmente, las luces estaban encendidas, a pesar de que ya era bastante tarde. Benjamín tenía a Aylen abrazada, y estaban viendo una película juntos. Casi no me notaron entrar, hasta que cerré la puerta de la entrada.
— ¡Llegaste! ―exclamo Aylen. Y luego mirando a Benjamín se sonrojo. Me reí, mis emociones estaban al borde.
―Se ven muy bien juntos. ¿Cuándo pensaban decírmelo? ―pregunte fingiendo estar dolida. Ambos rieron y me acerque a ellos, y me deje caer en un sillón.
— ¿y nos contaras que ocurrió? ―pregunto Aylen. Les entregue el libro.

— ¿Qué es? ―pregunto Benjamín

―Ese es el libro causante de gran parte de mis problemas, el otro está escrito en la primera página ―dije frustrada.
— ¡Casia! ―exclamo Aylen al leer el nombre. ―pero ¿Cómo?

―Es la madre de Sebastián, por ella él cree que debe estar conmigo y todo esa estupidez. Ella le dio el libro para que me hechizara.
— ¿y los pudiste romper? ―asentí, débilmente, no sabía si mis palabras le harían realmente efecto a Sebastián. Esperaba que sí.
— ¿han sabido algo de Adrián? ―pregunte. Cruzaron un par de miradas, y negaron. Suspire. Deseaba retroceder el tiempo, y responder en seguida que sí, que lo quería. Y no quedarme en silencio, asimilando sus palabras y sonriendo para mí misma.

―Me iré a dormir, estoy realmente agotada ―dije levantándome y caminando a mi habitación. ―Por cierto, felicidades, hacen una bella pareja. Me alegro muchísimo por ustedes. ―dije sonriéndoles antes de cerrar la puerta.
Mire el teléfono esperando encontrar una llamada perdida de Adrián, pero no había nada. Guarde las páginas en una parte, y el libro en otra. Y me acosté.
Esa noche volví a soñar con Adrián, como lo hacía antes. Y al despertar en la mañana, supe que debía encontrar la forma de hablar con él. Pase el día con Aylen y Benjamín. No había sabido nada de Adrián, ya comenzaba a perder las esperanzas. Estaba atardeciendo, así que les dije que estaría en la azotea.
Observaba el crepúsculo, centrándome en como el arrebol de las nubes se reflejaba en la nieve de la cordillera, a lo lejos. Las hojas de los arboles caían danzando con el viento, coloreadas de distintos tonos de amarillo, naranjo y morado en las orillas.
Suspire, la viste era realmente hermosa. Escuche unos pasos a mi espalda.

―Hola ―dijo Adrián situándose a mi lado.

―Hola ―respondí, sin saber bien que decir. ―Adrián yo lo siento, no quise decir eso. Yo…―se inclinó y me beso. Cuando se alejó, su mirada era cálida. ―Te quiero ―dije con un hilo de voz. Sentí que mis ojos se ponían llorosos, estaba a punto de llorar.
―y yo a ti, te quiero, te quiero, no llores por favor. ―dijo abrazándome con un solo brazo. ― ¿recuerdas que había algo que quería decirte? ―Asentí contra su pecho.
―Ese día que nos encontramos en la universidad y me despedí de ti, y quedamos de juntarnos luego en el casino. ¿Te acuerdas que cuando te di el beso en la mejilla, algo extraño paso? ―Volví a asentir.
―Bueno, te recordé, al principio fue como un montón de imágenes sin sentido, y desde ese día cada vez que dormía, podía comprender mejor esas imágenes, hasta que logre conectarlas todas y el muro que sentía se desvaneció.
— ¿y por qué nunca me lo dijiste? ―pregunte frunciendo el ceño y alejándome un poco para verlo.

―Porque estaba celoso, siempre te veía con ese idiota. Y tampoco encontraba las palabras para decirlo.
— ¿Quién era esa chica? ―pregunte, y apenas hice la pregunta me arrepentí. Pero Adrián solo sonrió.
―Es Sofía, es mi prima. No ocurre nada entre nosotros. Sólo tengo ojos para ti―dijo dándome otro besito. Me sentí un poco avergonzada.
―Pensé que…no lo sé, que tenías algo con ella

―Lo sé, y estaba celoso, por eso no quise aclararlo ese día. Y no sabes cuánto me arrepiento de ello, desde ese día que deseaba volver el tiempo atrás y jamás decir las cosas que dije. Nunca podría estar mejor sin ti. ―Lance mis brazos alrededor de su cuello y lo bese. Un par de lágrimas corrieron por mis mejillas.
El me sostuvo, y luego cuando nos alejamos, seco mis lágrimas.

— ¿Por qué lloras? ―pregunto preocupado.

―De felicidad, no sabes cuánto te quiero ―respondí dándole otro beso.

―Mira, las traje para ti ―dijo, y saco el brazo que había mantenido en su espalda, todo el tiempo. Y me entrego un ramo de rosas rojas.
Las recibí y tome el olor.

―Están hermosas, me encantan. ¡Gracias! ―dije emocionada.

―Tengo una sola pregunta ―dijo Adrián poniéndose serio de pronto.

— ¿Cuál?

— ¿Me darías una oportunidad? ―preguntó. Lo mire confundida. ―Para hacerte feliz. ¿Quieres ser mi novia Aria? ―explicó.
―Por supuesto que si ―dije abrazándolo.

―Sabes con este tiempo que estuvimos separados comprendí mejor lo que era estar enamorado. Pensar cada día en ti, a cada momento, despertar contigo en mi mente, y dormir soñándote en mis brazos. Ya no tenía apetito, y no quería hacer nada, te

extrañaba, te deseaba, y no podía evitar preocuparme por ti a cada instante, deseando que estuvieras bien, que nada malo te ocurriera. Fue con eso que me di cuenta que realmente te quería, que me había enamorado de ti, desde el primer día, cuando te conocí en esa ayudantía, desde entonces no he logrado dejar de pensar en ti. Te quiero
―dijo Adrián, sus ojos eran un mar en el que me quería perder.
―Yo también te quiero Adrián, no lo dudes ni por un segundo ―respondí, y lo bese dejándome llevar por mis emociones, dejando que todo el anhelo y deseo que había sentido por él, los pasados días me llenara, abrazándolo, aferrándome a él con todo mi ser. Lo besé con pasión, y él me respondió el beso de la misma forma, abrazándome, acercándome a él, me apoyo contra el borde de la azotea, acariciándome, demostrándome cuanto nos habíamos extrañado.
Nos quedamos ahí por un rato, observando como lo que quedaba de sol se escondía, y como las estrellas comenzaban a aparecer. Bajamos cuando nos dio frío.
―Sabes, me siento tonta ―le dije, mientras estábamos abrazados en el sofá.

— ¿Por qué?

―Por confiar en Casia

―No podías saberlo, y ya paso. Estoy contigo Aria, no importa lo que pase, siempre estaremos juntos.


Un par de meses más tarde
El día estaba cubierto de grises nubes, me levante con ánimo. Ya era finales de semestre, llevaba un par de meses con Adrián. Había quedado de juntarme con él, antes de ir a la última clase. Pronto tendríamos todo el tiempo libre, para pasarlo juntos. No nos habíamos visto tanto como quisiera las últimas semanas, ya que era el último periodo de exámenes antes de las vacaciones de invierno, y ambos debíamos estudiar para rendir bien. Pero a pesar de todo, nos arreglábamos para vernos, a veces Adrián llevaba sus libros a mi casa, y estudiábamos ahí, y casi siempre lograba convencerlo de que se quedara, para que no se fuera tarde, además el clima me ayudaba como argumento. Esos eran los días más felices para mí, cuando nos

acostábamos juntos, y yo podía dormir apoyada en su pecho, y él me decía buenas noches al oído. Adoraba despertar en sus brazos, verlo dormir, o simplemente pasar el tiempo así con él. En otras ocasiones, yo iba a su departamento, y cada vez que iba me quedaba allí, ya que Adrián no me dejaba marchar, preocupado de que me pudiera pasar algo de camino a casa, por lo que siempre aceptaba su invitación a quedarme con una sonrisa, el me cedía su habitación y se iba a dormir al sofá, pero casi siempre le pedía que fuera a dormir conmigo. Aun me sorprendía, que cada vez que dormía con él, realmente descansaba más.
Me asome por la ventana, el cemento estaba completamente mojado, había posas de agua por todos lados, la lluvia caía incansablemente. No había visto a Sebastián desde aquel día en el parque, cuando me quede con el libro de hechizos. Todo había estado tranquilo desde entonces.
―Hola Aylen, Benjamín ―los salude, así como Adrián solía quedarse en el apartamento, también se quedaba a veces Benjamín.
―Hola Aria ―saludo Benjamín ― ¿y Adrián?

―Se supone que debería pasarse por aquí, debe estar por llegar ―respondí con una sonrisa al pensar en él.
Nos sentamos a desayunar, y al poco sonó el timbre. Y Adrián subió.

―Hola amor ―me saludo dándome un beso.

―Hola mi vida ―respondí, dándole muchos besitos. Saludo a los chicos. Y se sentó junto a mí a desayunar.
— ¿Qué tal estuvo el examen? ―pregunte.

―Bien, todo aprobado. Oficialmente estoy de vacaciones ¿y tú?

―Felicidades. Debo ir a buscar mi nota y soy libre ―respondí con una sonrisa.

— ¿Preparada para el fin de semana? ―me pregunto intentando parecer serio. Pero en las comisuras de sus labios se asomaba una sonrisa.

―Eso creo ―respondí. Aún estaba nerviosa con la idea, ya que aunque había charlado un par de veces con su mamá, cuando lo llamaba. No los conocía, y no sabía si me aceptarían o no.
— ¿preparada para qué? ―pregunto Benjamín.

―Para que vaya a conocer a mis padres. Mi mamá la invito a almorzar
―respondió con una sonrisa.

―Recuerda que la próxima semana viajaré a Rayen a ver a mis padres. ¿Me acompañaras? ― Adrián fingió tragar saliva, y Benjamín se largó a reír.
―Por supuesto que si amor ―dijo dándome un besito en la frente.

Adrián me acompaño a Mysore, a buscar la nota de mi examen, fui a la sala a buscar la nota, y él se quedó atrás con los chicos en la entrada. Había caminado un poco, cuando lo vi. A unos pasos más adelante estaba Sebastián. Hice una mueca.
— ¡Aria! ―me llamo. Fingí no escucharlo y seguí caminando.

―Espera por favor ―dijo dándome alcance.

— ¿Qué quieres?

―Saludarte, saber cómo estas. ¿Qué tal la cosas con ese idiota?

―Geniales, no podrían ser más maravillosas. No te atrevas a arruinarlo. ―dije con tono amenazador. Puso cara de dolido.
―En realidad, quería hablar sobre eso ―dijo

―Hey, aléjate de ella ―era la voz de Adrián, venia corriendo hacia nosotros. Y cuando nos alcanzó, paso protectoramente un brazo alrededor mío.
―Tranquilo, solo quería charlar. ¿Puedes escucharme? ―pregunto mirándome. Suspire, sabiendo que sería mejor terminar con todo enseguida.
―te escucho ―dije un poco exasperada.

―Preferiría hablar contigo a solas ―dijo ignorando a Adrián. Negué con la cabeza.

―Luego de todas formas le contaré todo, no tengo secretos con él. Si quieres que te escuche, habla ahora.
―Está bien, es sobre Casia. Digamos que mi mama no está muy contenta con que aún estés con él. Algo sobre que otra vez has humillado a la familia y algo así. El punto es que no se si quiero seguir dando una pelea que está perdida, estoy con Maya en estos momentos y con eso me basta, estoy feliz.
―Bueno me alegro por ti, que al fin hagas algo bueno. Y que hayas tomado mi consejo ―respondí, sin entender bien a donde iba la conversación.
―El punto es que quería advertirte, ten cuidado. Bueno, en realidad es para los dos, tengan cuidado, Casia no se rendirá. Digamos que mi mamá es muy obstinada.
Supongo que después de hacerte tanto daño, estoy intentando repararlo. ―dijo encogiéndose de hombros y se fue.
Mire a Adrián, él estaba tan estupefacto como yo.

―pero ¿y qué ocurre si Casia convence a Sebastián de intentar hacer algo más? ―pregunte, de pronto preocupada.
―Lo veremos en el momento. Y lo solucionaremos juntos ―dijo, moviéndose para darme un beso. Esa corriente eléctrica a la que me había acostumbrado y añoraba cuando él no estaba conmigo, recorrió todo mi ser, haciéndome sentir cálida, completa y feliz. Sabía que tenía razón, porque no importaba lo que ocurriera, si nos amábamos.
―Tienes razón, te quiero Adrián ―dije dándole un beso. ―Aunque aun así me preocupa lo que pueda ocurrir, ya sabes, que las cosas se repitan, antiguamente no término nada bien.
―Sabes que mientras ninguno de los dos corte el hilo de amor que nos une, no importa lo que pase, siempre encontraremos el camino para reunirnos, no importa que tan alejados estemos, o cuantos obstáculos nos pongan en medio, siempre los pasaremos ―Dijo Adrián con una sonrisa, sus ojos serios, infundiéndome valor y amor ― Y si no es en esta vida, ya sabes que será en la próxima ―agrego guiñándome un ojo, con una sonrisa traviesa. Y me abrazo.

Fin.

Hilos De AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora