XII

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Dos días habían pasado desde que Izuku había aceptado irse con el hombre oji dorado, luego de una charla muy larga con el Kitsune.

Su tía Momo le había preparado una mochila con los kimonos y ropa que ella con su pareja le habían regalado al pequeño peliverde. Éste, ahora se encontraba en uno de los jardines con Katsuki, pero ese lugar no era conocido para el pequeño, sino que jamás había estado en ese lugar ya que estaba "prohibido".

—Kacchan, ¿por qué estamos aquí? –el mayor sostenía su mano mientras caminaba a su lado, lo observó unos segundos y volvió a mirar hacia el frente.

—Necesito mostrarte algo Izuku, para que al menos puedas entender un poco el porqué debemos separarnos por un tiempo. –el oji esmeralda asintió pero ya no dijo nada.

Caminaron varios minutos más, ese lugar se le hizo hermoso a los ojos del pequeño, flores por todos lados, de todo tipo y color. Se notaba que cuidaban muy bien de ése lugar, lo que le extrañó a Izuku, ya que nunca vio que ninguno de los youkais entraran a ese lugar.

Cuándo el mayor se detuvo lo observó unos segundos y volteó a mirar donde este tenía clavada su mirada. Una piedra tallada estaba frente a ellos, en esta había escritas palabras que no lograba comprender para nada.

—Kacchan, ¿que es eso? –éste le sonrió amargamente, lo que sorprendió al menor, pero lo llevó mas cerca y se sentó con sus piernas cruzadas sobre el césped, Izuku lo imitó.

—Aquí descansa esa persona que te dije Izuku, ya no está más con nosotros. –a pesar de que le hablaba al menor, ya no volteó a verlo.

—¿Cómo mi mamá Kacchan?

—Si, como tu mamá. –sin mirar tomó la mano del peli verde, a éste le pareció que la mano del mayor temblaba, pero no prestó demasiada atención– Yo no pude protegerlo Izuku, él era una persona muy frágil, como todos los humanos lo son, porque eso era, un humano. Pero no era como todos, no nos tenía miedo, no nos llamaba monstruos y nos sonreía como a nadie más.

—¿Tú lo querías Kacchan? –el mayor hizo silencio unos segundos y suspiró.

—Lo quise como jamas lo había hecho antes, como todos aquí, todo era alegre cuándo él estaba aquí con nosotros, –mordió su labio haciéndolo sangrar un poco y volvió a suspirar– tal como es contigo Izuku, tú nos devolviste la alegría que perdimos con su partida.

—¿Soy un reemplazo Kacchan? –el Kitsune se sorprendió por la pregunta y finalmente se giro a verlo.

—¿De donde sacaste eso? ¿Quien te enseñó o te dijo eso?

—Uno de mis tíos me enseño lo que significa hace poco, ¿lo soy? –el rubio cenizo lo tomó en brazos y lo sentó en sus piernas.

—Escuchame bien Izuku, no lo eres. Te traje aquí para que entiendas, que nadie soportará que otra persona que es importante para ellos termine igual, yo no lo soportaré. Deber ir con tu padre a entrenar y hacerte fuerte, cuándo lo logres podrás volver, aquí estaremos esperándote, siempre estaré esperándote. –el menor sintió que lágrimas se deslizaban por sus mejillas así que abrazó al mayor recibiendo un abrazo de su parte también.

—V-voy a extrañarte m-mucho Kacchan...

—Y yo a ti Izuku, así que debes hacerte muy fuerte y controlar tus poderes rápido, así podrás volver. –el pequeño peli verde asintió sin separarse de Katsuki, estuvieron unos minutos más en ese lugar antes de volver con los demás.

El momento de despedirse había llegado, aunque él no lo quisiera, todos sus tíos habían preparado regalos para él, su tía Momo lloró, al igual que su tío Denki y su tía Mina. Les dio un corto abrazo a todos dejando a Katsuki para lo último, a éste lo abrazó por mas tiempo prometiendo en voz baja volver pronto.

Habiendo hecho unos metros volteó estirando su bracito hacia todos y saludándolos por ultima vez.

—¡Los voy a extrañar mucho! ¡Volveré pronto! –todos sonrieron saludándolo también con sus manos, pero apenas éste volteó para por fin irse muchos volvieron a llorar.

El único que no demostró nada fue el Kitsune, quien ingresó de inmediato a la casa, yendo directamente a su habitación, donde observó lo enorme que se veía esta sin algunas cosas del pequeño peli verde y se notaba más apagada si éste corriendo por ella.

Todos sabían que el que más triste se sentía era su "jefe", así que decidieron no molestarlo y respetar su manera de expresar su tristeza mediante el silencio y la soledad.

Sólo restaba esperar a que el peli verde volviera en unos años,  para poder escuchar su risa y ver esa sonrisa que tanto amaban todos.

Cortito pero lo prometido es deuda, debía subir algo, esta sin corregir así que espero sepan entender si escuentran algún error.

Desgraciada almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora