Capítulo 30: Amar es fácil si eres tú.

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"Good Omens es propiedad de Neil Gaiman y Terry Pratchett"

Aziraphale sintió la boca de Crowley bajar por su cuello, las manos invadir su pecho, y las ganas de detenerlo irse volando como querubines por la ventana.

Las manos se deshicieron de la ropa, y Crowley bajo por su pecho, el rubio en su corporación humana tenía algo de vello en pecho de color platinado, pero el pelirrojo pareció ignorarlo, entretenido en su faena.

- ¿Preferirías un cuerpo femenino? - preguntó sacando al demonio de su trance, quien clavó sus ojos desprovistos de gafas en él.

- ¿Por qué piensas eso? - dijo indignado mientras intentaba mantenerse concentrado en sus grandes ojos azules y no en su pecho libre para ser comido.

Aziraphale le dio una sonrisa taimada, y Crowley amó más aquel maldito bastardo.

- Por qué ibas a copular con una dama casada - contestó ufano, sin duda el bastardo no quitaría el dedo del renglón - puedo verme como ella...

- ¡No! - contestó de golpe, tomando de la mano a Aziraphale antes de que conjurara aquellas bendiciones sobre ellos - No te atrevas...

Siseo esa última palabra, comiéndolo a besos, mientras Aziraphale sonreía de oreja a oreja.

- Pero querido, pensé que te encendían las damas - lo presiono una vez más, sin duda el rubio era una mente maquiavélica cuando se trataba de probar un punto, y no se rendaría.

- Aziraphale, mira... ella me recordaba a ti, siempre fue por eso, no te puedo quitar de mi mente, desde el maldito Edén, y demonios... te deseo, te admiro, ¡te quiero de todas las maneras poéticas que los malditos escritores de mierda han podido retratar en sus libros!, ¡Feliz! - soltó Crowley con una sinceridad que casi lo hace llorar, y pensar que después de aquella verborrea el rubio huiría.

Pero Aziraphale lanzó un chasquido y desapareció la ropa de ambos, bueno, aquello si dejó sorprendido al demonio, quien sintió el aire de la habitación más cálido, el rubio casi resplandecía.

- Eso era todo lo que quería escucha querido - y lo cubrió con caricias, que dejaron a Crowley boquiabierto, ¿Quién era ese incubo y que había hecho con Aziraphale?, cuando la boca de su ángel lo envolvió, un jadeo se escapó de su boca.

- ¡Mierda santa! - exclamó el pelirrojo sintiendo la boca de Aziraphale cubrirlo y succionar, en un vaivén lento pero consistente; miles de veces había visto al rubio devorar platos con una expresión de dicha, pero verlo cubrirlo y envolverlo siendo él ahora el platillo, era algo que casi lo hace venir en la boca de su ángel.

Aziraphale aceleró el ritmo, haciendo sonidos que no eran propios de un ser de luz, la mente del pelirrojo estaba en un limbo entre el cielo y la tierra, tomó los mechones rubios y aceleró, viendo como los ojos azules se cerraban y un gemido sordo era acallado por las embestidas de su pene en la boca del rubio.

Estaba a punto de llegar, y no quería, podía retardarlo, pero necesitaba liberarse.

- Ven en mi boca - escuchó en su mente, provocando que con esa simple frase casi lo hiciera, Aziraphale aceleró, y Crowley sintió su pulso detenerse, y luego destensarse como un resorte, su orgasmo fue atronador, y Aziraphale se alejó después de la primera replica.

- ¿Dónde demonios aprendiste eso, ángel? - le dijo jadeando, viendo como el rubio se limpiaba con el dorso de la mano el rastro de pasión del pelirrojo.

- Libros - contesto ufano, viendo como el pelirrojo agradecía a los autores de literatura erótica aquella que fue el mejor sexo oral de su vida.

El rubio observó que aún seguían en la librería, y de un chasquido ambos estaban en la casa del demonio. En su cama cubierta de satín negro, y plantas por todos lados.

- Ángel, no quiero que mis muchachos vean esto - se burló un poco, desapareciendo los ornatos de su cuarto y dejando las luces tenues, ambos se miraron, había algo más que pasión en sus ojos, había devoción, era amor.

- Crowley, es verdad tus palabras, ¿desde el Edén? - preguntó esperanzado el rubio.

- Si, aterrador no, no pido que me ames, o quieras de la misma manera, es solo que desde los años 60's, he pensando que tal vez tu no lo hagas...

Y Aziraphale lo besó de nuevo, y acarició su espalda, provocando que Crowley desplegará un par de alas.

- Crowley te amo, no se si tan temprano como tú, pero lo hago.

N.A. Ya casi llegamos al final de esto.

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