31.-Alyeska: Síndrome del corazón roto

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Abro los ojos de golpe, asustada y sobre todo sorprendida. El ruido de voces me hace reaccionar, mirando a mi alrededor. Una gran ventana emite la suficiente luz como para delinearse definidamente delante de mis ojos. Cortinas. Cortinas gruesas la cubren, impidiendo que entre la luz. Yo no tengo cortinas así en casa, pero quizás... Vuelvo a cerrar los ojos, agotada, aplastada contra algo blando. Una cama. Sé que es una cama, quizás un sofá, pero sin duda es cómodo y grande. Muevo las manos libremente, así que no estoy atada... Eso es bueno.¿Espera, si no estoy en casa y tampoco estoy atada? Me incorporo rápido, de un salto, quedándome sentada en lo que mis ojos saben identificar ahora como una cama enorme. No solo es grande porque sea de matrimonio, no, sino porque es más grande de lo normal, casi masiva. Debe medir dos metros y algo de largo, seguro, principalmente porque mis pies aún no tocan el final y tampoco soy particularmente baja. Huele a ... Esnifo el aire y reconozco el lugar. Ryker. Es su casa. Es su habitación. ¿Cómo? Mi mirada vuela de manera inmediata hacia mi mano izquierda y entonces lo sucedido se abre camino en mi memoria como un latigazo. El anillo y Ryker de rodillas. Esa horrible y chistosa matrioshka, con grandes ojos azules y un vestido rojo. ¿Ha sido real o he alucinado? Quizás ha sido un sueño, la clase de sueño que... Desde luego encaja porque en ningún caso Ryker me recuerda y aunque lo hiciera, supongo que los meses y lo ocurrido entre nosotros y por mi culpa tienen demasiado peso. Huele a él, a ese sensual y masculino perfume que hace que se me atasque el pecho. ¿Cómo he llegado aquí? ¿Es que me he subido en su moto y...? Joder, no. Que ridículo.

No quiero, pero me levanto. Si de verdad estoy en su casa y no estoy alucinando, tengo que irme antes de que me vea y antes de que pierda la poca dignidad que tengo. No llevo zapatos. ¿Por qué no tengo mis deportivas puestas? Un rápido vistazo me informa de que no solo mis deportivas no están, sino que tampoco la mochila ni la sudadera parecen estar en mis alrededores. Mi móvil. Totalmente fuera de combate, probablemente tirado en algún sitio, así que si quiero llamar a alguien tendré que moverme por la casa. Si claro, ¿y si me pilla? Ya, qué vergüenza. No solamente eso me hace parecer como la exnovia celosa y posesiva, sino como la exnovia que no es capaz de superar a su ex. Esa soy, salvo que nunca fui su novia.

Salgo de la cama para apoyar los pies en el suelo de madera, cálido incluso a través de mis calcetines. ¿Suelo que irradia calor? Por supuesto, porque el niño rico y pijo de Ryker no podía permitirse caminar por un suelo a temperatura ambiente. Menudo cerdo.

Paso de largo de un baño y me adentro en la luz, donde el olor a café inunda la estancia. Me da miedo bajar, pero también me da miedo quedarme quieta y esperar a que él venga a por mi y conociéndolo, no sé qué es peor. Hago de tripas corazón y empiezo a bajar las escaleras lentamente, observando todo a mi alrededor. Es tal cual lo recuerdo, aunque hay cosas nuevas. En la gran estantería hay más libros, al igual que cuadros pequeños, enmarcados con nitidez. Está claro que él no limpia, pero quisiera preguntarle porque ahora este sitio parece mucho más vivido, mucho más lleno de sentimiento, como si viviera en él de verdad en lugar de tratarlo como una casa de putas. Quizás el cambio se debe a una mujer y tal vez eso es bueno. Quiero cotillear, pero tengo claro que no tengo ni tiempo ni caradura como para hacerlo. El último escalón me traiciona rechinando, crujiendo bajo mi peso.

—¿Pensabas escabullirte de mi?—Pregunta haciendo que mi cabeza gire de un latigazo hacia el origen de su voz. Me mira, cruzado de brazos, con la misma camiseta negra y esa mirada cargada de desaprobación en los ojos.

—Puede.

—No solo te escabulles de mi cama, sino de mi casa y de mi. Eso es feo.

—Ya bueno.—Bajo del todo y compruebo gustosamente que el suelo aquí, también está cálido. El sol se cuela sin ningún tipo de miramiento aquí, sin cortinas o persianas que se lo impidan, iluminándolo todo con un frío tono pálido e invernal.—¿Mis deportivas?—Pregunto levantando un pie.

Smutno ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora