Capítulo 29: Demonios y tentaciones

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"Good Omens es propiedad de Neil Gaiman y Terry Pratchett"

Las manos de Crowley se movieron, tomando fuertemente a Aziraphale, como si este se fuera a desvanecer de un chasquido, el beso se había tornado tórrido y ahora sentía al ángel jadear en su boca, él sabía que era un gran besador y el rostro sonrojado del principiado se lo confirmo.

La corbata de Aziraphale fue desatada, aun la conservaba, a pesar de portar ropa más casual en aquella velada, el demonio comenzó a desenvolver su premio, mientras lo llenaba de besos lentos, la lengua bifurcaba el trozo de piel, sabiéndole a un pedazo del cielo.

La boca del ángel empezaba a producir sonidos indecentes, eran melodías celestiales para Crowley, y el bulto de sus pantalones empezaba a delatarlo, el deseo, la pasión; quería ver si Aziraphale estaba tan acabado como él, con un par de besos y caricias en los lugares correctos pronto cedería.

Que era más demoniaco si no tener a su merced a un ángel, pero los miedos se atenazaron en su garganta, como si el hecho de que Aziraphale estuviera con él de esa manera pudieran afectarlo,

¿Y si su ángel se convertía en demonio?

Si caía por su culpa, todo por la lujuria, era acaso eso suficiente para que ambos acabaran siendo demonios.

Crowley lo soltó de golpe, a pesar de que las cosas no podían dar marcha atrás.

- ¡No puedo hacerte esto! - se alejó, el rostro era un rictus de desdicha, el paraíso se le había negado, pero Aziraphale lo sostuvo de la corbata gris y le dio un beso lento, que provocó de nuevo algo que el demonio no quería nombrar, algo alejado de la lujuria que era solo una excusa.

Un brote de amor, de aquel que le profesaba recorrió sus brazos, como un toque de electricidad, como si aquel acto prohibido significara un nuevo comienzo.

- Ángel, no quiero detenerme... pero debo hacerlo - suspiro entre sus labios, mientras las manos del rubio vibraban en su espalda, el principiado quería continuar, a pesar de que el demonio le estaba dando una oportunidad de huir.

Pero en realidad, ¿quería huir?

- Entonces, continua - declaró Aziraphale, y aquellas simples palabras, fueron el cerrar un trato entre ambos.

Aziraphale extendió sus brazos, tal cual bendición del cielo y Crowley dejó todos sus miedos, eran demasiados, pero si el rubio quería compartir ese momento con él, que ambos bandos se fueran al carajo.

Solo eran Aziraphale y él, nada más.

Ni buenos ni malos, solo un par de enamorados. O al menos eso quería creer, que su ángel estaba tan enamorado como él, y no hacia aquello por ese reto.

El saber que Aziraphale estaba cediendo, que ambos estaban compartiendo ese momento, era más que suficiente para él. Los besos fueron avivándose.

Cuando sintió las manos del rubio abrir su camisa, lanzó un suspiro, intento acallarlo, pero fracasó, los sonidos de placer fueron comidos por su boca, en un momento eterno.

- Una ultima oportunidad - dijo Crowley retirándole el chaleco, viendo el pecho de su ángel bajar y subir - Si me dices que me detenga, lo haré.

Aziraphale se zambulló de nuevo en su boca, cerrando aquel trato, y declarando con acciones que quería seguir.

Mil veces si, pero solo con él.

N.A. Hasta me dio diabetes de tanto fluff.

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