Desvaríos De Guerra

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Es tiempo de partir. Dame tu mano por última vez y permíteme besar su dorso.

Ya suenan las alarmas.
El desespero y el nerviosismo me tienen al borde de la locura.

Es tiempo del desarraigo. Abrázame que me voy.

¿Es acaso ese el ruido de gente corriendo?
¿Son esos los golpeteos de botas contra los charcos por esta intensa lluvia que baña nuestra plaza?

¡Dime que todo esto es solo un mal sueño! ¡Dime que es mentira y que es una pantomima, un engaño de mi mente!

No quiero enlistarme, no quiero salir a luchar contra desconocidos y desalmados. No quiero oir esos gritos de dolor, no quiero ver caer a mis camaradas. No quiero esta guerra estúpida, esta guerra de egos, guerra de estratégias sanguinarias.

No me creo este cuento patriótico. No creo en esta defensa soberana que sólo trae miseria y sollozos. No creo en los alaridos de mi sargento, escupiendo maldiciones por doquier. No creo que querer correr me haga más, o menos, hombre. No creo que portar un arma sea heroico. No creo que borrar historias, detrás de cada baja, sea el camino.

Por favor, ya no intentes adivinar lo que siento, auscultar mi mente, decifrar la siguiente palabra. Ya no me mires con tus ojos llenos de amor y de lágrimas. Ya no me consueles. Voy de camino a una muerte asegurada.

Solo soy la estela de mi sangre. Solo soy los pasos de un moribundo.
Soy lo que fui hasta hoy.
Soy un suspiro al aire.
He renunciado a mis principios.
He desistido de todo lo racional y me he ceñido el traje esquizofrénico de la alienación, para darle cabida, en mi mente, a esa idea abstrusa de que todo a la fuerza es mejor.

Ya sufrí la transformación y he aceptado mi destino. He pronunciado las palabras de Jesucristo, "que no se haga mi voluntad sino la tuya", y me obligué a creer que todo fue designio divino.

Es tiempo de partir. Lo sé. Lo sabes.
Es hora de encarar al viento tan hosco y tan frío.
Ya escucho el aletear de aves y me parece ver la rapiña, que en su lenguaje tosco, se pelea por mis vísceras...

Me iré, cruzaré por esa puerta y, trágicamente, atravesaré el umbral de mi destino...

¡Adiós!

Se despide esta calavera de hombre.

¡Adios!

Y no deseo el recuerdo de mi nombre...

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