Desperté contigo a mi lado.
Hice un recorrido mental preguntándome, ¿cómo fue que llegamos a esto?
Habíamos acordado otras cosas,
Parecía que teníamos todo muy claro.
Quedamos en disfrutar de nuestra juventud, loca y desenfrenada. Pactamos conocer nuestros cuerpos y dejarnos llevar de la pasión. Dijimos una y otra vez que nunca permitiríamos la interferencia de un sentimiento similar al amor.
Nos prometimos no hablar de nuestros problemas, no hablar de nuestras crisis, no traer a nuestros espacios algo que nos comprometiera.¿Cómo fue que llegamos a esto?
Nunca te fui a recoger al trabajo. Nunca quise que estuvieras en mis celebraciones. Nunca viniste a verme mientras estuve enfermo. Nunca fui a tu casa. No deseaba conocer a tus padres. No te presenté a mis tías. No quería conocer a tu hermano menor. No te quería presentar a mi hermana mayor. No, nunca. No, jamás. Nunca, no. No, no y no.
Pero hasta mi perro conocía tu olor y le era familiar. Dejabas tu aroma en mi ropa, en mi mochila, en mi cerebro, en mis pupilas...
Tu gato sabía quién era yo. De lejos me veía y emprendía camino hasta mí. Maullaba, ronroneaba, rozaba su cuerpo contra las botas de mi pantalón y no descansaba hasta que sentía que lo acariciaba.
¿Cuándo fue que nos cogimos por primera vez de la mano y nos pareció tan normal?
Que maldita desesperación saber que estás aquí. A mi lado. Durmiendo plácidamente. Descansando. ¡Descansando!
Mientras que yo estoy acá partiéndome la cabeza, pensando en todos y cada uno de los porqués, e intentado justificar las razones de tu estadía en mi cuarto, en mi casa, a mi lado, conmigo.
¿Cómo fue que llegamos a esto?
¿Cómo es que, por más que piense y piense, no logro sentir alteración alguna!
¿Por qué te quisiste quedar?
¿Por qué me dijiste anoche que me amabas?
¡No supiste el daño que le hiciste a mi estabilidad!
Hiciste que me volviera a enamorar...