Día 3. Bajo la lluvia.

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Bill estaba harto, le había repetido muchas veces al pulgoso que tenía por novio que NO iba a permitir que lo arrastrara a "acampar" al bosque ¿y qué fue lo que hizo? ¡Lo arrastro al bosque!

Bill no había querido ir, tenía cosas que hacer, trabajo en Gringotts, reuniones familiares, la guerra apenas había terminado, no se podía dar el lujo de desaparecer una semana con su pareja cuando aún quedaban muchas cosas que resolver. Claro que esas razones no habían cabido en la densa cabeza de su novio que hacia lo que se le antojaba aun si apenas había podido librarse de Azkaban y de morir por los pelos.

Así que una noche se había ido a dormir en su suave cama y a la mañana siguiente había despertado en una casa que claramente no era la suya. Cuando vio a Fenrir, le armo el pleito del siglo, ambos eran tercos y de carácter fuerte, su noviazgo no era el más fácil, menos al haberse desarrollado en medio de una guerra en la que estaban en bandos opuestos; pero lo habían intentado, porque se querían y se aferraron el uno al otro en los peores momentos. 

Solo que justo en ese momento, mientras el pelirrojo salía de esa choza hecho una furia, no recordaba las razones por las que había luchado con uñas y dientes por esa relación sino todo por lo cual no debió tener esa relación en primer lugar. Ni siquiera sabía dónde estaba y no le apetecía aparecerse en su casa (y no encontraba su varita) apenas estaba dejando la cabaña en la lejanía cuando una fuerte llovizna de gotas grandes y frías comenzó.

— Lo que me faltaba. — Exclamo al aire, malhumorado.

Siguió caminando resignándose a que terminaría empapado antes de poder salir de ese espeso bosque. Pasaron unos minutos antes de que pudiera escuchar como algo o mejor dicho alguien corría hacia él, Bill sabía quién era y se detuvo porque era inevitable que lo alcanzara, antes o después debían tener esa conversación.

Fenrir se detuvo a unos metros de distancia.

— Lo siento, — Dijo vacilante, tanteando el terreno.

Bill suspiro porque pocas veces lo había escuchado disculparse, pero no se la iba a poner tan fácil.

— No tenías derecho.

Ambos estaban mojándose a gran velocidad por culpa de la lluvia, Fenrir se veía un poco culpable pero no dispuesto a ofrecer otra disculpa.

— Es importante. — Se excuso, ya lo había dicho en la cabaña, pero cuando Bill pregunto qué era tan importante el hombre lobo se negó a responder.

— Si claro, ¡¿Qué era tan importante y secreto que has ignorado las muchas veces que te dije que no podía irme?!

— ¡No puedo decírtelo!

Bill bufo, ya harto de tanto secretismo, frío y algo entumecido por la lluvia se acercó a su novio y lo empujó agresivamente.

— ¡Dime! — Exigió, — ¡Dime por qué me obligaste a venir!

Lo volvió a empujar antes de que Fenrir lo tomara por los hombros y lo sacudiera, mostrando sus colmillos.

— ¡Porque quería proponerte matrimonio!

El pelirrojo perdió la fuerza, sintiendo como la furia era reemplazada por un gran shock.

— ¿Qué has dicho? — Murmuró en un hilo de voz.

Fenrir lo soltó, dando un paso atrás sin decir palabra. Parecía dispuesto a pedir que la tierra lo tragara. Bill no le permitió ir lejos, aún conmocionado por la noticia.

— Acepto.

Murmuró mientras lo abrazaba por los hombros y se inclinaba a besarlo.

Su relación era complicada, no sería nada fácil, pero iban a arriesgarse, porque se querían y no se iban a dejar ir.

Fluff-tober 2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora