Capítulo 14: Infame

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"Good Omens es una serie de Amazon Prime y un libro de Terry Pratchett y Neil Gaiman"

Había días en que Crowley se preguntaba, si en realidad Aziraphale era tan bueno como su apariencia angelical lo hacía ver, tenia una sonrisa que le causaba sensaciones agradables, un cabello rubio ensortijado como el de un bebé humano, pero dentro de él ocultaba algo más.

Desde el principio, el demonio de cabellos rojos se sintió atraído por esa aura que indicaba que dicho ser de luz era bastante "bastardo", después de todo, ¿Quien  le miente a Dios?, que todo lo ve y todo lo juzga.

Odiaba admitir que, aunque él fuera un demonio y el engaño fuera su fuerte, el hecho de que Aziraphale se encontrará metido en problemas siempre por su terquedad y  las extrañas desapariciones de "compradores" de su librería; eran una señal inequívoca de que el rubio era el ejemplo perfecto "de que las apariencias engañan".

— ¿Cómo puedes fingir tan bien? — le preguntó una noche al rubio, la botella de vino se había acabado, y Aziraphale abría otra de su cava privada.

— No sé de qué hablas, ya estás ebrio, querido —se escudó el ángel, sirviéndose más de aquella bebida bermellón en una copa de cristal, los nervios ocasionaron que derramara algo del líquido en sus manos, imaginando ¿Qué había adivinado el demonio?

— No lo suficiente, ángel, no te atrevas a fingir conmigo, sabes que te conozco igual de bien, se tú olor, aprendí tus gestos — las palabras brotaban de su boca, provocando un sonrojo sonoro al decirlas — por eso sé que finges ser bueno; Pero no necesitas hacerlo, al menos no conmigo.

— Crowley, soy un ángel, nosotros somos buenos, ustedes los malos, fin de la ecuación — la voz rayaba en la indignación, más por el hecho de lo que él supuso que Crowley había adivinado, que por la acusación en sí, el demonio sonrió, como si aquello fuera un chiste propio del cual Aziraphale aun no comprendía.

— Tú me dijiste que era bu... bueno, ves, ni siquiera puedo pronunciarlo del todo bien — se quejó el pelirrojo, sirviéndose con un deseo demoníaco más vino en su copa, ya que él ángel estaba en un debate interno ante sus palabras aun con la botella en la mano.

— Si, pero eso no significa que yo sea malo — explicó, como si lo que dijo fuera ajeno a toda duda, pero Crowley le dio por respuesta un bufido, eran como un zorro y un viejo sabueso, jugando atraparse uno al otro.

— Mientes, y esa es la primera señal de la maldad que se encuentra dentro de tu cuerpo, intentando salir, tu libre albedrio , el hecho de que hayas junto conmigo, engañado en múltiples reportes, Aziraphale, no eres del todo bueno y yo no soy del todo malo — dijo en tono de reproche, haciendo que con cada palabra dicha un poco de liquido rojizo se derramara en su camisa color rojo, el saco hace tiempo que descansaba en el sofá del rechoncho ángel, quien no podía refutar aquel argumento.

— Tal vez, el relacionarme contigo fue lo que ocasiono que no fuera tan divino — se justificó, haciendo que Crowley casi estrellara la copa del enojo, Aziraphale rodo los ojos, a veces odiaba las rabietas del demonio, este se acerco en dos zancadas y lo tomo del saco.

— ¿Te arrepientes de haberte relacionado conmigo? — definitivamente, en cualquier situación normal, que un demonio ebrio te tomara de las solapas de la chaqueta era una mala señal, y una alerta de peligro, pero tal vez Aziraphale ya estaba suficientemente acostumbrado a esos acercamientos, que sólo soltó una sonrisa ladeada, negó con la cabeza, y sintió el sabor del vino probado de los labios del pelirrojo.

En definitiva, él no era del todo bueno, pero lo que pasaba entre ellos, no era para nada malo.

N.A. ¡Feliz Navidad!

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