XXI

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POV Izuku

Luego del problema con mi padre todo había pasado muy lento. Kacchan se mantenía a mi lado el mayor tiempo posible, haciéndome sentir tranquilo, ya que debido a la marca si se distanciaba demasiado sentía un enorme vacío en mi pecho.

Mis tíos pasaban tiempo conmigo durante la cena o cuándo nos invitaban a pasar tiempo fuera de la casa, mi pequeño primo siempre hacía lo posible para estar entre mis brazos, me resultaba tan tierno que me era imposible negárselo.

El tiempo que pasaba con él me hacía imaginar lo hermoso que sería el día de mañana tener a mi propio bebé así, llenándolo de cariños y mimos, besando sus regordetas mejillas, haciéndolo dormir entre mis brazos. Pero me era raro imaginar salir de éste lugar y conocer a alguien de quién tal vez me enamoraría y formaría una familia.

Por otro lado siempre creí conocer bien a Kacchan, pero me equivocaba, por más que su rostro no demostrara nada o me sonriera a veces hervía de enojo por dentro, o se sentía muy triste. Más de una vez salí corriendo de dónde estaba para estar a su lado cuándo sentía su incomodidad, enojo o tristeza en un intento de calmar esos sentimientos que también me abrumaban a mi.

Sus heridas tardaron días en curarse, pero ahora estaba completamente sano, ya no tenía esas vendas cubriendo su cuerpo.

Así, lentamente pasaron dos semanas, quedaban pocos días para que la marca temporal se desvaneciera, cosa que me hacía sentir un tanto incómodo.

—Kacchan, –se encontraba sentado en la cama junto a mi leyendo un libro muy atentamente, pero me miró brevemente dando a entender que me estaba prestando atención– siento un vacío raro en mi pecho al recordar que la marca desaparecerá en unos días.

Él suspiró dejando su libro de lado y se giró viéndome.— Izuku, es completamente normal, pero luego de unos días todo volverá a la normalidad, ya no sentirás ese vacío y podrás seguir con tu vida normalmente.

Su respuesta me sorprendió, la forma en que lo dijo, el cómo me recordaba que todo era temporal y que tenía un final cercano.

—¿Qué sucede? Puedo sentir que estás ansioso y algo triste. –abracé mis rodillas y escondí mi rostro entre mis brazos sin poder mirarlo.

—¿No hay forma de alargar ésto un poco más? –mordí mi labio sin querer verlo a los ojos, me había costado demasiado comenzar ésta conversación.

—No, no la hay, sabes bajo que circunstancias lo hice. –senti su mano en mi cabello pero no logró hacerme sentir mejor, me alejé un poco y me metí bajo todos los cobertores para dormir un poco.

Sentí claramente cómo Kacchan se movía en la cama pero no me abrazó y lo agradecía, sólo quería dormir un poco, dejar de pensar en esas cosas. Seguramente es cómo él dice, son solo sensaciones inevitables por la marca.

Cuándo abrí los ojos pude observar que me encontraba en medio del bosque, todo parecía normal, todo menos la persona parada a unos metros de mi que claramente no conocía, pero sentía muy en el fondo que si lo hacía.

—¿Quién eres? –me sonrió y se acercó lentamente, y ahí comprendí quien era.

Su cabello tan negro como la noche caía como una cascada por sus hombros y espalda, era apenas más alto que yo, con un cuerpo delgado pero proporcionado. Sus ojos grises y rasgados, nada parecidos a los míos que eran redondos, su piel nivea sin imperfecciones y una sonrisa hermosa.

—Tú eres Izuku, ¿verdad? –asentí un poco dudoso y me devolvió la sonrisa sentándose en el césped, varios segundos después hice lo mismo– Yo soy Yue, aunque no pareces muy sorprendido.

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⏰ Última actualización: Oct 09 ⏰

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Desgraciada almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora