15

170 30 2
                                    

En el camino ninguno de los dos amigos habló, Takuma tenía un expresión seria, una que muy pocas veces ponía. Kaname solamente miraba para todas partes, no sabia a donde iba, no sabía con que se iba a encontrar y eso lo asustaba, temía enfrentar la realidad, y si era verdad que Yuuki tenía un amante. 

Salió de sus pensamientos cuando llegaron a una especie de hacienda, tras cruzar un elegante pórtico siguieron por un camino de piedras, hasta llegar a un gran estacionamiento. Dos valet se acercaron al coche de Takuma, cuando sus ocupantes salieron de este, a Kaname le llamó la atención que después de entregarle las llaves a los trabajadores y recibir un número, los hombres cubrieron el automóvil con una gran lona.

Era como si ocultaran los autos. Pero ¿por qué?

Kaname siguió a Takuma hasta el interior de una gran mansión, al llegar un hombre vestido con un pantalón negro de vestir, zapatos lustrosos, una camisa negra con los tres primeros botones sueltos y un extraño collar de cuero en su cuello, les recibió dándoles la bienvenida.

- Señor Ichijou, es un placer verlo nuevamente - le saludó muy amablemente el joven

- Hola, Kuro. ¿Esta Aka en la recepción? - pregunta Takuma

- No. Aka tiene libre hoy, pero si lo necesita para ir a alguna sala de juegos, lo puedo llamar, sé que hoy no tenía nada que hacer -

- No es necesario, Kuro. Te lo agradezco hoy no vine a jugar. Solo quería saber quién está en recepción  -

- Están Ao y Midori el chico nuevo - responde el hombre vestido de negro.

- Iré a hablar con ellos, podrías acompañar a mi amigo al saloncito, es primera vez que viene a este lugar -

- Claro, le parece que lo lleve al salón gris -

- ¡No! Al sencillo, por favor - dice Takuma

Kaname no entendía mucho, acaso eso era un casino ilegal, además que eran esos nombres, Kuro, Aka, Ao... acaso era todo un arcoíris. Acompañó al tal Kuro hasta el salón. Al llegar se dio cuenta que no había nadie.

El lugar era una sala muy amplia, con una decoración espectacular, grandes pinturas, colgadas en las paredes, mobiliario cómodo, la temperatura era ideal, le ofrecieron un trago, el cual rechazó y se sentó esperando a su amigo.

Varios minutos después apareció Takuma en compañía de un hombre vestido completamente de blanco con el mismo collar de cuero de ese tal Kuro.

- ¿Él es el esposo de la bitch? - le susurra al oído a Takuma ese hombre desconocido

- Sí,  por eso te pido ayuda mi querido, Shiro. Ayúdame en esto - dice Takuma acariciando una de las mejillas del hombre que se lo comía con la mirada

- Sabes que mi trabajo peligra - le responde el hombre

- Lo sé,  pero te garantizo que si eso sucede yo no te dejaré solo -

- Me estás proponiendo matrimonio - ríe coquetamente

- Te puedo conseguir un trabajo con muy buena paga -

- Pero a mi me gusta mucho mi trabajo, gracias a él te conocí y además puedo jugar cuando se me apetece -

- Por favor, ayúdame. Dime en qué sala de juegos puedo encontrar a Yuuki -

- Esta bien. Sabes que no puedo negarte nada - dice el hombre lamiendo la oreja de Takuma - Pero tendrás que compensarme en la salita privada -

- Cuando quieras, Shiro - responde Takuma

- La querida Bitch no está en ninguna sala de juegos, está en una sala privada, fue a jugar con Kaito y Yagari... - Y mirando con lástima a Kaname, para luego volver a mirar a Takuma - Esta en la sala de las sedas -

Takuma dejó un beso en la frente del hombre y tomando a Kaname de la mano salió del salón por una puerta opuesta a la cual habían ingresado.

- Actúa como si fuéramos pareja - dice Takuma a su amigo

- ¿Pareja? -

- Sí, aprieta mi mano -

Takuma que apretó la mano y lo acercó a su cuerpo. El rubio sabía que sí cruzaba la sala de juegos sin mostrarse dominante con Kaname, otros se le acercarían y eso podía ser mucho para el castaño, llevaba años intentando que Kaname dejara a Yuuki, sin que tuviera que ver ese mundillo donde él y ella se manejaban. Pero era casi imposible ocultarlo todo, porque a medida que caminaban por el lugar Kaname veía cada vez más y más parejas, tríos y hasta cuartetos de personas desatando sus pasiones.

- ¿Qué es este lugar? - pregunta muy asustado Kaname - ¿Mi mujer está en este horrendo y depravado lugar? -

- Pronto llegaremos con tu mujer - le responde Takuma saliendo del salón de juegos por la puerta opuesta a la que habían ingresado

Frente a ambos había un corredor de unos tres metros de ancho y varios de largo. Cada tanto habían puertas de lo que parecían cuartos. A mitad de camino las puertas desaparecieron para dar lugar a cortinas de seda. En ese instante Takuma detuvo su marcha.

- Tu esposa está en la última cortina de seda - le informa el rubio - Supongo que a esta altura ya te imaginarás que hace, así que es tu decisión seguir o no -

- ¿Desde cuándo lo sabes? - pregunta Kaname muy consternado por todo lo que acababa de descubrir

- Desde hace un tiempo -

- ¿Semanas, meses, años?

- Desde que una noche que vine aquí y le quité el antifaz a la mujer con la que tenía sexo en ese momento - responde muy afligido Takuma

- ¡Tuviste sexo con mi esposa! -

- Te juro que no sabía quien era en ese momento -

- ¿Por qué te quedaste callado todo este tiempo? -

- Tenía miedo de lo que pensaras de mí, no es fácil que alguien que no tenga estos gustos nos entienda, la mayoría de la gente que viene aquí lo mantiene en secreto -

- ¿Cuándo fue eso? -

- Hace tres, casi cuatro años - responde Takuma

- Eso quiere decir que mi hijo podría ser tuyo -

- ¡Claro que no! Hana es tuyo... aunque no voy a negar que en un comienzo lo pensé, pero los grupos sanguíneos nuestros son diferentes, así que no hay posibilidad que sea mío - responde Takuma

- Por ahora no quiero pensar en nada más - dice Kaname comenzando a caminar en dirección a donde Yuuki estaba

Takuma se quedó parado mirando a su amigo y como éste al fin descubría lo que era su respetable esposa.

Los gemidos de Yuuki se oían claramente desde el corredor, cada paso que el castaño daba se desilusionaba más y más, pero aunque doliera tenía que enfrentar la verdad.  Cuando finalmente corrió la delgada seda azul encontró a su esposa tumbada de espalda en la cama con las piernas abiertas, mientras Yagari la embestía con fuerza y ella tenía el miembro de Kaito en su boca.

- ¡Eres una sucia perra! - grita Kaname

- Kaname... ¿Qué haces aquí? - dice muy sorprendida la mujer intentando ponerse de pie y cubrir su desnudez

- Eres peor que una prostituta, porque lo haces por mero placer. Me das asco -

- Kaname, amor te lo puedo explicar -

- ¿Qué me vas a explicar? Que no te basta con un esposo, que necesitas estar rodeada de pitos como ahora -

- ¡Kaname, amor! - grita al momento que se acercaba al hombre

- ¿Amor? No me hagas reír. Yo no soy tu amor y me alegro de saberlo, al fin podré librarme de ti -

- Que dices, soy tu esposa - y tomándolo de la chaqueta

- ¡Suéltame! - y dedicándole una fría mirada - No quiero verte a la cara nunca más. Te quiero lejos de mí y de mis hijos - y dando media vuelta - Vuelve con ellos, estoy seguro que para lo único que te quieren es para cogerte, después de todo como persona y mujer no tienes ningún valor -

¿El hombre perfecto?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora