11. Cosas que me gustan de ti

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—Sebastian —exhalo su nombre.

Casi como si al hacerlo fuese a desaparecer y todo fuera producto de mi imaginación, pero la risa al otro lado de la línea me indica que no, él realmente está llamándome ahora mismo.

—Pareces sorprendida de escucharme.

—Lo estoy.

—¿Por qué? —pregunta, burlón—. Quedaste en llamarme anoche

—No, nunca lo hice. Tú lo aseguraste, pero jamás te dije que lo haría —le recuerdo.

—¿Así que no pensabas llamarme? ¿Tan mal la pasaste conmigo?

Sebastian suena herido, sin embargo, a este punto no sé si realmente lo está o solo es una actuación. Además, después de su declaración cibernética, como la llama Zach, no estoy segura de cómo está el suelo que piso junto a Sebastian.

¿Todo con él es una simple broma o realmente va en serio?

—Yo no he dicho eso —musito al fin.

—Entonces me dejaste esperando una llamada hasta que me cansé y te llamé yo a ti —afirma.

—No, la pasé bien anoche, pero no pensaba llamarte. Ni siquiera tengo tu número... —Mi ceño se frunce—. ¿Cómo es que tú tienes el mío?

Él vuelve a reír.

—A veces tiene sus ventajas conocer a tu hermana.

Claro, Alina.

Ahora entiendo por qué me pidió revisar mi teléfono. Parecía que todo giraba en torno a ella, ya que mi día se había vuelto una locura desde la foto que posteó en Instagram y que él había comentado.

¿Debería interrogarlo al respecto? No, pues se supone que tengo novio. No puedo solo cuestionar si va en serio con lo de que le gusto. Pero sí puedo preguntarle por qué me está llamando, es una duda normal sin ningún tipo de interés a fondo más allá.

—¿A qué se debe tu llamada? —pregunto sin titubeos.

—Directa, sin rodeos. Otra cosa que agregar a la lista —asegura Sebastian.

Mi ceño se frunce.

—¿Qué lista?

—La lista de cosas que me gustan de ti.

Tomo una profunda respiración. De nuevo, me ha dejado sin palabras.

—Es una lista un tanto corta —continúa Sebastian—. Ya que recién comienzo a conocer nuevas cosas sobre ti, pero te puedo asegurar que a medida que crece, también lo hace mi atracción por ti.

—Tienes que parar —le pido levantándome de golpe—. Tengo novio ¿recuerdas?

—Y yo te dije que no me importaba ¿recuerdas? —replica—. Si mi comentario en Instagram no lo dejó claro, no sé qué lo hará.

—No tienes que hacer nada, solo olvidarte de que nos encontramos en detención y ya —declaro.

—Eso no se va a poder —musita con falso pesar—. Cuando quiero algo lo obtengo y te quiero a ti, Alice.

Si mi corazón había latido deprisa con su "me gusta" ahora late como un caballo desbocado cabalgando en un prado. Vuelvo a caer sentada en la cama, aferrando mi IPhone a mi oído y con la boca abierta en un grito que no llega a salir del todo.

Quiero gritar, decirle que está loco, que se olvide de mí y colgarle el teléfono, pero no puedo. No puedo porque en el fondo, mi reacción se debe a que me gusta. Me gusta el pensar que le gusto, en que me quiere a pesar de "tener novio" aunque no es algo que vaya a decirle, porque también me frustra. Me frustra sentirme así, me frustra permitir que él me afecte de la manera en que lo hace y, sobre todo, me frustra que siempre consiga dejarme sin palabras.

Mil razones para dejarte ir. Serie Mil Razones 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora