La casa de Finn se despliega tan lujosa como siempre, pero esta vez, para más inri, está llena de velas. La entrada, los laterales de la puerta, todo. Todo tiene velas que iluminan de manera sutil y delicada el camino hacia la majestuosa casa. Sé que construirla debió costarle como mínimo dos millones de euros y el mantenimiento... Ni siquiera quiero pensar en el mantenimiento. Mi padre conduce el coche a la zona del parking, donde Finn tiene a los más jóvenes de la mafia aparcando coches, asegurándose de que se mantienen ocupados. Todos visten de negro, sin joyas que roben atención de la verdadera estrella, Finn. Recibe a los miembros más selectos en la puerta, junto con una sirvienta que lleva una bandeja dorada llena de copas. Incluso la chica va vestida como le gusta a Finn, con un vestido por encima de las rodillas de color blanco, con joyería dorada a juego. Dejamos el coche a manos de uno de los chicos y caminamos hacia la entrada, mis padres cogidos de la mano y yo detrás. Ver a mi madre aquí debe ser una sorpresa para Finn, que dudo que lo esperara.
—¡Querida Inessa, qué sorpresa!—Dice alto lanzándole los brazos para darle un abrazo demasiado pegajoso. Mi padre le tiende la mano y Finn se la acepta para estrechársela con fuerza.—Jonas, viejo amigo. ¡Oh, Ryker! Cuanto tiempo.—Dice sonriente, luciendo los dientes más blancos que he visto en la vida. Quizás debería haber traído a Jenell, simplemente para que disfrute de algo de lujo y poder cotillear mientras nos reímos de Finn y su obvia dentadura falsa. A mi también me tiende la mano y me la estrecha, marcando el Rolex que luce en su muñeca, dorado y ostentoso. Para mi es hortera, pero claro, ¿qué sabré yo de eso? Finn no malgasta mucho tiempo conmigo ni con mi padre, sino más bien mirando a mi madre, que entra en la casa mirando a todas partes. No creo que ella haya estado antes aquí y desde luego es un buen despliegue de lujo y excentricidad, a un nivel feo y carca. ¿Por qué todo el suelo es de mármol? Literalmente resbala y es frío y aquí no hace el suficiente calor en verano como para que sea agradable debajo de la piel.
En el salón hay más camareras y camareros, sirviendo pequeños canapés y copas de alcohol. No es eso lo que llama mi atención, sino una gran mesa decorada en blancos y dorados. Candelabros dorados que muy probablemente sean de oro, un mantel blanco con los bordes de encaje delicado, cubiertos a juego con los candelabros y platos de cara porcelana. Todo es exceso y derroche con Finn, aunque no con sus empleados, claro. Risas entre los demás invitados, sobre todo hombres. Pocos tienen mujeres y los que las tienen, la mayoría, son jóvenes, tontas e inmigrantes. Casi nadie habla alemán y eso promete una noche entretenida sin duda. Finn incluso ha contratado a una orquesta que toca al fondo del enorme salón, algo clásico, con un violín incluido.
—¿Las reuniones siempre son así?—Pregunta en un susurro mi madre. Mi padre niega con la cabeza, confirmando que algo grande se cuece. Todo brilla, Finn por encima de todos, con un traje blanco, acompañado de un pañuelo de seda rojo en el bolsillo de la americana, con el pelo repeinado hacia atrás, luciendo una barba recién arreglada.
Para cuando deja de entrar gente nos encontramos todos en el salón, con copas en las manos, charlando entre nosotros. Las puertas se cierran y la música se convierte en algo más dulce, casi melódico y triste.
—Gracias a todos vosotros por asistir hoy a mi fiesta. Espero que esté siendo de vuestro agrado.—Finn empieza a hablar hacia todos nosotros. Reconozco a varios cargos altos del gobierno, al igual que un par de empleados de rango alto, como mi padre. El alcalde la ciudad también está, al igual que un miembro de la OTAN. Finn desde luego sabe como juntar a gente para hacer un show.—El motivo por el que estáis aquí hoy es para afianzar las alianzas que teníamos, para celebrar una noche preciosa y sobre todo, conocer al miembro más nuevo de nuestra pequeña familia.—Sonríe presuntuosamente y se inclina hacia delante, como si estuviera haciendo una reverencia. Varios aplauden y eso contagia a los demás. Yo no lo hago porque no entiendo a que aplauden, pero Finn lo disfruta, claramente.—Sentémonos en la mesa, por favor. La nueva incorporación se unirá en breve.—Cuento que somos diecisiete personas en total, incluyendo a Finn. La mesa tiene nuestros nombres en el plato, en un pequeño trozo de papel con esquinas doradas y letra cursiva. Todo pensado al mínimo detalle, sentándome al lado de mi padre, en frente de Finn. Mantiene al de la OTAN cerca, pero no demasiado, lo cual me hace suponer que quizás es una estrategia. Todos nos sentamos, dando la bienvenida a que la música se haga algo más lenta, como si solo llenara el aire pero no quisiera robar atención.
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Smutno ✔️
RomansaSegunda parte de Sehnsucht. "Mi Rusia me enseñó que todos somos el villano en la historia de alguien y que aunque no me suele importar serlo en historias ajenas, me cortaría las manos por no serlo en la suya." "Alemania me partió el corazón, me trai...