III

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Durante el camino Katsuki no habló, simplemente caminaba sin alejar su mano de la del pecoso, mientras él sonreía por la felicidad de conocer otros humanos.

Al faltar pocos metros el kitsune se detuvo y se acuclillo frente a Izuku.

—Desde aquí debes ir sólo, no puedo ir contigo, creo que sabes porqué Izuku, pero tranquilo, estaré cuidandote de cerca.

—Esta bien Kacchan, gracias. –abrazó fuertemente a Katsuki y éste deseaba tomar entre sus brazos al pequeño e irse de nuevo a su casa.

Se alejó unos pasos y comenzó a caminar hacia la entrada de la villa con emoción y un poco de miedo, al faltarle pocos pasos para estar dentro de la villa pudo ver a una chica de unos 12 años. Ella al verlo corrió hacia él sorprendida.

—¿Que haces aquí solo? Es peligroso, ven conmigo.

Izuku no pudo decirle la verdad, pero la siguió intentando seguirle el paso.

—Mi nombre es Uraraka Ochako, ¿el tuyo pequeño?

—Izuku...

Ella iba a volver a hablar cuando un grito de sorpresa se escucho de parte de un hombre mayor.

—¡Ochako alejate de él en este instante!

Al no ver movimiento alguno el hombre se acercó y la puso detrás de él. Varias personas que pasaban por ahí se detuvieron a ver que sucedía.

—¿Qué haces aquí? ¿Como lograste llegar hasta aquí? ¿Como puede ser que estés vivo?

Izuku no lograba entender nada, pero veía cada vez más gente llegar. Eran muchos humanos, como él, no pensó que fueran tantos.

—S-señor... No entiendo a que se refiere.

Los murmullos iban en aumento, "es igual a esa mujer", "¿por qué esta aquí?", "su cabello es tan verde como el de ella", "traerá desgracia si se queda aquí".

—¡Vete! No hay lugar aquí para ti.

Dirigió su mirada a la chica pero esta demostraba confusión en su rostro, ella tampoco entendía que sucedía.

—Ni él te quiso, ¿cómo puedes pensar que nosotros si?

Sintió un dolor horrible en su frente y luego como un liquido resbalaba por sobre su ojo. Una mujer le había arrojado una piedra. Katsuki al ver lo sucedido bajó del árbol y corrió para ubicarse detrás de Izuku. Todos soltaron un gran grito de horror, muchos eran la primera vez que lo veían. Izuku lloraba por el dolor en su frente, así que el kitsune lo tomó en brazos y el pequeño escondió su rostro en su cuello mientras se aferraba a su kimono.

—¿¡Quien mierda arrojó esa piedra?!

Todos se quedaron mudos ante su pregunta, querían correr pero su cuerpo no respondía.

—¡Respondan maldita sea!

De repente una mujer empujo a otra hacia el frente, quedando ésta unos pasos delante de todos. Katsuki camino hacia ella y la tomó del cabello comenzando a arrastrarla.

—Como pensé, están podridos, tratar de esa manera a un simple niño, no tienen cura. –jalo el cabello de la mujer dejando su rostro a la vista– quiero toda la familia de esta mujer de ofrenda, lo único que no aceptaré son niños y ni se les ocurra intentar engañarme.

Comenzó a caminar de nuevo llevando a jalones a la mujer que suplicaba por su perdón, pero el sólo prestaba atención al llanto de Izuku, le partía el corazón escucharlo.

—D-duele Kacchan...

—Lo se, Izuku, lo se, falta poco para llegar a casa, haré que Kirishima te cure e iremos a dormir.

Desgraciada almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora