Mientras su furia inquebrantable seguía intensificándose, Adrien se puso las gafas de sol antes de dar un violento portazo tras de sí.
Este fue el colmo de los colmos.
Respiró profundamente, cerró los ojos durante una fracción de segundo y apretó las manos en puños de rabia insaciable.
Allí, a lo lejos, estaba su archienemiga, Lila Rossi. Estaba apoyada en la pared y miraba su teléfono móvil.
El rubio se quitó rápidamente las gafas antes de clavarle la mirada en la nuca. Podía sentir el vapor salir de sus oídos mientras comenzaba a caminar lentamente hacia su compañera de clase.
Continuó tecleando algo en el aparato, antes de sentir que una presencia poco acogedora se le acercaba por detrás.
La morena giró ligeramente la cabeza para ver de quién se trataba.
Sus suposiciones resultaron ser ciertas cuando unos feroces ojos verdes que parecían arder con fuego demoníaco la miraron fijamente. Sus ojos eran fríos y su rostro carecía de emoción. Estaba tan furioso que tuvo que recordarse a sí mismo que debía respirar.
Adrien apretó la mandíbula, mientras sus manos empezaban a temblar de venganza.
Su labio empezó a temblar cuando sintió que el sudor se deslizaba por su frente. Tuvo la tentación de hacer entrar en razón a su enemigo, pero tuvo que resistirse al impulso.
—¡Adrien Agreste! ¿Qué puedo hacer por ti? — Puso una sonrisa falsa y se guardó el teléfono en el bolsillo.
—¡No te hagas la tonta, Lila! ¡Sabes exactamente por qué estoy aquí! — Alzó la voz mientras golpeaba la palma de la mano contra la pared de ladrillos.
Lila se estremeció ligeramente, pero rápidamente recuperó la compostura.
Lo miró fijamente mientras retrocedía un poco. Todo el comportamiento de Adrien había cambiado por completo, y eso la asustó un poco más de lo esperado.
Normalmente era tranquilo y nunca parecía mostrar sus emociones. Pero esta vez era diferente de alguna manera...
Nada más que el odio puro parecía consumir cada centímetro de todo su ser. La adrenalina que surgió en todo su cuerpo, le dio una sensación de poder desconocido. Se volvió asertivo, y todos sus miedos del pasado parecían haber desaparecido.
La chica de los ojos verde oliva levantó la cabeza hasta que sus miradas se encontraron: —Yo... no sé de qué estás hablando.
—¡Pues deja que te ayude a refrescar la memoria! — Espetó.
Lila puso los ojos en blanco, molesta, y se cruzó de brazos.
Adrien buscó rápidamente su Smartphone, lo desbloqueó y lo giró para que ella pudiera ver la pantalla.
—¡Esto! — Su voz empezó a temblar, y sus ojos empezaron a humedecerse.
Sin saberlo, había cambiado su rabia por un chorro de lágrimas cristalinas, que parecían brillar bajo el sol de la tarde. Ni siquiera se preocupó de secarlas. Simplemente las dejó caer; una a una...
Lila guardó silencio mientras lo miraba sin emoción. Tenía los ojos apagados y la boca seca. Se daba cuenta de que él estaba sufriendo, pero ni siquiera le importaba.
No sintió absolutamente nada. Un vacío sin vida había sustituido inequívocamente el cálido sentimiento de amor y compasión que antes fluía por sus venas.
Ella no era nadie, y nada importaba ya...
Hizo un mohín antes de limitarse a ojear el inquietante post de Instagram.
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Para Ti
RomanceCuando Adrien Agreste se enfrenta a una difícil ruptura, se queda vulnerable y solo. Al no sentir más que dolor y rechazo, construye inconscientemente un muro emocional tan fuerte que nadie puede romperlo. Todo cambia cuando una nueva alumna, Marin...