XVIII

40 10 2
                                    

POV omnisciente

El tiempo pasó lento. El padre de Izuku lo vigilaba constantemente, aunque no pudo en ningún momento abordarlo con sus reclamos gracias a que siempre estaba con Katsuki o sus personas de confianza.

El rubio cenizo a veces le contaba o le explicaba la sensación de él primer calor, a veces con muchos detalles, para que cuándo llegara el momento no se asustara o entrara en pánico.

Al padre del peliverde lo habían cambiado de habitación, la cuál quedaba muy lejos de la habitación de Katsuki, logrando así que no se encontrara seguido con su hijo cuándo éste decidía dar un paseo o buscar algún refrigerio en la cocina.

Ese día en especial, todos estaban felices y entusiasmados por salir a pasar el día entre todos alejados de la casa, festejando el onceavo mes del pequeño de Todoroki y Yaoyorozu. Izuku principalmente, quién disfrutaba mucho pasar tiempo con su primito y tenerlo en brazos todo el tiempo que pudiera.

Iba caminando un poco alejado de los demás cuando un mareo lo abordó, seguido de una sensación de resequedad en su garganta. Sus manos buscaron a Katsuki, quién lo sostuvo, se había vuelto cuándo sintió un aroma peculiar.

Explicándole lo mejor que pudo a todos tomó en brazos al peliverde a quién le costaba respirar y tenía su rostro completamente sonrojado.

No tardó en llegar a su habitación, lo dejó en la cama y fue por un paño mojado con agua fría. Apenas volvió pudo ver cómo Izuku se había aflojado su ropa removiendose continuamente en la cama. No dudó en sentarse detrás de él apoyándolo en su pecho y poner el paño en la frente del pecoso.

—Kacchan, se siente mil veces peor de lo que me dijiste...

El menor sentía su cuerpo hervir, un calor insoportable como si todo estuviera en llamas, bajo su piel la sensación de miles de insectos yendo en todas direcciones, causándole un cosquilleo incómodo, además de sentir sus partes íntimas humedecerse poco a poco.

—Lo sé Izuku, pero debes aguantar un poco. –varios minutos después al notar que no había cambio positivo decidió levantarlo nuevamente en brazos llevándolo hacia el baño, dónde lo metió en la tina llena de agua fría, sin importar mojarse por completo volvió a ubicarse detrás de él– Una vez baje un poco la fiebre de tu cuerpo estarás mejor, ten paciencia.

El menor se removía continuamente entre sus brazos, quitándose cada vez más la ropa, dejando a la vista parte de su torso y piernas.

De un momento a otro Katsuki vio como comenzaba a acariciar poco a poco su propio cuerpo, soltando suspiros, él, como respeto hacia Izuku cerro sus ojos.

Podía sentirlo moverse claramente y escuchar a la perfección sus suspiros, al igual que el sonido del agua salpicar y cómo se derramaba de a momentos. Pero no se espero que el peliverde comenzara a frotarse contra él, tirando su cabeza hacia atrás y girando luego quedando así sus labios rozando suavemente el cuello del rubio cenizo, lugar que no dudó en lamer.

—Izuku, detente. –levanto su mano llevándola hacia el rostro del pecoso, tapando así sus ojos y volviendo a girar su rostro alejándolo de su cuello– No puedo darte lo que tú cuerpo reclama, ya hablamos sobre eso, concentrate en mi voz e intenta entrar en razón, no me iré.

—K-kacchan...

—Si Izuku, aquí estoy. –poco a poco dejó de removerse, aunque su respiración seguía agitada.

—T-tengo miedo, me siento muy extraño. –un sollozo llegó a sus oídos y apoyo su cabeza en la contraria.

—Lo sé, yo me sentí igual, pero ya todo pasará.

Desgraciada almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora