Capítulo 31: El final.

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"Good Omens es propiedad de Neil Gaiman y Terry Pratchett"

Crowley al escuchar aquello, al saber que era correspondido estalló en dicha, había visto miles de veces a los humanos estar con euforia, gritar de júbilo, pero él no creía que alguna vez fuera merecedor de Aziraphale, y como si aquellas palabras hubieran quitado una pesada loza, se deshizo sobre él, el rubio no podía contener al demonio y cedió ante él.

Crowley se posó sobre el rubio y lo llenó de besos, de mimos, alabó su piel como si fuera echo del material más fino.

El pelirrojo entendió por qué los hombres caían en pecado, él caería mil veces, si eso le permitiría amar a Aziraphale.

- La unión de dos almas sinceras no admite impedimentos. No es amor el amor que se transforma con el cambio, o se aleja con la distancia - murmuró el pelirrojo al oído de su ángel, Aziraphale abrió los ojos anonadados, reconocía aquella frase la había memorizado, solo para él.

-¡Oh, no! Es un faro siempre firme, que desafía a las tempestades sin estremecerse. Es la estrella para el navío a la deriva, de valor incalculable, aunque se mida su altura - complemento la frase del pelirrojo besándolo, este sonreía entre besos y caricias, sintió una mano hondar en sus pliegues, y darle placer, uno que debía de ser prohibido, pero ahí estaba, suspirando bajos las manos expertas del demonio, que había dedicado frases de amor en su oído.

- No es amor bufón del tiempo, aunque los rosados labios y mejillas caigan bajo el golpe de su guadaña - murmuro el pelirrojo, besando el oído de su amado - El amor no se altera con sus breves horas y semanas, sino que se afianza incluso hasta en el borde del abismo. Sí estoy equivocado y se demuestra, yo nunca nada escribí, y nadie jamás amó. Al menos como te amo yo...

- Eso no iba en el soneto, querido - se burló el rubio sintiendo a Crowley estar sobre él, mientras le daba un beso en la frente.

- Puedo darme el lujo de cambiarlo, yo le di a ese cabrón ese soneto - se rio de si mismo, de haberle dedicado tantos poemas a su ángel de haberlo amado como lo hacía.

De una estocada estaba dentro, y el rubio suspiro, en una balada lenta se entregaron, tenían toda la vida que les permitiera la lenta, ya se amaban más que la compresión humana.

Crowley amaneció abrazado de Aziraphale, en medio de la noche pensó que era un sueño, que aquella absurda misión no había ocurrido, pero al ver el cuerpo redondo del rubio, todo en él se tranquilizó, para su dicha, nada parecía haber afectado a Aziraphale, estaba tan completo como si nada hubiera ocurrido.

- Crowley - murmuró el rubio viéndolo, y con una brillante sonrisa.

- Descansa ángel, fue una noche pesada - se mofó un poco, estirando los brazos.

- Tal vez querido, las cosas que han pasado, el que te asignaran esa misión, fue cosa de bueno, tu sabes - murmuró el principiado, algo aturdido de pensar que dios pudiera ser parte de esto.

- No habías dicho que los planes del Altísimo, era inefables - se burló el demonio besando su nariz, amaría despertar así, toda la eternidad.

- Bueno, es verdad... creo que me comí mis propias palabras, querido - se burló de si mismo el rubio, Crowley lo miro con tanta devoción, y agradeció, aquel momento, aquella noche y las que vendría por delante.

Sin duda las palabras entre los dos, salían sobrando, cuando el amor parecía escaparse de ambos.

Fin.

N.A. Gracias por su paciencia. <3 Saludos.

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