La dependienta insiste en que es una buena idea, pero yo pienso que quizás es algo tonto y ridículo.
—Hallo, guten morgen, kann ich Ihnen helfen?—La dependienta mira a mi izquierda y yo también lo hago. Me asusto y me aparto, hasta que la veo bien, terriblemente pálida y con ojeras muy negras debajo de los ojos. ¿Cómo ha llegado aquí? ¿Qué hace? ¿Qué? Ojeo nuestro alrededor por si el poli ese de mierda está esperándola fuera, pero parece estar sola. Se apoya en el mostrador de madera y me mira, con esos ojos capaces de congelar a cualquiera. ¿Por qué ella? ¿Por qué no sin ella? No lo voy a entender nunca. Se apoya con fuerza en el mostrador, tanto que no puedo evitar preguntarme si algo va mal. Su boca. Tiene los labios muy blancos y en conjunto con las ojeras... ¿Se va a desmayar?—Sie ist gut?—Pregunta la dependienta llevándose una mano al pecho. Asiento y cojo a Alyeska de las manos. No lucha, no dice nada, únicamente me mira, como si pretendiera prenderme fuego o hielo solamente con los ojos. Sus dedos están fríos, tanto como si hubiera metido las manos en una ventisca de nieve. Eso es imposible, si yo voy en manga corta y estoy bien...
—Sí, sí. Todo bien, disculpa.—Arrastro a Alyeska fuera de la tienda, apoyándola contra la pared para que pueda mantener el equilibrio. A nuestro alrededor a penas circula gente, por lo que me siento lo suficientemente cómodo como para hablar. No se queja ni habla, tampoco se mueve. —¿Qué coño quieres?—Quizás si soy desagradable se irá.
—Quiero una explicación.—Suena cansada, o triste... No sé que opción me duele más, porque después de haberme confesado que me quiere...No me lo esperaba, la verdad. La miro fijamente a los ojos, queriendo decirle más de lo que ninguna palabra podría expresar. ¿Cómo puedo querer hacerle daño? ¿Es que no ha tenido suficiente?
—Yo no te debo ninguna explicación.
—¿Cómo sabes lo que pasó en Ryazan?—Exige. Si, lo tengo claro. Sé que ahora mismo es un perro de caza, con la presa en la boca, negándose a dejarla ir. Sé que le debo una explicación pero... Hay veces en las que la respuesta quizás no deba ser revelada, hay veces en las que, quizás, el resultado de la verdad podría doler más que una mentira.
—Me lo contó Vanya.
—Imposible. Él no lo sabía.
—Sí. Te ha estado espiando desde hace mucho.
—Ya, si, eso lo sé.—Insiste y la veo apoyarse con ambas manos en la parte baja de su espalda, contra la pared. Le cuesta. Le cuesta permanecer de pie. —Pero es imposible que supiera lo que pasó en Ryazan. No podía espiar ahí, ni cámaras, ni hombres, nada. Solo tú, mi familia y yo sabemos lo que pasó y para ser honestos... Esa precisión...—Decido cortarla en seco.
—No te hagas ilusiones. No me acuerdo de ti y si lo hiciera, créeme que haría lo posible por olvidarte. La muerte te sigue allí donde vas y no tengo intención de morir por un par de tetas.—No sé si eso la ha roto, pero si no lo ha hecho... No sé que más decirle. No sé como alejarla cuando todo lo que quiero es...Se queda callada, quizás arrepintiéndose, pero finalmente sonríe.
—¿Me odias?—Pregunta y yo desvío la mirada hacia mis pies.
—No vales mi tiempo. No siento nada por ti.—Se ríe. La muy perra se ríe en mi cara, no sé si de mi o conmigo, aunque... Bueno, vale, si, se ríe de mi.—¿De qué coño te ríes, tarada?
—¿Por qué estás celoso de Finn? ¿Y del agente Corbyn?
—De nuevo, lo malinterpretas todo.
—¿Por qué sacarme de Alemania? ¿Por qué tan deprisa? ¿Por qué en medio de la noche sin que lo sepa Finn? ¿Por qué en tu moto? ¿Por qué no otro de los esclavos de Finn y en un coche? ¿Por qué tú y yo solos?—Tantas preguntas que solo se contestan con tres palabras. Suspiro agotado, mental y físicamente.
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Smutno ✔️
Roman d'amourSegunda parte de Sehnsucht. "Mi Rusia me enseñó que todos somos el villano en la historia de alguien y que aunque no me suele importar serlo en historias ajenas, me cortaría las manos por no serlo en la suya." "Alemania me partió el corazón, me trai...