—¿Qué harás hoy después de clase? —pregunta Sebastian una vez que hemos llegado a la escuela.
Caminamos uno junto al otro mientras nos dirigimos a mi casillero.
—Me iré con Zach a casa, hoy es nuestra cena semanal.
Sebastian me da un vistazo antes de mirar al frente de nuevo. No sé si se ha molestado o no, pero él está al tanto de que los jueves ceno con mi amigo.
—La cena es a las siete —murmura de pronto—. Y salimos mucho antes de la escuela.
—Sí, pero Zach siempre me lleva porque usamos la tarde para estudiar. Forma parte de la tradición.
—¿Lewis también quiere ir a Harvard?
—No. —Había olvidado todo ese asunto de Harvard y su plaza asegurada—. Al igual que tú, no tiene un plan en concreto.
Una media sonrisa aparece en la comisura de sus labios.
—Me preguntaba cuánto tardarías en sacar el tema.
—Contigo es fácil olvidarse de las cosas.
—Y eso que no he vuelto a besarte. —Me sonríe guiñándome un ojo.
Siento mis mejillas calentarse y suspiro tratando de aliviar mi pena.
—Pero hablando en serio, ¿por qué no quieres ir a Harvard?
—Porque es lo que mi papá quiere, no lo que yo deseo.
—¿Y qué es lo que tú quieres? —cuestiono.
Sebastian lo medita unos segundos antes de encogerse de hombros.
—No lo sé.
Lo miro sin poder creérmelo.
—¿De verdad nunca has pensado en tu futuro y en lo que te gustaría hacer cuando nos graduemos?
Él sacude su cabeza.
—Te he dicho que los planes no son lo mío. Por más que te empeñes en que salgan como tú deseas, siempre hay algo que sale mal.
Sus palabras tienen un tono de amargura que me sorprende y que intuyo no se debe solo al hecho de hacer planes en sí mismo. Es algo más profundo, pero no me atrevo a preguntar qué es.
—Entonces, ¿no te veré después de la escuela? —pregunta de nuevo.
Parece muy interesado en que nos veamos, lo que me intriga.
—Como te he dicho, ya tengo planes. Pero mañana estoy libre. —Le regalo mi mejor sonrisa al terminar la frase.
Logro que su semblante cambie, aunque solo unos segundos. Cuando vuelve a mirar al frente, su ceño se frunce. Desvío la vista siguiendo su dirección para ver a Zach un par de metros más adelante apoyado en mi casillero, observándonos.
—No sé por qué ustedes no se dan una oportunidad, son más parecidos de lo que crees —murmuro deteniéndome cuando Sebastian lo hace.
—¡No me insultes! —pide blanqueando los ojos—. Yo no te acoso de esa manera.
—Zach tampoco —lo defiendo—. Solo me espera en mi casillero como casi todas las mañanas desde que tengo memoria. Es casi una especie de tradición.
—¿Cuántas tradiciones más tienen ustedes? Comienza a ser molesto verlo hasta en la sopa.
—Es mi mejor amigo, tendrás que acostumbrarte ¿no?
Sebastian me mira fijamente unos segundos, antes de asentir.
—Supongo. Pero ahora, justo ahora, no quiero. —Blanqueo los ojos y Sebastian sonríe—.Me gustas cuando haces eso. —Sus dedos van a mi mentón y me hacen mirar su sonrisa de prepotencia. Sé que mis mejillas están rojas en este momento gracias a su frase anterior y eso solo hace que su sonrisa se ensanche—. También me gustas cuando te sonrojas.
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Mil razones para dejarte ir. Serie Mil Razones 1
Teen FictionAlice y Sebastian no tienen mucho en común. Ella tiene muy claro lo que quiere en su vida: graduarse con honores, lograr entrar en la universidad de sus sueños y no enamorarse mientras esto sucede. Él no tiene ningún plan en su vida, vive un día a...