6.-Vanya Kravchenko: ¿Medusa o sirena?

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*Especial de doble capitulo para celebrar que es el cumpleaños de Angela, una lectora maravillosa, así qué, no olvidéis que este es el primero y podéis continuar leyendo. Por adelantado quiero disculparme porque se vienen cosas tristes.

Feliz cumple, Angela, ojalá esto te saque una sonrisa *


La miro al igual que el resto de personas presentes, esperando a que se despierte, pero no parece hacerlo. Debería haberse despertado hace unos minutos porque el sedante que le di en la cena de anoche no era tan potente. Hoy marca el quinto día que la tengo conmigo y aún no he conseguido sacar mucho de ella, aunque tampoco me extraña. Me esperaba cierto nivel de resistencia, porque si no, no sería la jefa de los Sokolov. Su cuerpo cuelga totalmente inerte mientras su cabeza descansa a un lado, con el pelo trenzado para poder tirar de el de manera cómoda. Aun a pesar de no tener jabón, va limpia. Supongo que se mueve poco dentro de su celda y se lava con agua.

—Que alguien la espabile, no quiero perder todo el día con esto.—Tan pronto lo digo uno de los empleados se acerca a ella, cauteloso porque no soy el único que ha escuchado las leyendas sobre ella. Le levanta por la barbilla y le da una bofetada que suena a gloria para mi, haciendo que se despierte. Mueve primero las piernas y las manos, dándose cuenta de que está atada y suspendida en el aire. —Buenos días medusita.—Digo en alto, haciendo que el empleado retroceda un peso. Alyeska levanta la cabeza para buscar el origen de mi voz, con la mejilla y la ojera izquierda amoratada por mis bofetadas. Parpadea varias veces y finalmente sonríe abriendo los ojos por completo. Varios sonidos de los empleados cogiendo aire, sorprendidos suenan a mi alrededor, pero no dejo que eso me haga efecto. Yo soy el único en mirar a los ojos a la medusa y no convertirme en piedra. Solo yo.

—Gracias por despertarme, Vanya.

—¿Con qué soñabas?

—Ya te he dicho que no me preguntes cosas que no quieres saber.—Sonríe enseñándome un poco de sangre en los dientes por la bofetada que ha recibido. Me acerco haciendo un gesto con la mano a uno de mis empleados para que acerque, con una pistola eléctrica en la mano, listo para sacar cosas de ella.—Uh, bonita pistola. La mía es mejor.

—Acabemos rápido porque me desagrada mirarte. Dime quien es responsable de la muerte de Vanko además de ti.

—Probablemente tú.—Dice sonriente. Hago un gesto con un dedo y le dan el primer toque con la pistola, haciendo que su boca se cierre de golpe y se mueva por completo atada al techo. Se le contraen todos los dedos mientras aprieta los dientes con fuerza.

—Dime.—Insisto y ella se ríe.

—Había considerado la terapia de choque, ya sabes, para mi enfermedad.—No tengo ni idea de lo que habla pero me quedo quieto mirandola. Deseo tanto matarla... Deseo tanto hacerle tanto daño como ella le ha causado a mi familia... —Tiene su atractivo, ¿no? Muy vintage.—Dice y se ríe suavemente. Asiento mirando a mi trabajador que simplemente le da otra descarga.

—Espero que lo disfrutes entonces.—Le digo mientras busco donde sentarme para poder ver el espectáculo. Le guiño el ojo a mi empleado dándole rienda suelta para que le saque la verdad.

—¿No os parece raro que todos sus empleados seáis guapos?—Tose un momento y luego mueve los pies.—Es porque disfruta mirándoos.—Abre mucho los ojos y se ríe. Mi hombre le da otra descarga, sacándole un gruñido muy primario de la garganta. —Eso solo lo confirma. Estoy segura de que la mayoría ni siquiera sabéis disparar un arma. Solo os tiene contratados porque sois agradables de mirar.— Otra corriente de electricidad. ¿Cuántas llevamos ya? ¿Tres? ¿Cuatro? ¿Cuántas más podrá aguantar antes de desmayarse? Me guiña un ojo y suspira audiblemente.—No le culpo, sois guapos. No tanto como Matis, pero lo sois.

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