Me duele todo. Me duele tanto que mi cuerpo me pide que llore pero por algún motivo, no puedo. Quiero llorar, simplemente porque así quizás alivio algo de dolor, pero es imposible, es como si me hubiera secado por dentro como ha dicho Vanya. El tal Oleg me lleva a cuestas, pensándose que estoy desmayada cuando realmente solo me hago la dormida. Noto el momento exacto en el que me deja en la cama y me acaricia la mejilla.
—Tócame de nuevo y te haré arrepentirte de tener dedos.—Le murmuro abriendo los ojos. Sonríe y finalmente se aparta, levantando las manos en el aire.
—Me recuerdas a mi hija, lo siento.—Dice con tristeza. La puerta está abierta, pero sé que sería estúpido salir corriendo porque no tengo la huella para poder activar el ascensor y dudo mucho que este hombre me ayude.
—¿Cómo murió?—Pregunto sabiendo que esa tristeza en el rostro se debe por algo.
—¿Cómo lo has sabido?
—Tu cara. Es exactamente como me imagino la cara de mi padre ahora mismo.—Trago saliva y me encojo en posición fetal para que vea que no soy una amenaza. Él suspira y suaviza sus facciones, dejando la tristeza atrás.
—Deberías hablar. Deberías suplicarle a Vanya y con un poco de suerte te deje marchar.
—Nunca me dejará marchar y he hecho mi paz con ello.
—¿Por qué? ¿No quieres ver a tu familia?
—Claro que si, pero este negocio tiene un precio. Me tocaba pagarlo.—Él se apoya contra una de las paredes y me mira fijamente.
—Murió en un accidente de coche mientras atravesaba la frontera con Moldavia. Se cree que fue un acto terrorista por guerras entre ambas mafias.
—Lamento tu perdida.
—Ningún padre quiere ver morir a sus hijos. Si no quieres hablar por ti, deberías hablar por ellos. Tus padres deben echarte mucho de menos.—Parece sincero mientras habla, sin desviar la mirada como para crear una mentira, ni temblores en la voz. Me encojo de hombros, adolorida por todas partes.
—Aunque supiera quien lo hizo, Vanya nunca me dejaría marchar.
—Podrías suplicar.
—No me dejará marchar porque no tengo lo que busca. Está bien.
—No deberías rendirte así de rápido.—Insiste aunque tengo claro que no me va a ayudar.
—Oleg, ¿no?—Le pregunto y él asiente una sola vez.—Sabía donde me metía cuando empecé a trabajar con los Sokolov. Sabía lo que conllevaba y aun así el precio en este caso, me parece justo.
—Pero si no tienes la culpa deberías luchar por piedad.
—Vanya no tiene piedad. Está demasiado dolido por la muerte de su hermano y simplemente busca a alguien a quien culpar. No pasa nada. Estoy bien.
—No tienes porque mentirme, chiquilla, te lo veo en los ojos.
—Oleg, si pudieras cambiarte por tu hija y dejar que ella viva, ¿lo harías?—Le pregunto mirándolo fijamente. Lleva el pelo muy corto y está perfectamente afeitado por lo que me imagino que se preocupa por tener una buena imagen aun a pesar de que no lleva anillo de casado. Quizás su mujer también murió con su hija. Quizás simplemente pone una fachada de tener todo organizado y pensado pero la realidad es que...
—Sin pensarlo.
—Eso es amor. Amor de verdad. Yo también quiero a mis padres y a mis hermanos, Oleg. Y estoy contenta de que mi precio, no sea tan alto como el tuyo, así que estoy en paz con ello.—Me devuelve la mirada, como si entendiera lo que acabo de decir y entonces asiente muy despacio, de manera casi imperceptible. Podría correr a Vanya y decirle que mate a toda mi familia, pero, de algún modo, este extraño parece tener un corazón más grande y puro de lo que había anticipado.
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Smutno ✔️
RomanceSegunda parte de Sehnsucht. "Mi Rusia me enseñó que todos somos el villano en la historia de alguien y que aunque no me suele importar serlo en historias ajenas, me cortaría las manos por no serlo en la suya." "Alemania me partió el corazón, me trai...