Capitulo 22: Pecados

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"Good omens es propiedad de Terry Pratchett y Neil Gaiman"

Aziraphale estaba consiente de algo, definitivamente, su estadía en la tierra no era solo por el hecho de la comodidad que esta le causaba, era un círculo redondo de cosas que se amoldaban perfectamente.

Podía enumerarlas, cada una era casi tan importante como la anterior.

Y sin duda si sus superiores sabían del hecho de que era un ángel que disfrutaba los pecados del mundo terrenal, definitivamente eso colocaría un par de alas negras en su espalda.

Aziraphale tomó una copa de buen vino y un pequeño trozo de sushi de su local favorito, era simplemente un bocado perfecto.

Pensó un momento en la comodidad, la gula que lo acompañaba, él no necesitaba comer, pero hacerlo le provocaba placer ante un sencillo plato.

Después miró con descaro aquel libro que tenía en sus manos, la codicia le había hecho lanzar una cantidad absurda por esa primera edición de aquel libro, era una primera edición de "Cumbres Borrascosas" de Emily Brontë, el libro era una reliquia y él estaba disfrutando plenamente de tenerlo entre sus manos.

Comida, Libros y por supuesto, escucho la voz de su tercer pecado.

— Ángel, traje una botella nueva para tu colección — murmuro la voz de cierto pelirrojo que llegaba con su andar serpentino y entraba con libertad a su librería, ahí estaba la personificación de todas las tentaciones.

— Gracias, Querido — sonrió con aquella amplia mueca que siempre provocaba que Crowley boqueara, Aziraphale era como una luz cegadora, y el se sentía como una polilla enorme revoloteando alrededor de él.

Crowley apareció de un deseo una copa y se sirvió del vino que había traído, observó a Aziraphale por un momento.

— ¿Extrañas tu trabajo arriba? — preguntó, el casi Armagedón había dejado a ambos sin empleo, pero por alguna extraña razón lo que al principio parecía el desasosiego de su vida, ahora Aziraphale lo tenía como un momento de paz, para disfrutar lo mundano que se había quedado, por el mundo donde aun vivían, al menos hasta que los demonios y ángeles reclamaran esa guerra pendiente de nuevo.

— No, al principio tuve miedo — confesó viendo su primera edición que ahora parecía aburrida, así que opto por dejarla de lado para clavar sus ojos azules en el rostro de Crowley, quien parecía atento a su respuesta, Aziraphale le quitó las gafas dejando vulnerable al demonio — pero ya no temó más.

El rubio se acerco cortando el espacio entre ambos y solo escucho un susurró suave.

— Aziraphale...

Y de pronto los labios de ambos se unían, sellando aquel momento, ahí la razón para abrazar la libertad, por el mundo que aún seguía girando, por una copa de buena vino, por un demonio pelirrojo que amaba hasta el hartazgo a un ángel rubio que devoraba su boca, mandando fuera la inseguridad que una vez atravesaba su pecho, y se dejaba envolver por su propio pecado, aquello que de seguro Dios aprobaría, entre sus misteriosos juegos donde no habría ganador jamás.

En definitiva, así sería.

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