Capítulo 12

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-Eliza, no creo que sea buena subir. De seguro a Gerard no le gustará que lo despiertes.

-¿De qué hablas, Mikey? -sonrió, incrédula- Siempre lo despierto sorpresa y no se enoja.

-Lo sé, pero anoche se durmió tarde -insistió el más joven de los Way, dado que su hermano no estaba solo en el cuarto. Daniela había pasado la noche con él, tal como Katherina.

-Suenas sospechoso, pequeño -se burló.

-¿Qué ocurre? -entró la mamá de los chicos a escena.

-Mikey que no me deja ir a despertar a Gee -sonrió su cuñada, buscando el apoyo de su madre.

-Vamos Mikes -lo tomó del brazo- Deja que Eliza vaya a sorprender a tu hermano -arrastrándolo fuera del camino, ya no podía impedir el desastre.

A cada paso que su cuñada daba escalera arriba, su corazón se desbocaba. Tenía que hacer algo, de lo contrario, más de alguien estaría en problemas. Se safó de su mamá, subió corriendo y empezó a hablar fuerte en el pasillo, más de lo normal, casi exagerado.

Daniela frunció el ceño, escuchaba pasos afuera del cuarto de Gerard y la voz de Mikey, quien conversaba con alguien, con una chica.

-Eliza, pero cómo crees eso… -¿Eliza?

-Mierda -exclamó asustada. Se puso de pie de la cama, desnuda como estaba. Tomó sus pertenencias y corrió a esconderse al baño del cuarto de Gerard, justo cuando la puerta de la habitación se abrió sin previo aviso.

No podía tener tan mala suerte, ¿cómo se suponía que iba a salir de ahí sin que Eliza la notara? Iba a tener que ser paciente, rogar que la novia de su amigo no entrara al baño antes que él.

-Buenos días, cachorrito -escuchó la voz de la engañada, hablándole a Gerard. Le dieron ganas de vomitar, pero se contuvo.

Estuvo al menos 15 minutos escuchando diversas frases románticas entre la pareja, ¿de verdad Gerard la amaba y sus engaños no significaban nada?, o ¿es que tenía el suficiente carácter para no arrugar la frente antes su actos? Quizás qué pasaba realmente por la mente del pelinegro, quizás algún día se atrevería a preguntárselo.

Sus pensamientos fueron interrumpidas por el ruido de la puerta intentando abrirse. Ante el temor que le causaba la situación, sólo logró esconderse detrás de las cortinas de la ducha, casi rezando que no la descubrieran.

-¿Daniela? -susurró despacio Gerard, luego de entrar al baño.

-Acá estoy -suspiró aliviada y corrió la cortina. El deseo se apoderó rápidamente de ella, el mayor estaba frente a ella, completamente desnudo. Ya había probado, dos veces, las maravillas sexuales tenía ese hombre, por lo que una tercera no sería mala idea.

-¿Qué miras? -sonrió, divertido.

-Nada -se avergonzó la joven, desviando la mirada.

-Quiero ducharme -acotó el de ojos verdes.

-Sí, claro -salió de la tina con cuidado -¿Eliza se fue?

-No, está afuera, en el cuarto.

-¿Cómo se supone que saldré?, ¿por la ventana? -preguntó la menor, confundida.

-No, la idea es la siguiente: cogemos en la ducha, salgo a que Eliza me acompañe a desayunar y ahí aprovechas de escapar, no habrán riesgos.

-Claro -estipuló la muchacha casi por costumbre, pues había quedado pensando sólo en una de las frases que le dio Gerard: “cogeremos en la ducha”.

I will never dream of your loveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora