Palabras.

Capítulo 23: Glotón

"Good Omens es propiedad de Terry Pratchett y Neil Gaiman"

Una enorme capa de humo negro salía de la cocina del demonio Crowley, así que Aziraphale de un chasquido desapareció el pavo del horno donde hace unos momentos había intentado preparar una cena para el demonio quien siempre lo llevaba a comer fuera.

El rubio amaba la comida, era una de las cosas mundanas de las que se había encariñado, al principio por curiosidad, después por placer.

Pero odiaba cocinarla, prefería ir a restaurants caros a comerla con el demonio o a veces solo, simplemente el señor Fell era un hombre de gustos refinados, de estándares, que deseaba siempre los platillos del mejor nivel.

Y ahora en un pobre intento de cocinar un platillo, estaba sufriendo una terrible jaqueca, así que de un chasquido apareció un pavo enorme con una porción de patatas y coles de Bruselas.

Sin duda ese secreto solo quedaría entre él y el ave que se veía apetitosa.

Crowley llegó vestido para la ocasión, tenía unos pantalones ajustados negros, botas de montar, una camisa color vino y sus inseparables gafas, en la mano portaba una caja con pastelillos de Algerian Coffe, ahí estaban los favoritos de su ángel.

Cuando entro a su departamento encontró un olor a quemado, asustado y recordando el incidente de la librería corrio por las escaleras de su departamento en Mayfar para ver al rubio brindarle una sonrisa.

— Eres un bastardo — se quejó el pelirrojo lanzando un suspiro al ver que su ángel estaba a salvo, sin un rasguño visible.

— Solo quería sorprenderte, ¿No te gusta? — le pregunto, el pelirrojo no comía, era algo que Aziraphale poco se daba cuenta, no lo culpaba, probaba las cosas por complacerlo, pero nunca le había revelado por que no disfrutaba la comida.

— Aziraphale, sin duda se ve delicioso, pero — lanzó un quejido, no quería arruinar la cara de su amado quien parecía feliz de haberle hecho un platillo. — La comida no me sabe absolutamente a nada, estoy maldito.

Los ojos del principiado se abrieron alarmados, y recapitulo sus multiples salidas a restaurantes por el mundo, Crowley solo bebía y veía a Aziraphale, jamás probo un platillo completo, si no que él en su glotonería no daba cabida a otro tenedor.

— Oh por todo, Crowley yo...

— Si, ella tiende a dar duros castigos, no te culpes, amo el buen vino, pero la comida me sabe a arena, es lo mismo si luce apetitosa, no puedo disfrutarla, el único punto de referencia, eres tú.

Aziraphale se quedó estático.

— ¿Querías explicarte querido? — pregunto algo impactado.

Crowley lanzo un suspiro, ahí iba una de las confesiones más vergonzosas que iba a soltar.

— Dios me castigo hace tiempo, pero aun así puedo sentir que pruebo los alimentos gracias a tus expresiones, cada que tú pruebas un bocado, siento como si mi boca fuera la que degustara el platillo, me agrada verte comer — confeso apenado — tal vez por tu culpa soy el primer Feederista* de la historia de la humanidad

— Bueno... no sé qué decir al respecto, querido — comento el rubio algo apenado, no todos los días era consiente que su manera de ingerir alimentos provocaba cosas en Crowley.

— Mierda... piensas que soy un degenerado — se quejó el pelirrojo dejando los panecillos en la mesa, Aziraphale lo siguió y lo tomo de la mano.

— No cariño, considero que me siento un idiota por no saber que no probabas alimento y por mentirte en que cocine todo esto.

— ¿Quemaste mi cocina? — se burlo el pelirrojo lanzando una risotada, que provocó que el rubio lo siguiera en risas.

— Bueno Crowley, el pavo se enfría, y pues esos panecillos lucen deliciosos, podrías alimentarme directo a la boca — lo miró con un brillo peculiar en lo ojos, y por todos los infiernos que el demonio lo haría hasta el final de los tiempos.

N.A. Esto tiene un HC mío sobre Crowley viendo comer a Aziraphale, y que tal vez si es en definitiva un Feederista consumado.

*Feederismo: Personas que sienten una estimulacion sexual por ver a las personas comiendo y engordando a sus parejas sexuales.