La música me hace abrir los ojos y despertarme por completo. Durante unos segundos me quedo sentada en la cama, mirando la luz que brilla en el techo de color blanca. ¿Podría cegarme mirando la luz? ¿Me evitaría eso ver el horror de mi muerte? Bajo la mirada con lágrimas en los ojos y me miro la piel del cuerpo. Moratones en diferentes fases, al igual que marcas parecidas a las picadas de una medusa, pero redondas, por la pistola eléctrica, cortes y por supuesto mi balazo. Vanya se ha encargado de que vaya hacia mi tumba pareciendo un saco de boxeo. ¿Cómo tendré la cara? Aunque, ¿importa algo? Probablemente me mate y queme mi cuerpo, o me entierre.
¿Y si me corta a pedazos y se lo envía a mis padres para imitar lo que alguien le hizo a Vanko? Eso no. Prefiero que me queme viva o me acuchille. Incluso un balazo. Casi cualquier cosa sería mejor que eso. No puedo dejar que el último recuerdo que tengan mis padres de mi sea descuartizada en una caja. No.
Odio tanto a Vanya que si solo por la cantidad de odio que le tengo pudiera matarlo, estaría ya cinco metros bajo tierra como mínimo. No dudaría. Ni un momento. No lo dudaría. Ni me sentiría culpable, ni tendría cargo de conciencia, nada.
—Buenos días, medusita.—Escucho su voz mientras abre la puerta, dándome náuseas. Debe ser por la mañana y esté disfrutando de mis últimos instantes viva. Entra vestido con un traje blanco, como si fuera a casarse. Por un momento me horripila la idea de que me fuerce en matrimonio pero no le pega.—¿Estoy elegante?—Pregunta avanzando varios pasos dentro de la habitación, dejando espacio para sus hombres. Tres tíos enormes entran, vestidos de negro, dos de ellos armados y el tercero con las manos vacías.
—Deslumbrante.—Digo incorporándome en la cama.
—Verás, quería que fuera especial y sobre todo, poder recordarlo el resto de mi vida, así que, me he vestido de blanco para que tu sangre manche mi traje. Será una obra de arte cuando lo enmarque y lo cuelgue en la pared.
—Siempre has tenido un gusto raro.
—Cógela y seguirme.—Les indica a los hombres y solo uno obedece. Los armados me apuntan, advirtiéndome con la mirada y los cañones que no se me ocurra hacer nada. Dejo que el tercer hombre me coja de la cintura y me levante en el aire, adolorida pero frágil como una muñeca de porcelana. Absolutamente todo mi cuerpo está resentido y en cierto modo, me alegro de que acabe ya. Me alegro de haber intentado enviar las cartas y espero que el correo electrónico si llegara. Me alegro de que mis padres vayan a tener algo a lo que aferrarse en lugar de al odio y al resentimiento que pueda generar mi muerte. En cuanto a Ryker... Alguna vez he escuchado que es mejor haber amado y fallado que nunca haberlo hecho. No sé como de cierto sea eso, pero también estoy agradecida por él.
Me lleva sin dificultad, claro, caminando con seguridad una vez salido del ascensor. Noto el aire, fresco y limpio en el cuerpo, al igual que en la cara. ¿Me matará al aire libre? Casi no puedo ni creérmelo. Mantengo los ojos cerrados mientras el traqueteo me inunda, llevándome a alguna parte. El césped es verde y cuidado aunque tengo claro que no se ocupa de eso él mismo. ¿Cómo me matará? Contengo las lágrimas cuando me sienta en una silla y empieza a atarme.
—Pensarás que soy ambicioso pero me gustaría aprovechar esta ocasión, ya que como bien dijiste, las de tu especie son difíciles de matar.—Sonríe y se saca un cuchillo de la americana blanca. Las bridas están fuertes, tanto que casi puedo sentir como me cortan la piel, pero realmente lo que me da más miedo es que parece que va en serio.—Es tu última oportunidad, medusa.
—¿De confesar algo que no hice? No lo maté, Vanya. No tuve nada que ver.
—¿Quieres que tus últimas palabras sean una mentira?
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Smutno ✔️
Storie d'amoreSegunda parte de Sehnsucht. "Mi Rusia me enseñó que todos somos el villano en la historia de alguien y que aunque no me suele importar serlo en historias ajenas, me cortaría las manos por no serlo en la suya." "Alemania me partió el corazón, me trai...