4. Alina.

685 109 12
                                    

Honestamente, me sorprende que sepa mi nombre. Creí que me llamaba "señorita Parker" porque así que había llamado el señor Murray en detención.

—¿Cómo sabes mi nombre? —pregunto confundida.

—Tengo mis fuentes —responde con una sonrisa.

Mi ceja derecha se enarca.

Nosotros nunca hemos compartido clases juntos, la única razón por la que sé cómo se llama es por los rumores que hay sobre él en los pasillos, pero de mí no hay rumores que puedan poner mi nombre en boca de todos, a excepción de mi no-relación con Zach.

—Y conozco a tu hermana, ella me dijo tu nombre —comenta después de unos segundos.

Alina.

—¿Por qué conoces a mi hermana? —inquiero cruzándome de brazos.

No conozco mucho a los amigos de Alina. A excepción de Evie, nunca la he visto salir con otras personas. Sí socializa mucho más que yo, pero jamás la he visto en los pasillos con Sebastian, por lo que no logro hacer la conexión.

—Nos conocimos en detención y nos hemos encontrado un par de veces más allí —explica Sebastian—. No fue difícil para mí saber que eran hermanas, porque se parecen mucho, solo tuve que buscarla y preguntarle el nombre de su hermana mayor.

Si eso es cierto, ¿por qué Alina no me había dicho esto? Hablé con ella minutos antes.

—¿Por qué le preguntaste sobre mí?

Sebastian ríe.

—Me siento peor que en detención —comenta entre risas—. Más que una conversación real esto parece un interrogatorio

Siento mis mejillas arder, porque tiene razón. No he hecho más que preguntar y preguntar cosas que él no ha dudado en responder y ni siquiera sé para qué quiero saber tanto, lo único que debo hacer es alejarme y ya.

—Lo siento —digo apenada—. Tienes razón, no he hecho más que preguntar.

—Supongo que llegó mi turno de hacerlo —pronuncia acercándose a mí.

Su aroma me invade. Es una mezcla entre hierbas, lluvia y madera. Admito que no me es indiferente la agradable la fragancia que emana, pero que comience a invadir mi espacio personal vuelve a poner a mis moléculas ansiosas, sin embargo, desconozco si se debe a su cercanía o a que no está lo suficientemente cerca y esa reacción en mí, me confunde.

—Me tengo que ir —musito dando un paso atrás.

Su ceño se frunce.

—¿Por qué?

—¡Alice! —exclama una voz a mi espalda. Zach aparece junto a mí y como siempre rodea mis hombros con su brazo—. Te estaba buscando —añade mirándome.

—Ya me encontraste. —Sonrío sintiéndome incómoda.

Los ojos de Sebastian siguen fijos en mí, pero esta vez no es el gesto gentil y amigable que me dirigía minutos antes.

—Y estabas muy bien acompañada —murmura mi amigo con una sonrisa, dirigiendo sus ojos azules hacia Sebastian, quien pasa su mirada llena de hostilidad hacia Zach.

—Lewis —sisea con frialdad.

—Lane —contesta Zach sin dejar su tono amigable—. ¿Interrumpí algo?

—Para nada. —Me apresuro a decir—. Yo ya me iba.

—Por eso te buscaba, recuerda que hoy te llevo a casa —explica de nuevo concentrándose en mí.

Mil razones para dejarte ir. Serie Mil Razones 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora