Capítulo 4

36 2 0
                                    

Hojas caían con el viento, era otoño, el pasto estaba con gotas de roció del amanecer, que se levantaba por las montañas.

Esta vez el sueño era distinto, era como si yo observase todo desde arriba, veía caminar a una chica tomada de la mano de un chico un poco más alto que ella, de cabello claro y lindos ojos grises, por un prado. Por el clima y la arquitectura de la casa que se veía a lo lejos, me atrevía a decir que era de algún lugar de Inglaterra. Y en mi interior sabía que esa chica era yo.

La pareja se veía feliz, al menos el chico se veía enamorado, y aunque ella se veía bien, cuando lo miraba al hablar su mirada no tenía ese brillo en los ojos de cuando se mira a la persona por la que estás loca y amas.

Desperté con una sensación extraña, una mezcla de desilusión, alivio y añoranza, cual predominaba, no lo sabía. Pero con cada sueño que tenía, crecía más y más la sensación de que Sebastián era el tipo correcto, después de todo, una parte de mi empezaba a creer que ya había tenido una historia con él.

Me levante y puse música para subir mi ánimo, y me di un largo baño para poder despejar mi mente. Durante el desayuno, apenas pude comer un bocado, me sentía tan nerviosa que toda el hambre se me había quitado.

Llegando a la universidad mis nervios se dispararon, por lo que casi por inercia me dirigí a mi primera clase, ingles. Logre concentrarme apenas, lo cual fue un verdadero desafío, utilice toda mi capacidad para lograr prestar atención y anotar lo que la profesora decía. Iba saliendo de clases, di un salto cuando mi celular vibro, estaba con los nervios de punta. Era un mensaje de Sebastián, tenía miedo de abrirlo y leerlo, temía lo que pudiera decir. Tomando un respiro, lo abrí “¿Quieres salir hoy?

J

” era todo lo que decía. Suspire, aliviada de que no me juzgara ni culpara de nada de lo ocurrido en Rayen. Decidí no responderle enseguida, primero necesitaba hablar con Aylen, pedirle consejo.

La segunda clase, Psicología, fue más fácil concentrarme, incluso participe, gran parte de ello fue gracias a que estaba junto a Benjamín, y él lograba distraerme del bullicio

<br style="page-break-before: always; mso-break-type: section-break;" clear="all" />

que tenía en mi mente, me senté junto a él, y converse un montón, mientras más lo conocía más me agradaba.

Al terminar la clase, nos dirigimos a la sala de la ayudantía, y a cada paso que daba en esa dirección mis nervios volvían y con más fuerza, pero me obligue a continuar, diciéndome que era tonto actuar así, y convenciéndome que debía enfrentar las cosas de una vez. Benjamín vio su teléfono

Tengo que responder, es mi mama, nos vemos en la sala Aria

dijo, al tiempo que contestaba el teléfono, y se alejaba.

Me forcé a seguir caminando, ya que una parte de mi estaba tentada a faltar, a dar media vuelta y alejarme de allí, y es que el hecho de saber que él podía ser un mentiroso me dolía a pesar de mi misma, molestaba, y peor aún saber que podría ser un tipo que quizás de alguna forma era peligroso y me debía cuidar de él, no me ayudaba para nada a controlarme.

Aún faltaban 15 minutos para que la clase iniciara, y yo ya estaba a un paso de la sala. Pensé en darme una vuelta, ir a comprar algo y volver justo a la hora, o quizás simplemente no volver.

Hilos De AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora