XIV

306 59 8
                                    

Los días en la pequeña villa youkai no habían sido tan alegres luego de la partida del pequeño peli verde. Cada uno se ocupaba de lo suyo, pero sin las risas y los sonidos de los pequeños pies corriendo de un lado a otro ni las sonrisas que el niño les mostraba a todos les parecía algo monótono.

El kitsune se la pasaba de mal humor, no queriendo hablar con nadie, solo ocupándose de mantener a todos a salvo. De su habitación, pasaba a su oficina, tomaba cualquier cosa de la cocina y volvía a encerrarse en su habitación. Los demás se estaban preocupando, desde que el pequeño no estaba su jefe era otra persona, les recordaba a el tiempo antes de que llegara el peli verde.

Un pelirrojo algo nervioso se adentró en la habitación del kitsune sin pedir permiso alguno, viendo al dueño de ésta sobre la cama, aunque lo que llamó su atención fue que la habitación estaba deshecha.

-Katsuki... -fue ignorado, aunque sabía que el mayor estaba despierto, por lo que se acercó y vio como éste observaba la ventana- Hermano, estas preocupando a todos, sé como te sientes y...

- ¡¿Qué mierda puedes saber tú, eh?! -el youkai de dientes filosos lo miró con tristeza y sólo se sentó a la orilla de la enorme cama.

-Todos extrañamos a Izu-chan, Momo llora todo el tiempo, Denki no sonríe, Mina parece estar en otro mundo, -se giró hacia el kitsune e intentó sonreír lo mejor que pudo- entiendo que tú eras quien más estaba con él, pero todos extrañamos a Izuku.

El mayor no contestó, sólo se quedó en la misma posición hasta que el pelirrojo se resignó y salió de la habitación, cuándo estuvo solo se sentó en la cama y suspiró cansado.

Meditó un poco lo que había dicho su mano derecha y se dio cuenta que tenía razón, no podía encerrarse en ese lugar hasta que volviera el peli verde, necesitaba ocupar su cabeza en otras cosas, en otros asuntos, hacia mucho no se ocupaba de las necesidades básicas de las personas en la pequeña villa.

Poco a poco todo fue cambiando, se había propuesto mejorar ciertas cosas, por lo que su mente estaba ocupada, más no lo suficiente para no pensar en su pequeño peli verde, ese niño que habían criado por siete casi ocho años.

Los días se convirtieron en semanas, las semanas en meses y los meses en años. Pero no habían pasado tan rápido como ellos hubieran querido, la espera se les había hecho eterna, pasando así diez años, algunos pensaban que Izuku no regresaría, que quizás había decidido quedarse con su padre y viajar por todo lugar posible, los únicos que seguían esperándolo eran sus tíos y el kitsune.

Éste último se encontraba recostado en medio del bosque cuándo escuchó un sonido y un olió un aroma particular, rápidamente se puso de pie pero no duró demasiado ya que de un momento a otro estaba de espaldas en el césped con un peso sobre él, aunque lo que lo sorprendió fue una conocida mata de pelos peli verdes cerca de su rostro.

- ¡Te extrañé tanto Kacchan, no sabes la falta que me has hecho! -dudó unos segundos pero se sentó y alejó un poco a la persona que estaba aferrada a su cuello.

Su rostro aniñado no había cambiado demasiado, las pecas seguían en su rostro, quizás tenía más y su cabello estaba algo largo, pero su sonrisa era la misma y sus ojos demostraban la misma calidez, era Izuku, su Izuku, aunque había crecido bastante.

No dudó en abrazarlo y oler ese particular aroma que dependía de su cabello, escuchó una risa y sintió como le correspondía el abrazo.

-Te tardaste demasiado en volver Izuku... -su corazón volvió a sentir esa misma calidez de hace diez años atrás, se separó un poco y tomando sus mejillas le sonrió.

-Lo siento mucho, quise volver antes Kacchan, pero padre tuvo problemas con cazadores y quisimos alejarnos de tu territorio para no causar problemas. -las manos del contrario se colocaron sobre las suyas haciéndole notar que eran más pequeñas.

-Sólo te perdonaré si no vuelves a alejarte de mi... -el menor cerró sus ojos aceptando las caricias en su rostro que tanto había extrañado.

-No lo haré, jamás me iré de nuevo. -luego de varios minutos más donde se dedicaron a darse una adecuada bienvenida se levantaron y se dirigieron hacia la villa, donde muchos se sorprendieron al verlo.

Muchos lloraron, otros lo abrazaron en silencio y algunos llegaron a regañarlo por tardar tanto. Pero cuando sus tíos lo vieron no dudaron en hacer las tres cosas al mismo tiempo, haciendo reír al menor y sacándole varias lágrimas de felicidad.

El kitsune lo observaba con detenimiento, media alrededor de 1,65 ahora, su cabello algo largo con un mechón aún más largo en la parte de su nuca descansaba sobre su espalda, vestía un hermoso kimono verde como su cabello con pequeñas flores y pétalos rojos, llevaba puestos los aretes que alguna vez le prohibió usar por ser demasiado pequeño y algunos adornos en su cabello, se habla convertido en un adolescente bastante bonito, no podía dejar de observarlo.

El menor notó la mirada sobre él y se giró sonriendo hacia él, pero el rubio cenizo notó que faltaban dos personas ahí por lo que llamó al joven y se dirigió hacia adentro de su propia casa, ignorando las preguntas del peli verde de a donde se dirigían. La puerta frente a ellos se le hizo conocida al chico de pecas y antes de poder tocar ésta se abrió y una pelinegra salió corriendo a abrazar al menor.

- ¡Izu-chan tardaste demasiado! -el nombrado no tardó en corresponder el abrazo soltando un par de lágrimas a la vez que se disculpaba mientras el kitsune solo observaba la escena con una pequeña sonrisa.

Luego de unos minutos se separaron y el peli verde notó que faltaba alguien.- Tía Momo, ¿donde se encuentra tío Shoto?

La pelinegra sonrió y le dijo que la siguiera, que necesitaba presentarle a alguien. Cuándo entraron a la habitación el de cabello bicolor se encontraba sentado en la orilla de su cama con un pequeño bulto en brazos, sonriéndole al recién llegado.

El menor se acercó y sus ojos brillaron al ver al pequeño bebé, su cabello era negro, al igual que sus ojos, era casi idéntico a su madre.

-Izuku, te presentamos a nuestro pequeño Shindo, tiene apenas siete meses, -el joven no podía creer lo bonito que era ese bebé, sus ojos brillaban al verlo, cosa que todos notaron- ¿quieres cargarlo?

- ¿De verdad puedo? -la pareja asintió y cuándo estuvo sentado junto al heterocromatico lo pusieron en sus brazos, el pequeño lo miraba mientras balbuceaba cosas inentendibles- Es hermoso, hola Shindo, soy tu primo Izuku, prometo cuidarte lo mejor que pueda.

Luego de una conversación con los mayores y jugar un poco con el pequeño, el peli verde decidió dormir un poco, había sido un viaje algo agotador, hasta para él que era mitad youkai.

La habitación del kitsune estaba tal cuál la recordaba, aunque ahora podía oler ese característico aroma que dependía el rubio cenizo a la perfección, ese aroma que tanto le gustaba. El mayor no lo esperó y sólo se recostó en la cama, el joven sonrió e hizo lo mismo, abrazándolo y acercándose lo mayor posible a él como cuándo era niño.

-Extrañé tanto esto Kacchan, te extrañé tanto a ti... -sintió los brazos del kitsune rodearlo al igual que sus colas y sonrió aún más, se sentía tan protegido en ese momento- Padre era estricto conmigo al principio, siempre lloraba llamándote, quería volver, que me abrazaras y me dijeras que todo iba a estar bien.

-Puedo golpearlo si eso deseas, nadie debe hacerte llorar, ni tu padre... -escuchó una leve risa que le sacó una sonrisa- Pero ahora todo va a estar bien, estas con nosotros, conmigo.

El kitsune notaba algo raro en el menor, pero no preguntaría, quizás si le daba tiempo él mismo se lo diría, en ese momento todo lo que tenía en su cabeza era que ya no tendría que extrañar al pecoso, ya no le haría falta su compañía, porque por fin después de diez años estaba otra vez ahí.

Desgraciada almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora