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Al llegar hasta una habitación alejada Katsuki pudo oler el olor a sangre, era persistente y le daba la impresión de ser mucha.

-Escucha Katsuki, se resistió bastante, tuve que quebrarle las dos piernas como me dijiste y clavarle las garras varias veces para lograr traerlo. -la cara del pelirrojo demostraba molestia- Y aún así no dejaba de resistirse.

El kitsune se abrió paso y entró a la habitación donde un hombre de aproximadamente 40 años estaba. Éste se encontrada en el suelo quejándose del dolor y con una expresión de pura rabia.

-Primera vez que nos vemos, aunque la verdad hubiera preferido no conocer a un viejo hijo de puta como tú. -Katsuki le sonreía burlonamente con sus brazos cruzados.

-Kistsune-sam... No, eres un maldito monstruo, nadie debería tratarte como un dios, no te lo mereces. -el bicolor se adelantó y pateó con fuerza al hombre antes de que el peli cenizo actuara.

-Si fuera tu pensaría muy bien mis palabras antes de hablar. -el rostro de Shoto no demostraba sentimiento alguno.

Katsuki camino hacia la persona herida y se agachó apoyando sus codos en sus piernas, de manera despreocupada.

-Tu gente se cree valiente, aunque yo lo llamaría ser idiota, lastimar a alguien bajo mi cuidado es igual a cometer suicidio. -lo agarró de su cabello sin la menor importancia de lastimar con sus garras al humano y sonrió.

-No sé de que hablas.

-Una zorra de tu villa lastimó a Izuku, aunque su final fue horrendo para ella misma supongo. -soltó con brusquedad su cabello pero no se alejó.

-¿Izuku? ¿Quien mierda es Izuku? -intentó moverse pero sus heridas punzaron y desistió de hacerlo- ¿Donde está Kanae? Dijeron que te la llevaste, ¿qué le hiciste a mi hermana?

-Izuku es el bebé que ustedes enviaron aquí, como ofrenda, la inocente que criatura que dejaron en mi puerta, quien se rumorea que es tu hijo. -el oji rubí hizo un ademán de estar pensando por unos segundos y volvió a hablar- Ohh, así que tenias una hermana, no te preocupes, te vas a reunir pronto con ella, después de todo pedí que trajeran a su familia como ofrenda, pero alegrate, si la zorra o tú tienen hijos sobrevivirán.

-Esa monstruosidad no es mi hijo, la zorra de su madre ya estaba embarazada cuándo llegó, sólo la conservamos porque nos dijo que era una miko. -mordió su labio inferior logrando que este sangre y una lágrima rodó por su mejilla- T-tu la mataste sólo por lastimar a esa pequeña basura, ¡no tienes perdón, monstruo!

-¿Monstruosidad? Es sólo un niño inocente que quería conocer a personas de su especie, ustedes son los monstruos que lo dejaron a su suerte en medio del bosque. -se paró y sin prestarle mucha atención se dirigió hacia el pelirrojo- ¿Que pasó con las personas que debían traer?

-Según lo dicho por Sero y Mina, sólo son un hombre y una mujer, la esposa del cerdo y el marido de la que asesinamos, como ordenaste, no tocaron a los niños. -Katsuki asintió y volvió a girarse.

Caminó hacia una pequeña ventana con barrotes que ahí había y miró por ella. Fuera había varias personas a su cargo haciendo guardia, por más herido que estuviera la persona ahí encerrada no permitirían que alguien lo sacara de ese lugar.

-¡¿Que piensan hacerle a mi esposa?! ¡No te atrevas a tocarla! -el kitsune no lo miró pero sonrió.

-Ya lo decidire cuando lleguen.

Fue hasta una silla que se encontraba en una esquina y se sentó a esperar. Los otros dos cerraron la puerta y se pararon uno a cada lado con sus ojos cerrados, atentos, por si su amo les daba alguna orden.

Desgraciada almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora