35.-Alyeska: La caída de los Sokolov

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*Antes de que leáis el final, quiero daros las gracias. Ha sido muy emocionante el proceso y aunque aún queda más de los Zolotov, esto es todo durante un tiempo. Os adelanto que sí, habrá un libro de Ekaterina y de Misha, pero no tengo fecha de estreno, pero seguro que será este año. No lo iba a escribir, pero creo que sería interesante y así cerramos a todos los miembros de los Zolotov que son tan únicos como los padres. Gracias de nuevo por leerme y hacerme sentir una escritora de verdad. Os adoro.*

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—¿Ah si? ¿Cómo? Porque hasta donde mi información llega, la que ha estado prometida por lo menos dos veces, has sido tú, no yo. Yo solo me he arrodillado por ti.—Me mira fijamente y no puedo evitar querer besarle. No se siente real, pero la mirada de sus padres me hace darme cuenta de que no estamos solos y no puedo hacer lo que yo quiera.

—Ya, pero tú tienes más riesgo de fuga.—Le digo y sonrío por el doble sentido. Me mira la boca y sonríe, llenándome el estómago de mariposas. Joder, realmente estoy enamorada de Ryker. No hay vuelta atrás, no solo por el compromiso, sino porque mis sentimientos son tan grandes como mis complejos y mi orgullo.

—¿Qué quieres ir al ayuntamiento y casarnos ahora? Porque lo hago.—Parece más una amenaza que una proposición de corazón, por lo que niego una sola vez. Mi padre me mataría si me casara y no le dejara llevarme al altar, y probablemente mi madre degollaría a Ryker por tener la idea.—Gallina.—Se burla y yo levanto el dedo índice.

—No es por mi, es por mis padres. Me matarían si me caso sin dejar que mi padre me lleve al altar.

—Gallina.—Repite e Inessa se ríe.

—Es normal que quiera llevarte al altar. A mi me hace mucha ilusión ver a Ryker casándose. Es un momento muy especial en la vida de un padre, ¿verdad, Jonas?

—Yo también quiero llevarte al altar.—Suelta de la nada y yo me quedo congelada. —Vas a ser la única hija que tengo.—Eso me parece adorable y horripilante a la vez porque este señor nunca será un segundo padre para mi. No después de lo que sé que ha hecho con esas manos. Trago saliva e intento salir de la manera más elegante posible de una situación complicada.

—Tengo un brazo de sobras para ti, claro.—Digo en voz alta, esperando que alguien le quite la idea si el momento llega. No me imagino caminando hacia un altar de la mano de Jonas, principalmente porque mi padre estaría cortándosela.

—Bueno, organizaremos todo cuando llegue el momento, no adelantemos cosas. —Dice siendo la voz de la razón Ryker. Pincho una de las patatas con el tenedor y soy consciente de que tal vez, llegado el momento, alguien tenga que decirle a Jonas que no me siento cómoda estando tan cerca de él. Puedo ofrecerle un trabajo, pero obviamente serviría más para tenerlo controlado que como empleado.

El timbre suena y eso los extraña. Inessa mira a Jonas y luego a Ryker.

—¿Quién es? ¿Es Finn?—Pregunta alarmada. Si es Finn, pienso pegarle un puñetazo en los huevos.

—No debería. Voy a abrir.—Le contesta él y se pone de pie. Desde aquí se ve la puerta, al menos una porción. Miro a Ryker pasar el brazo alrededor de mi silla, como si eso me protegiera de algo. No creo ni que se dé cuenta del gesto, lo cual lo hace mucho más puro. Inessa me mira y sonríe con ansiedad en la cara, obviamente llena de miedo. Jonas abre la puerta, ocupando todo el trozo, así que tampoco puedo ver quien es. —Eh...¿Alyeska?—Me llama. No por mi apellido, no basura rusa, sino mi nombre. ¿De verdad Finn ha averiguado donde estoy? ¿Cómo? ¿Es que me ha puesto un GPS en los zapatos? Me levanto al segundo, pero también lo hace Ryker. No puedo evitar sonreír, porque aunque no se dé cuenta, es extremadamente protector, como Nanook pero menos adorable. Camino sin saber que esperar hacia la puerta, donde Jonas se aparta justo al momento para dejarme ver a Ekaterina.

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