Capítulo ocho

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Marinette se sentó detrás de la caja de la panadería, mientras veía su serie favorita, "The Idiosyncratic".

Era una historia sorprendente ambientada en el año 2347. En una fría mañana de invierno, un misterioso sujeto de pruebas llamado Jack, se encontraba atrapado en el período de tiempo equivocado.

Se sentía aislado y solo, hasta que conoció a Isabella. Una marginada que soñaba con el romance y la aventura. Su amabilidad le llamó inmediatamente la atención, y pronto se hicieron amigos.

Sus diferencias los unieron y acabaron enamorándose. Su amor mutuo se hizo más fuerte cada día, hasta que Jack fue inesperadamente arrastrado a su propio período de tiempo.

La traumática experiencia había debilitado considerablemente su poder, hasta el punto de que podía morir si intentaba volver con Isabella...

Marinette fue arrastrada a un reino lleno de angustia y curiosidad, mientras veía a sus personajes favoritos luchar por su amor eterno. Estaba tan perdida en lo que estaba haciendo, que ni siquiera oyó que se abriera la puerta principal.

—¿Acaso venden algo para reparar un corazón roto?

La azulada volvió al instante a la realidad cuando fue golpeada por esas inesperadas palabras. Su voz estaba impregnada de dolor y fatiga, lo que hizo que Marinette frunciera el ceño con incredulidad.

Su guitarra descansaba sobre su espalda arqueada mientras su cabeza colgaba. No dijo nada, mientras seguía mirando al frente, a las profundidades desconocidas de la desesperación implacable.

El músico solía pasar por aquí después de un largo día y comprar una caja llena de sus pastas favoritas. Parecía disfrutar de la compañía de Marinette, ya que a menudo iniciaba una conversación amistosa sobre todo tipo de temas al azar.

Pero hoy era diferente... Estaba callado y no respondía. Parecía llevar el mundo sobre sus hombros; derrumbándose bajo el peso de tanta decepción.

—¿Perdón? — La chica de ojos azules cuestionó el extraño comportamiento de su amigo.

Sin decir nada, se dio la vuelta, revelando sus tristes ojos azules. Llevaba una capucha oscura que ocultaba su rostro entre las sombras, intentando ocultar su angustia interna.

Marinette estaba desconcertada y no sabía qué decir. Conocía a Luka desde hacía unos tres meses y nunca lo había visto tan derrotado. Se quedó mirando a su amigo con expresión confusa mientras se frotaba las manos.

—¿Luka...? ¿Está todo bien?

Tras un momento de silencio, el adolescente de pelo azul miró a Marinette con ojos apagados. Su habitual sonrisa amable no aparecía por ningún lado. Esto preocupó mucho a Marinette. Se dio cuenta, por la mirada deprimida de sus ojos, de que algo andaba mal.

Se alegró cuando sus ojos se posaron en una pila de sabrosos pasteles. No sabía cómo resolver su problema, pero tenía una buena idea de cómo minimizar sus efectos.

—No te preocupes. No tienes que decírmelo—, le dijo en tono tranquilizador. Le dedicó una dulce sonrisa mientras cogía un donut con glaseado de chocolate.

El joven guitarrista permaneció en silencio mientras observaba a la chica colocar la golosina en un plato. Agradeció que no fuera insistente y que respetara su intimidad. Era amable y parecía entenderle mejor que la mayoría de la gente.

—Toma—, dijo ella mientras le entregaba su tipo de donut favorito. —No puede arreglar un corazón roto, pero te ayudará a sentirte mejor.

—Gracias, Marinette. Te lo agradezco—, le dedicó una sonrisa triste mientras cogía el plato.

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