La vida del poeta yace tras la virginal blancura del recio papel.
Su felicidad está en eludir las horas para impregnar, para adherir sus pensamientos cifrados en coplas y rimas.
Se desviste de piel, de alma y corazón, permitiéndole la libertad a su espíritu, el cual deambula por doquier, buscando colores, aromas, recuerdos...
La vida del poeta es una aventura que va desvencijando la cruda realidad.
No es más que un esperpento a la luz de la humanidad.
Es una desdicha para quien lo que ve pasar.
El hijo que la economía siempre quiso negar.
El oscuro hoyo donde nadie desea entrar...La vida que el poeta vive es la vida vivida como se debe vivir.
La vida que el poeta lleva es su destino dulce y ruin.
El poeta alza su voz a las estrellas esperando la inmortalidad, sin saber muchas veces que su estrella es un lucero fugaz. Que no concede sino que niega. Que no otorga. Que agrede.
El poeta entrega su ser por completo, dejando entrañas, sangre y dolor, a cambio de una sonrisa, o de un alma que comprenda su pasión...
La vida del poeta yace tras la virginal blancura del recio papel. Del insondable mar. De la cima natural.
¡Larga y tortuosa vida, poeta!