12.-Ryker: Mi lealtad ha cambiado

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Un pasillo y una escalera. Eso es todo. Ni siquiera sé hacia donde va a parar, pero ha escapado. Hemos, más bien dicho. Vanya aprieta el arma contra mi espalda para que siga avanzando, aunque apenas vea lo que va por delante de mis propios pies. ¿Cuánto tiempo tiene que llevar esto aquí? ¿Cuántos escondites tendrá esa maldita rata? Entro por completo encogiéndome y camino un par de pasos. La temperatura aquí es más baja y aunque pongo atención, no se oye ni un solo ruido. Ni pasos ni voces. Quiero imaginarme que los Zolotov han conseguido entrar ya y que Ilya y Kolia tienen a Alyeska en brazos, dándole agua y sacándola de esta horrible casa. Empiezo a bajar por la escalera, anclando bien los pies en los peldaños para no caerme. Luz, eléctrica, no natural. Pequeñas bombillas antiguas iluminan todo mientras desciendo. ¿Cuánta profundidad tiene esto? Aunque una parte de mi quiere entrar en pánico total, realmente mi mente se encuentra en paz. He cumplido mi objetivo. He devuelto a Alyeska sana y salva con sus padres, donde pertenece. Realmente lo he hecho. De las pocas veces que he logrado mantener mi palabra hasta el final, sin dudas, sin pasos atrás, sin fallos. Alyeska está donde debería, con su familia, que la cuidará.

No sé que pensaba realmente. ¿Pensaba que la íbamos a rescatar y que ella vendría a mi simplemente porque se supone que me quiere? Quizás esa carta fue producto de un momento de desesperación viendo su muerte cerca. Porque no quiero pensar que se ha enamorado de Vanya, eso es imposible. Totalmente imposible. Aunque se haya ofrecido a tener a sus hijos antes que a los míos. ¿Míos? Como si yo fuera a tener hijos. Me río cuando llego al fondo y el sonido de mis suelas chascando en el suelo se hace presente. No hay nada. Solo paredes de cemento, o yeso, bombillas básicas, de bajo consumo y la nada. No sé cuantos metros de largo tenga ni donde desemboque, pero pienso averiguarlo.

—Date prisa, no me apetece que nos sigan.—Vanya me da un golpe con el arma entre los omoplatos, haciendo que mis músculos se tensen. Gruño pero no digo nada. —¿No hablas? ¿No estás contento con mi plan?

—La verdad es que sí.

—Al final, he conseguido el mejor castigo del mundo. Le he quitado lo que más quiere. A ti.—Me río sin poder evitarlo porque habla raro, habla de una manera pausada, como si quisiera darle dramatismo a la situación, como si pudiera hacer las cosas peores para mi de algún modo. —¿De qué te ríes?

No contesto porque no quiero entrar a trapo. Yo si tengo claro que yo no soy lo que Alyeska quiere más en el mundo. Su familia va primero. Incluyendo al chucho y a Ginny. Luego su clan, por último su orgullo.

Dos puertas. Ambas iguales, ambas de madera y con cerradura. Las dos parecen básicas, así que me quedo quieto, esperando a que me digan algo.

—дай мені ключ.— Obviamente, no le entiendo, pero uno de los tipos saca una llave de color plateada, que supongo que abre una de las puertas sino las dos. —Nos vamos lejos, Ryker.

—Genial, este año no he podido coger vacaciones aun.

—¿Guardas esperanza de que ahora te rescatarán a ti? ¿Tengo que preocuparme de que tu jefe mande hombres a por ti?

—Nah, para nada. Mi padre solo se enfadará porque falte al trabajo pero no lo suficiente como para buscarme. No te preocupes, nadie viene a por mi. Se pensarán que estoy en algún bar, borracho metido en las piernas de alguna mujer.

—¿Ni Alyeska?

—Ni ella, no. Ya la oíste. Le soy indiferente.—Me clavo el cuchillo de nuevo. Indiferencia. Desde luego es el peor sentimiento, o el peor que puede tener la persona por la cual tienes un amor profundo. El tipo abre una de las puertas y pasa primero, aguantándola para mi. No sé donde lleven estás puertas, pero a donde lo hagan, se extiende lejos. Entro y me sorprendo al ver un pequeño cuarto con una escalera más. Lo tiene bien montado, eso sí. La toco primero, fría al tacto, sin rastro de nada salvo polvo, por lo que entiendo que o lo usan a menudo, o alguien se encarga del mantenimiento. Trago saliva y por un momento me planteo volver, dar media vuelta y aunque me cueste la vida, ver por última vez a Alyeska. Sinceramente merece más que yo. Merece todo lo que me dijo en la carta, merece una vida fuera de este mundo y disfrutar de todas las cosas pequeñas que pueda conseguir. Merece enamorarse de alguien como yo lo estoy de ella, pero sin el sacrificio que yo he hecho. No quiero que pierda nada más.

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