13.-Alyeska: Destino asegurado

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—¿¡Te has planteado que coño vamos a hacer?!—Escucho a Ginny gritando y automáticamente me levanto de la cama. Me pego a la pared para que no me vean y continuo escuchando. La morfina cubre casi todo mi dolor, pero no el potente, no el que persiste en mi pecho. —¿Es que tienes ganas de ver lo que va a pasar ahora?

—No claro que no, ¿pero qué crees que podemos hacer, Gin?

—Pues no lo sé. ¿No tenéis un plan?

—La verdad es que no.

—Pues no es lo suficiente bueno.—Puedo oír el enfado en la voz de Ginny y aunque quiero interrumpir me prohíbo hacerlo. Kolia suspira y camina de manera pesada mientras ambos mantienen un silencio sepulcral. —¿Todavía tenemos la conexión con el micrófono que lleva Ryker?

—¿Cómo?—Entro en el salón y ambos me miran, sorprendidos, con la frente llena de arrugas o los ojos entrecerrados. —Quiero una respuesta.—Intento sonar autoritaria, sin embargo, solo sueno nerviosa, muy cerca del límite.

—Deberías estar en la cama.—Me riñe Kolia.

—Deja de darme lecciones. ¿Qué micrófono?

—Ryker lleva un micrófono camuflado en el vendaje de la pierna. Así es como hemos sabido cuando entrar.—Me explica Ginny. Ah, por eso Ryker me ha dicho eso, ¿no? Por eso me ha dicho un te infinito. Por eso ha usado las palabras de mis padres. Era una manera de hacerme saber que venían a ayudarme. De nuevo, yo siendo imbécil pensando que me lo decía a mi... Pensando que me quería.

—¿Podemos oírle? Por favor.—Digo con la garganta seca.

—No creo que sea buena idea.

—De verdad que no quiero tener que pelearnos, Kolia, pero si me obligas, te sacaré los dientes bailando de la boca.—Le advierto mirándolo fijamente y lo veo tragar saliva.

—Voy a por el portátil.—Dice y sale caminando hacia la puerta.

—Algo dura, ¿no?—Comenta Ginny en cuanto él sale por la puerta.

—Le quieres. Dime que harías si alguien secuestrara a Kolia.

—Lo mismo que piensas hacer tú y lo mismo que ha hecho Ryker por ti.

—Ya no sé qué creer. Estoy muy confundida.—Reconozco y me apoyo en la pared para descansar mi peso. Mis piernas se cansan rápidamente por todo el maltrato.—No sé que es real y que no, no sé como separar las mentiras, el trabajo, todo...

—¿Qué quieres que te diga?

—No lo sé. Necesito aire.—Cuanto más lo pienso, más lo necesito. Llevo mucho encerrada, demasiado para alguien como yo. Yo nunca seré estable, nunca seré confiable, nunca seré fiel a algo. Atravieso el salón de la habitación y abro la puerta por completo antes de girarme.—¿Podéis buscarme cuando llegue Kolia con el auricular?—Ella asiente y yo le guiño un ojo.—Me alegro mucho, cuñada.

—¡Cállate! Nadie lo sabe.

—Claro que lo saben.—Es tonta si se cree que mi madre y la suya no lo saben ya. Me apuesto a que incluso mi padre lo sabe ya.

El aire es reconfortante pero estoy tan cansada... Me siento en la escalera de incendios y miro las nubes en el cielo, blancas y finas, la clase de nube que se mueve rápidamente, sin dejar huella. Suspiro y apoyo la cabeza en mis rodillas, dejando que mis ojos se cierren durante un momento.

—Las camas se usan para dormir.

—Y para follar salvajemente.—Le digo antes de que siga porque tengo la esperanza de que eso la ahuyente, aunque la conozco lo suficiente como para saber que no lo hará.

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