XV

145 32 7
                                    

POV Katsuki

Los días pasaron tranquilos luego del regreso de Izuku, su padre también se estaba quedando en la villa, aunque el peliverde seguía algo raro.

De vez en cuando los encontraba a ambos discutiendo, pero se detenían cuándo me notaban. Decidí darle espacio, pero aún no me contaba que era lo que sucedía.

La paciencia se me acababa, por lo que en un momento, cuando estábamos en mi habitación lo confronté. Habíamos quedado en cuidar al pequeño de Shinso por lo que estábamos prácticamente solos.

—Izuku, –con el bebé en brazos me sonrió, se encontraba sentado en medio de la cama por lo que me senté en la orilla– ¿qué es lo que está sucediendo?

—¿Sucediendo con qué? –su vista regresó al pequeño una vez más que jugaba con su dedo entre sus pequeñas manitos.

—Sabes a lo que me refiero, no pasas un día sin discutir con tu padre, no me cuentas exactamente que sucedió y sé que algo te molesta Izuku. –su sonrisa se borró y coloco al niño frente a él sobre la cama, tomando sus pequeñas manos.

—Mi padre, dice que nuestro linaje está casi extinto, por lo que... –dudo unos segundos pero continuó hablando– Quiere un matrimonio arreglado para mí.

—¿Con qué maldita idiota desea casarte? ¡Eso no es posible Izuku, acabas de regresar!

—Kacchan, no es "maldita", es "maldito". –su rostro se sonrojo y no comprendí– El tema es que, mi padre dice que nuestra especie tiene este secreto, por más que nacemos varones, hay casos en los que por más que nuestro cuerpo sea masculino podemos concebir.

—¡Eso solo quiere decir que no sólo quiere que te cases con no sé qué imbécil sino que te usarán cómo un maldito medio para tener descendencia de su especie! –el bebé pareció asustarse por lo que volvió a tomarlo en brazos intentando calmarlo– Izuku, ésto no es justo, no es tu deber hacer eso, tu padre ni siquiera se lleva bien con su familia, no es la cabeza del clan, por lo consiguiente esto debería recaer en ti.

—Es lo que he intentado decirle Kacchan, no deseo casarme sin amor, mucho menos traer a un niño sin amor de por medio al mundo, deseo tener un bebé, si es que sucede, con alguien que ame, que nos cuide y no sólo por obligación. –pequeñas lágrimas se asomaban en sus ojos, mientras abrazaba al hijo del bicolor, apoyando su mejilla suavemente en la cabeza del menor– No quiero casarme con esa persona Kacchan, quiero enamorarme, tener mis primeras veces con una persona que en verdad me guste.

—Izuku, –estiré mi brazo para acariciar su cabello– podemos solucionarlo, se me va a ocurrir algo. Te prometo que todo lo que deseas se va a cumplir, nadie va a obligarte a casarte con alguien que no ames, te vas a casar con quién quieras, cuándo quieras e igualmente lo mismo si deseas tener un hijo.

Asintió recargándose en mi mano, mientras seguía mimando al pequeño pelimorado.

La noticia me cayó demasiado mal. Esa persona, que aparecía sólo porque lo buscamos, se llevó al niño que crié casi ocho años, lo trajo de vuelta 10 después y con la noticia de parte del peliverde que debía casarse con un hombre desconocido para concebir un hijo sin amor de por medio.

Verlo con el hijo de mis amigos entre brazos me demostraba que sería un excelente padre, pero no podía obligarlo a serlo a ésta edad y mucho menos con alguien que seguramente iba a verlo como un simple medio para dejar descendencia.

—Kacchan siempre sabe que decir cuándo me siento mal, en cambio mi padre, él no quiere escucharme, eso duele mucho. Sé que soy una desgraciada alma que no tuvo amor de madre y que me dejaron a mi suerte para morir, pero quiero al menos tener felicidad al formar una familia. –me acerqué y besé su frente, cómo cuando lo hacía en su niñez, para calmarlo y darle tranquilidad.

Se movió para quedar a mi lado apoyando su cabeza en mi hombro, comenzando a tararear una melodía tranquila, una que conocía porque yo solía tararear cuándo él era tan solo un niño y tenía pesadillas.

—Jamás imaginé que recordaras eso. –sonrió sin detener la melodía que poco a poco fue adormeciendo al niño.

—Recuerdo todo de mí niñez con ustedes, porque es algo muy precioso para mí, ustedes son mí familia, quienes me criaron y me dieron ese cariño familiar que mí madre no pudo darme. –movió su cabeza mirándome fijo a los ojos– Mí padre es sólo una persona que me ayudó a comprender mí lado youkai, no voy a negar el haberme encariñado con él, porque quiera o no, es mí padre, pero con todo esto del matrimonio arreglado y las obligaciones que no quiero tomar no sé qué pensar de él.

Pasamos así un par de horas, cuando del niño, viéndolo dormir, conversando de cosas sin sentido y yo intentando distraerlo de todas sus preocupaciones. Nada me hacía tan feliz que verlo sonreír, su sonrisa no había cambiado en todos estos años, era tan pura e inocente como siempre lo fue. No pensaba dejar que un desconocido tomara su cuerpo a su antojo e hiciera con su vida lo que deseara, teniéndolo a su lado como un adorno, no lo habíamos criado con tanto amor para que alguien arruinara su vida.

Cuando Yaoyorozu y Todoroki fueron a buscar al pequeño note a Izuku más tranquilo, sonriendo con naturalidad. Pero no salió de la habitación, simplemente se acostó de nuevo en la cama, estirando sus brazos hacia mí, cómo cuando era niño. Suspiré e hice lo que esperaba, me acosté a su lado y lo abracé, sintiendo como escondía su rostro en mí pecho.

—Se me acaba el tiempo Kacchan, –lo noté temblar y aferrarse más a mí– pronto cumpliré 18, según lo dicho por mi padre, cuándo eso pase, tendré una especie de celo, y eso...

—Lo sé, a la mayoría les pasa, es normal Izuku, no tienes porqué...

—¡No lo entiendes! –me sorprendió escucharlo gritar así, no era normal– Dice que así será más fácil, que gracias a eso no pasaré un mal rato y que es muy probable que no tenga que volver a repetirlo para quedar en cinta, que con el calor del momento será más rápido y que sólo me deje llevar.

Podía sentir como lloraba, mientras seguía aferrado a mí, aunque no dude en apartarlo y levantarme de la cama.— ¡Voy a matarlo!

—¡Kacchan, no! –sentía como tiraba de mí ropa, pero no me detuve por lo que probablemente lo estaba arrastrando conmigo, mis garras crecieron al igual que mis colmillos, al mismo tiempo que cada vello de mí cuerpo se erizaba.

Los gritos de Izuku se oían por toda la casa, estaba muy seguro por cómo todos se acercaban a ver qué sucedía. Al llegar a la habitación donde el pelinegro se encontraba logré que el peliverde me soltara y abriendo la puerta de una patada me lance sobre la persona dentro.

Al principio pareció desconcertado, pero dejó salir inmediatamente sus garras y colmillos comenzando a atacarme de igual manera. Podía oír claramente como todos intentaban retener a Izuku mientras nosotros peleábamos. El cuerpo del contrario ya tenía razguños en el cuello, rostro y torso, yo no me encontraba muy ileso tampoco, nuestras ropas estaban desgarradas y el olor a sangre era persistente.

—¡Eres un maldito hijo de puta! –tenía mis manos en su cuello mientras lo arrinconaba en el suelo– ¿Cómo puedes obligar a tu único hijo a casarse con un desconocido solo para tener hijos? ¡¿Es que acaso tu puto linaje es más importante que él?!

—¡Yo soy su padre, tu no tienes opinión en esto imbécil! –me gruñía sin cesar intentando quitarme de encima– ¡No es tu maldita pareja muerta, es mí hijo, mí sangre, no tiene relación alguna contigo y hará lo que yo quiera!

Sentí mí sangre hervir aún más y estaba a punto de clavar mis colmillos en su yugular cuándo un aroma muy conocido se acercó y me abrazó por la espalda deteniéndome.— ¡Kacchan ya detente por favor!

Desgraciada almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora