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El calor del automóvil reconfortó a Zero y a su pequeña, pero ese hombre lo ponía nervioso. Bueno Kaname era un hombre atractivo y Zero le tenía pavor a los hombres guapos, nunca más volvería a creer en ellos. Estaba absorto en sus pensamientos cuando la varonil voz de Kaname lo sacó de su ensimismamiento.

- ¿Ya está más calentita? - preguntó el hombre mirando a la pequeña

- Sí - respondió el chico acariciando una de las mejillas de su hija con su propia nariz

Kaname no podía apartar la mirada de esa muestra de afecto que el doncel le daba a la pequeña. Cuantas veces había soñado con ver a su esposa así con alguno de sus hijos.

- ¿Cómo se llama la niña? -

- Yori. Bueno en realidad su nombre es Sayori, pero le decimos Yori -

- ¿Quién eligió tan lindo nombre? -

- Fue su padre - le responde Zero

Kaname no quiso seguir preguntando nada más, el chico era dulce, era guapo, una tentación para cualquiera, pero estaba casado al igual que él. Llegaron al grupo de edificios donde Zero vivía, un lugar bastante oscuro, descuidado y de aspecto peligroso.

- Déjeme aquí - indica Zero

- Pero seguramente tendrá que caminar mucho y cada vez es más intensa la nieve -

- Pero si me deja en mi departamento, le costará mucho volver a la ruta -

- No sé preocupe por eso -

Finalmente, Zero accedió, el automóvil recorrió esas calles angostas, donde parecía que sus espejos retrovisores chocarían con las rejas de las ventanas de los departamentos. Cuando estuvieron frente al bloque de departamentos 34, Zero le indicó que habían llegado.

- Muchas gracias, por traerme -

- No, yo le agradezco por quedarse con mis hijos -

Zero bajó del automóvil ante la mirada de varios vecinos que habían salido a mirar ese lujoso automóvil y a sus ocupantes. Zero caminó rumbo a su bloque y abrió una vieja y desgastada reja negra, la cerró con dificultad y subió por las escalas que no paraban de rechinar, en ese momento un hombre bajo y de cabellos borgoña salió de un departamento y se acercó a Zero, seguramente ese era el padre de la niña y esposo del parvulario. Kaname los vio ingresar al departamento y emprendió el viaje de regreso a su casa, en el lado opuesto de la ciudad. En un barrio residencial con vigilancia privada, una buena iluminación y extensas áreas verdes.

Al entrar a su pequeño departamento el aroma de la comida recién preparada llegó a las fosas nasales de Zero.

- Dame a mi princesa - Dice Senri - Tú descansa que Rima hizo un guiso que te chuparás los dedos -

- Es verdad, me quedó de fábula - sonríe la parvularia

Con Yori en la cama los tres amigos comieron el suculento guiso. Luego tomaron café con panecillos dulces que Senri había comprado en la panadería de la esquina.

- Ese auto es del padre de los niños Kuran - dice pícaramente la joven apoyada en el hombro de su novio

- Sí, el señor Kuran me trajo, por que no pasaban los autobuses -

- Ese hombre es muy guapo. Las chicas dicen que un viudo así no se ve tan fácilmente -

- ¿Viudo? - dice Zero

- O divorciado, el hecho es que está solo con sus hijos - dice Rima muy convencida de sus palabras

- Cuidadito usted, señorita. Le recuerdo que usted es mía - dice Senri riendo al momento que le jalaba una oreja a su novia

¿El hombre perfecto?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora