Cap65. Influenza

201 24 0
                                    

Si a Marcela le hubieran dicho que iba a estar sentada enfrente de un hombre que es de otro mundo, y que ya tuvieron dos citas atrás, y que hasta conoce a su hermano mayor y lo prefiere a él. Se hubiera reído en la cara de esa persona, pues antes juraba que nunca iba a superar a Armando Mendoza Sáenz. En el paso ellos dos se iban a casar, pero agradecida de una parte muy mínima por Beatriz, hizo que abriera los ojos y viera con qué clase de hombre estaba en esos últimos años. Dejo su dignidad a un lado, su valor de mujer, derramo lágrimas por alguien que le fue infiel varias veces y ella se daba cuenta pero aún así lo perdonaba, y después de ese perdón tenían una reconciliación, una que era hacer el amor, como ellos pensaban que era, pero ahí, solo había alguien que sentía el uno por el otro.

Marcela, una mujer perfecta, una sonrisa que deslumbra a cualquier, cuerpo de modelo, y todo lo demás es de ensueños, para algunos hombres, esa mujer seria la pareja perfecta para cualquiera.

JO: ¿Que tal el almuerzo? - Dejando la servilleta con la que se limpió, alado de su plato ya vació -
M: Muy, pero muy rico
JO: Ya lo creo, que bueno que le haya gustado
M: Espero algún día yo invitarlo a almorzar o una cena, ¿No?
JO: Yo también lo espero - Le dedico una sonrisa coqueta -
X: Su cuenta
JO: Gracias - Agarra el trozo de papel -
M: Si quiere ponemos la mitad y mitad - Abre su cartera -
JO: No - La detiene - Yo la invité, así que, yo pago - Pone su tarjeta de crédito en la mini carpeta negra de cuero del mesero - Por favor
X: En seguida señor - Se va -
M: Muy amable
JO: Claro

Después de eso su tema se fue tornando más y más coqueto, hasta que llegó el mesero para entregar la factura y la tarjeta de José Omar.

Salieron de ese restaurante elegante y que servía buena comida, deliciosa para ser justos. Estuvieron caminando por la banqueta y hablando, el día se veía un tanto serio, con nubes un poco oscuras pero también con un toque de la luz que da el sol. No hacía calor, es más, hacía aire y había un toque de frescura en el ambiente. Estuvieron caminando un par de cuadras hasta que decidieron regresar al lugar donde tenían estacionado el carro de José Omar.

JO: Suba - Le abrió la puerta del copiloto -
M: Gracias - Dice con un toque de amabilidad - Que caballero
JO: Ya ve

Al cerrar la puerta, se dirigió a su puesto, para luego subir e irse para Ecomoda. Los dos quisieran quedarse más tiempo juntos, nunca habían sentido una compañía como la de ellos, se sentían tan agusto juntos que era imposible no recordar sus citas anterior, o los tiempos que han sido fugaces, como cuando se conocieron y supuestamente, se caían mal, o que solo José Omar tenía una intención esa noche y era llevar a alguien en la cama, pero al final encontró a alguien que por fin, estaba buscando, al igual que con Marcela, encontró a alguien que por fin la valora, que la invita a salir, que aveces, le envía flores o cartas para invitarla por un paseo rápido por el parque, o por las calles de Bogotá.

Cuando llegaron a la puerta principal de Ecomoda, José Omar salió de su lugar para abrirle la puerta a Marcela, le extendió su mano, y ella la tomó para luego bajar. Justo en ese movimiento José Omar cerró la puerta con un poco de fuerza y la jalo a su cuerpo, la pegó y los dos pudieron oler su fragancia que estaba desprendiendo de su cuerpo. Los dos se miraban, por los ojos, y la boca, no pensaron y llegó el beso, el segundo beso de ellos dos. Cuando se separaron Marcela se soltó de su agarre para ir caminando hasta la entrada de Ecomoda, pero antes de entrar, volteó y vio a José Omar, le regaló una sonrisa, para tranquilizarlo que todo está bien.

...
Una mujer que soñó tener una empresa así de grande como Ecomoda o más de lo que es esta industria de la moda, estaba trabajando apresuradamente en su escritorio, preparativos y más preparativos, manejar plata de dos empresas es más que difícil, es algo de trabajo y esfuerzo. Claro que aveces no se puede hacer las dos cosas. Beatriz quería tener ya un edifico para Terramoda, en la zona industrial, tener el lote, ya tenían la capital, clientes más recurrentes y más socios en la empresa, la capital ya no era la inicial, lo que hizo Beatriz fue meter más dinero como para su patrimonio, así que era la accionista mayoritaria de esa gran empresa.

De pronto cuando llegó la tarde tranquilamente, recibió una llamada.

B: ¿Si?
DH: Betty
B: Papá ¿Que pasó?
DH: Su madre era enferma
B: Pero ¿De qué? - Dijo algo preocupada -
DH: Estamos en el hospital y nos dijeron que es de influenza
B: ¿Por dónde me está llamando?
DH: Por un teléfono de la recepción
B: Dígame la ubicación del hospital y pasó por ustedes - Se la da - Ya, ahora voy, llego en 30 minutos
DH: La esperamos aquí
B: Chao - Cuelga -

Cuando dejo el teléfono a un lado de su escritorio, agarró su bolsa velozmente y guardó todo de su uso personal, cuando iba salir justamente se apareció una de las personas que menos le quisiera ver ma cara por mucho tiempo.

B: ¿Que pasa? - Arrugó el entrecejo -
MC: Betty, usted tenemos muchas cosas de que hablar - La ve de arriba para abajo, y de abajo para arriba - ¿Se va tan temprano? ¿Con qué galán tiene hoy su cita? ¿Hmm?
B: Es un asunto personal, ningún "Galán", como usted dice, me está esperando en un restaurante para cenar al ritmo del jazz y copas chocando - Contesto con ironía y después soltó un suspiro - ¿Que necesita, doctor?
MC: Hablar con usted - Puso una sonrisa cínica -
B: No puedo ahora, mañana - Intento pasar pero se lo impidió -
MC: ¿Armando ayer habló con usted? - Lo mira a los ojos y echa nuevamente un suspiro más pesado -
B: No, ¿Feliz? - Logra pasar el marco de la puerta -

¿Armando? ¿Hablar con ella? ¿Para qué? Si hace tiempo el no intentaba acercarse a ella ya que se lo pidió de una manera, sutil, se podría decir. No insinuaba una vez más sus sentimientos y que se muere si no está con el, en un principio se la estaba creyendo, pero de repente apareció un francés de ojos azules que le hizo una propuesta para trabajar con vista al mar, ¿Quien no aceptaría algo así? Ella se alejó de Ecomoda, de nuevo para querer superar a Armando, para no tener un nuevo amorío, pero al final, se encontró con una pared de ladrillos y con la que chocó, pues eso representaba sus nuevos sentimientos por Michel. Si querido francés.

Al llegar al hospital donde estaba su madre y padre, preguntó por ellos, una enfermera joven y amable la guió hasta la sala y vio a su padre viendo el periódico y sentado en la silla, que se veía incómoda a primer avista. Y a su madre la vio durmiendo, si respiración iba calmada, pero su aspecto, se veía con demasiada demacracion.

B: Buenas - Hablo en susurro -
DH: Betty, mija - Se levanta de la silla y se acerca a ella - Vamos afuera - Salieron - ¿Como esta?
B: Bien ¿Usted?
DH: Bien - No se notaba que estuviera bien -
B: ¿Y mamá? ¿Que tal?
DH: Pues, nos dijo el doctor que tenía que guardar reposo absoluto por 2 semanas como mínimo, nada de contacto con otras personas por que es contagioso y los medicamentos ya pasaremos por ellos
B: Esta bien ¿Ya comió?
DH: No ¿Usted?
B: Trabajo - Puso una cara de "nimodo" -

Esperaron al menos, dos horas más para que la madre de Beatriz se despertara y por fin irse a su humilde hogar. Al llegar hasta adentro de su casa, pasaron al comedor para darle algo de beber a Julia, pues ya se tenía que tomar sus medicinas.

B: ¿Que tal? - La cuestiona por la medicina -
DJ: Muy - Pone cara de desagrado -
B: JOJOJOJO. Con su cara me dice todo - Deja a un lado las cosas - ¿Como se siente? - Se sienta en la silla de un lado de ella -
DJ: Pues, mal
B: Ya lo creo
DH: Ay Julia, a usted nada más se le ocurre enfermarse
B: Papá - Lo regañó con la mirada -
DH: La espero arriba - Se va -
B: No le haga caso - Se acomoda sus lentes -

Como si las palabras de Hermes cambiara el estado de su esposa las dijo sin más, el hombre siempre era directo en cosas que le molestaban mucho o sobreprotejia. Al cabo de unos minutos Julia mostró señales de ya estar cansada y no poder estar más tiempo con los ojos abiertos, así que cada una para su cuarto y a dormir. Con tres hombres en la mente. Mario Calderón, Armando Mendoza y Michel Doinel.

Con un beso en la noche;(Betty x Michel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora