—Vamos, Alice, sabes que lo quieres —ronronea mientras mueve su mano frente a mí.
Parece que el universo se enfrasca en que cada uno de mis encuentros con Sebastian terminen con una propuesta y su mano extendida hacia mí.
—Sebastian, yo no...
—Sé que aún estás molesta —me interrumpe—. Y no te estoy pidiendo que dejes de estarlo. Solo quiero explicarte qué fue lo que sucedió.
—Ambos sabemos lo que sucedió —increpo.
—No, no sabes toda la historia y en el fondo sabes que tengo razón. Tienes preguntas a las que solo yo puedo darle respuestas.
Suspiro con exasperación porque en el fondo tiene razón.
Desde que escuché al trío de chicas en el baño, me he estado preguntando un sinfín de cosas, que se fueron al traste una vez lo vi, hizo su desastrosa declaración y estampé mi mano contra su cara, pero que ahora vuelven a resurgir.
—¿Por qué no puedes darme esas respuestas ahora?
Él hace una mueca, tirando de su cabello hacia atrás.
—Porque no soporto sentirme presionado, y es lo que siento con tu papá mirándonos.
Me giro de inmediato para confirmar lo que me ha dicho y, sí, es así. Mi padre se encuentra de brazos cruzados, mirándonos desde la puerta de la cocina.
Sin decirle nada más a Sebastian, camino con rapidez hacia él quien enarca una de sus cejas a medida que me acerco.
—¿No vas a presentarme a tu amigo? —pregunta sin cambiar su expresión.
—No es mi amigo, papá.
—Llevas bastante tiempo aquí afuera hablando con él.
Meto las manos en los bolsillos de la sudadera que estoy usando mientras medito con cuidado mis siguientes palabras, al tiempo que termino de tomar una decisión.
—Es un chico a quien conocí recientemente y con quien tengo una conversación pendiente, por lo que tengo que salir con él un momento. —Lamo mis labios—. Si eso está bien para ti —pronuncio esto último en voz baja.
No debería, en serio ni siquiera debería tomarlo como una posibilidad, pero algo me impulsa a hacerlo y ni yo misma entiendo qué.
—Es noche de escuela —explica papá de manera neutra—. Y no conozco a ese chico.
—Prometo no volver tarde, y es amigo de Alina.
Papá deja escapar una especie de sonrisa.
—¿Cómo puede ser eso una clase de consuelo? —Finalmente ríe brevemente junto a mí—. De acuerdo, Alice, confiaré en ti, como siempre lo he hecho.
—Gracias, papá. —Le doy un beso en la mejilla antes de que regrese dentro de la casa.
Tomo una profunda respiración para luego regresar junto a Sebastian, quien ya está montado en la motocicleta encendida con el casco puesto y con el otro tendido hacia mí.
—Das por sentado que iré contigo —replico mordazmente.
—De no ser así, habrías entrado detrás de tu papá. —Mueve el casco hacia mí—. Vamos, no queremos regresar tarde ¿cierto?
Lo miro impasible, tomando el casco de su mano. De algún modo logro colocármelo sin tener demasiado problema con mis gafas y mi cola de caballo, antes de sentarme a horcajadas detrás de él. Rodeo su cintura con mis brazos en el momento en el que arranca.
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Mil razones para dejarte ir. Serie Mil Razones 1
Teen FictionAlice y Sebastian no tienen mucho en común. Ella tiene muy claro lo que quiere en su vida: graduarse con honores, lograr entrar en la universidad de sus sueños y no enamorarse mientras esto sucede. Él no tiene ningún plan en su vida, vive un día a...