16.-Ryker: Típico de los exs

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Tengo la oportunidad de abrir los ojos sin que me golpeen, lo cual parece un sueño. Los abro despacio, acostumbrándome a la sensación porque tengo los parpados pegados entre sí. De nuevo, Vanya me ha dormido. Empiezo a pensar que es más cobarde de lo estimado porque si tiene que dormirme cada pocas horas...

—Menos mal que estás despierto.—Dice el rey de Roma. Me incorporo como puedo hasta que me doy cuenta de que sigo esposado. —Sigues siendo mío.

—Te gusta como suena eso, ¿no?

—No eres mi tipo.—No me ofende, pero si me sorprende que lo diga tan abiertamente. Miro a mi alrededor y lo entiendo. Estamos solos. La habitación es pequeña, mucho y está decorada de una forma ecléctica, de una forma...Rara. Parece un piso de estudiantes, al menos por la cantidad de latas de cerveza que hay por los muebles. Una bola de discoteca enana cuelga del techo, junto con cuadros de perros con gafas de sol o gatos jugando al póquer. El sitio apesta, a un nuevo nivel, totalmente diferente al cutre hotel de ucrania.

Estoy esposado de manos y pies, sentado en un sofá de dos plazas de color beige, lleno de flores.

—La decoración es especial.

—No te tenía por un decorador de interiores.

—Tengo buen gusto en todo.—Presumo y él pone los ojos en blanco.

—Salvo en mujeres.

—Especialmente en mujeres, Vanya.—Eso se ha sentido de puta madre. Sonrío de felicidad por primera vez en mucho y él se apoya en la pared, cruzado de brazos.

—Si estás intentando huir, quiero que sepas que te hemos quitado el micrófono que llevabas en la pierna.—¡Hostia, el micrófono! Ni siquiera yo lo recordaba. ¿Habrá funcionado todo este tiempo? Lo miro lleno de curiosidad y él suspira.—Nadie viene a por ti.

—¿Ya te quieres librar de mi?

—Te lo he dicho, no eres mi tipo.—Ya, ya. Me encojo de hombros y lo miro sin más. Vanya en sí no es temible. No posee esa energía de mercenario que quiere aparentar, solo de un tío desquiciado por no poder salir del armario y ser feliz. Quizás sería más feliz si se alejara de toda esta mierda y viviera su identidad de verdad, no esta mentira.

—¿Vanya?—Una nueva voz y aparentemente, es de un hombre. Él reacciona poniéndose nervioso, porque se despega de la pared y se alisa la camisa blanca. Eso llama mi atención por lo que no molesto y únicamente miro, como si pudiera simplemente levantarme y hacer algo. Me río un poco y espero pacientemente. Pasos, que se acercan, pasos que siguen llamando a Vanya pero él no contesta.—¿Estás?—Asoma la cabeza un chico joven, de pelo ondulado y algo largo por la parte de arriba, con una barba rubia muy cuidada y grandes ojos verdes. Va vestido con tejanos rotos y una camiseta casual con una frase que no logro leer.—Hola, buenos días.—¿Ese acento? ¿De dónde es?

—No hables con él.

—Bueno es que no me sale ser maleducado y estás en mi casa así que se hace lo que yo quiera, sino, te buscas otro sitio.—Lo ha puesto en su sitio con rapidez. Espero que Vanya reaccione pero lejos de eso agacha la cabeza. Interesante, muy interesante. El chico de pelo castaño claro y de impresionante barba me mira y sonríe cálidamente. —¿Quieres desayunar?

—Me conformo con agua.—Le respondo con otra sonrisa y él tuerce el gesto mirando a Vanya.

—¿Hace cuanto no le das de beber? Vanya, ven aquí, vamos a hablar.—Lo trata como si fuera un niño pequeño. ¿Es que tenía otro hermano? No lo creo, ¿no? No se parecen y tienen acentos diferentes. Estiro el cuello para observar más pero desaparecen por la puerta rápidamente. ¿Cómo consiente que lo trate así si no son familia? Mierda, porque se lo folla.

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