Día 2. Tomarse de las manos.

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Scorpius siente que ese es el peor día de su vida, mientras se coloca la pesada túnica negra para el entierro de su madre.

Es con un dolor sordo en el pecho y lágrimas que no se derramaban que sale de su habitación para dirigirse al mausoleo donde se llevaría a cabo la ceremonia. Su padre lo recibe en salón, con un chico de cabello negro y alborotado a su lado.

— Albus.

Scorpius corrió a los brazos de su mejor amigo desde los once años, el rubio está sorprendido por la presencia de Albus en la mansión cuando por carta le había dicho que no le habían permitido ir al entierro.

— No podía dejarte solo en un momento así. — Dijo el moreno, cuando se separaron.

Scorpius le regaló una sonrisa llorosa, de pronto el día parecía menos lúgubre y frío, pero seguía siendo el entierro de su madre. 

Fue duro y está grabado en su mente como un montón de sensaciones inconexas, recuerda ver al oficiante hablar, aunque no sabría decir que dijo, las caras llorosas de su padre y sus abuelos, pero sobre todo recuerda la presencia de Albus. Toda la ceremonia estuvo a su lado, ofreciendo un consuelo silencioso, abrazándolo por los hombros y susurrando a su oído lo mucho que lo lamentaba antes de irse a casa, aparentando su mano con fuerza, transmitiéndole todo el cariño que sentía.

Lo que Scorpius más recuerda de ese día no es la tristeza inherente a los entierros, sino la cara de Albus cuando le dijo que todo iba a estar bien, la sonrisa que pese a todo trato de regalarle mientras apretaba su mano en un gesto de apoyo.

Fluff-tober 2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora