Llegamos al departamento cansadas, hasta ese momento no me había dado cuenta de cuanto me habían agotado los sucesos del día. Abrí la ventana que tenía el living-comedor y me asome por ella, regué las flores que había allí. Me senté en el alfeizar para poder tener una mejor y más cómoda vista de las estrellas y la luna creciente, a la que le pedí me ayudara a encontrar respuestas pronto.
Me encontraba en un gran salón sentada ante un majestuoso piano forte. Llevaba un largo vestido de color damasco claro de seda, con volantes, y la cintura muy alta, justo bajo el busto, la cual se marcaba por un lazo, mi cabello estaba tomado en un pequeño moño de trenzas que dejaba parte del mismo suelto. La melodía era Prelude de Chopin, la reconocí casi instantáneamente, era una de mis favoritas. Alguien interrumpió mi ensayo, y se sentó a mi lado en el banquillo, me gire, deseando ver sus facciones pero lo único que logre ver con claridad a través de la bruma fueron unos ojos grises. Se acercó, tomo mi mano y la beso, yo aleje mi mano y mire a todos lados esperando que nadie nos hubiera visto, ya que hubiera sido muy mal juzgado, no eran correctos los contactos así.
― ¿Qué ocurre? ― pregunto, con un tono de voz más bajo, mientras descansaba supuño cerrado sobre las teclas del piano.
―Nada―respondí, sintiéndome rígida, y mordiendo levemente mi labio inferior deforma inconsciente.
― ¿Por qué me esquivas últimamente? ― pregunto su tono de voz una octava másalta, era acusador, se enderezo en el banco y sostuvo mi mirada.
Me moví inquieta en el banquillo, ― estoy ensayando, eso es todo ― dije, encogiéndome levemente de hombros― necesito concentrarme.
Se levantó, y camino hacia una ventana, seguía sin poder verlo con claridad. Pero en lo profundo de mi ser sabía que era Sebastián, vestido con un traje oscuro, y un chaleco más claro, usaba un pañuelo a modo de corbata. Y en el bolsillo del chaleco se podía observar la cadena de su reloj.
Evitaba mirarlo, intente retomar la melodía, pero no pude, mis manos estaban torpes. Lo volví a mirar, esta vez la niebla se esfumo. Tenía razón, era Sebastián. Desperté con un grito.
― ¡Cálmate! Solo fue un sueño ― Aylen intentaba calmarme, su tono de vozcontrolado.
Me senté en la cama, respire profundo. Solo había sido un sueño, re repetí. Me sentí un poco más tranquila.
― ¿Qué fue lo que soñaste? ―pregunto Aylen, su mirada directa y curiosa.
Le relate el sueño, y como había evitado el contacto con Sebastián. Cada vez me sentía más perdida, y entendía menos los sueños.
Pero en mi interior algo me seguía gritando que eran importantes, una pieza fundamental en todo aquello que me ocurría, pero seguía sin entender cómo podían serlo.
Aylen estuvo unos minutos más calmándome, diciéndome que solo eran sueños, nada de lo que tuviera que preocuparme. Me volví a recostar, inquieta, rogando no tener más sueños extraños que interrumpieran mi descanso, después de todo al otro día debía ir a trabajar.
En la mañana desperté ojerosa y con dolor de cabeza, como si no hubiese descansado en absoluto. Aylen se había marchado antes, ya que según una nota dejada en la cocina debía pasar a comprar algo.
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Hilos De Amor
Romance¿y si tuvieras la oportunidad de tomar otras decisiones, que en el pasado, te hicieron perder a tu amor verdadero? ¿lo harías? Aria es una chica como cualquier otra, pero un día su vida tiene un giro, y cada coincidencia, la lleva a descubrir un tr...