Capítulo 9

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Segunda parte


—Me alegro de que ya estés bien.

Izuku levanta la vista para mirar a Geten por unos momentos y luego vuelve a mirar a su hijo en brazos, tan pequeño y vulnerable. —Sí. Ya todo vuelve a la normalidad.

No hay nada que lo haga más feliz que esto ahora mismo. Acepta que está totalmente hipnotizado y enamorado de su cachorro. Seis meses después y todavía no puede creer que tenga una familia.

Finalmente.

Ya todo se ha calmado. El crecimiento de Daichi es normal para un bebé prematuro, pero es más pequeño que uno normal, pero a Izuku no le importa, solo quiere asegurarse de que su cachorro crezca y esté todo bien con él.

Cuando el bebé se ha quedado dormido, Izuku lo coloca en la cuna que está en medio de la sala. No es como si lo quisiera, pero no puede evitar quedarse mirando al cachorro.

Solo puede volver a la realidad cuando su amigo le toca la espalda. —Está bien, yo prepararé la comida. —Geten se apoya al otro lado de la cuna para mirar al cachorro también.

—Lo lamento, es que... Todavía no puedo creerlo. Mi cachorro.

—Espera que llegue a los terribles dos años.

Izuku ríe, sus ojos mirando el estómago abultado. —Pronto Kenichi tendrá otro hermanito.

Geten suspira, y rueda los ojos luego de que su hijo se estrelle contra su pierna. —Volver a pasar por los terribles dos años.

—No debe ser tan malo.

Los claros ojos de Geten lo mira con desinterés, él tampoco creía que los dos años fueran terribles, no cuando su propio hijo era tan calmado. —Claro.

Los dos hablan un poco, el tema principal es la preocupación de Izuku con su cachorro, así que aborda a Geten con todas las preguntas que puede.

—Lo más importante es que le des leche materna. Eso es lo más vital. —su mano acaricia su espalda baja luego de agacharse para buscar algunos condimentos. —¿No tienes pimienta?

—Se nos acabó. En verdad, nos hace falta varias cosas.

Izuku se aleja del desayunador y comienza a anotar algunas cosas en una hoja de una pequeña libreta. Cuando Geten se da cuenta, Izuku ya se está preparando para salir.

—No creo que debas salir, sabes que a Shoto no le gusta.

—No debe de enterarse, además, solo iré al mercado.

—Izuku...

—Volveré enseguida. Lo prometo.

No quería escuchar más peros. Así que le cerró la puerta en la cara. Caminó rápido, queriendo poder hacer la compra tan rápido como pudiera para que volver a casa.

—Buenos días, señor Uraraka. —le sonrió tan feliz de volver a verlo.

—Izuku, ¿todo bien?

Asintió, adentrándose a la tienda para tomar las cosas. No duró tanto hasta que solo faltó la rúcula. Amaba las rúculas que tenía Uraraka, siempre frescas.

No se dio cuenta de los pasos, cuando pisó sin querer a alguien.

—Disculpe. —dijo inmediatamente después de tomar el paquete de rúcula.

Entonces deseó no haberlo hecho.

Este hombre, del cual no pudo ver bien su rostro, lo miró con sus ojos profundos y peligrosos. El miedo lo inundó, congelando su espina dorsal y dejando caer el paquete que estaba en sus manos.

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