Capítulo 20

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Cuando Fuyumi llega a casa, sacude su paraguas y se quita el impermeable.

—Ya llegué. —canturrea, pero simplemente ve a Melissa sentada en el sofá, con una venda en el brazo. —¿Qué te pasó?

Se acerca con preocupación, al instante se siente frente a ella en el sofá.

—Daichi me atacó. —admite y Fuyumi no lo puede creer. Daichi es un niño bastante tranquilo, no atacaría a nadie.

Pero antes de que ella diga algo, la puerta se abre, Fuyumi corre enseguida y encuentra a su hermano un poco mojado.

—¿Lo encontraste? —Melissa pregunta con preocupación.

Shouto niega.

—Siento que esto es mi culpa, yo quería forzar a tener una oportunidad con él y pasó esto.

—Pero ¿qué pasó?

Melissa explica lo que pasó y aunque Fuyumi se sorprende completamente, Shouto sabe que puede creerle a Melissa, pero todavía todo esto es una ruleta de emociones para él.

Pero su mente solo está enfocada en encontrar a su cachorro.

Fuyumi le pasa el teléfono, él lo toma, pero ella lo quita antes de que logre tomarlo, cuando la ve, nota una mirada recta en ella.

—Esto se haría más rápido si llamas a Touya.

Se congela. No lo hará.

Fuyumi le ofrece el teléfono, todavía su mirada decidida está ahí.

—Llámalo. Ahora. Sabes que todo se moverá más rápido con él.

Shouto gruñe arrebatándole el teléfono.

***

—¡Te tengo!

—¡No lo dejes escapar!

Touya ríe mientras sus cachorros intentan amarrar sus muñecas detrás de su espalda. El típico juego de la policía y el ladrón.

—Átalo bien, Isamu. ¡Que no escape!

—¡Sí, hermano!

Mientras el cachorro intenta atarlo, Kenichi –el cachorro mayor- toma una venda y la coloca en los ojos de su padre.

—¿Tampoco tengo derecho a ver? ¡Eso es injusto!

El cachorro más pequeño se acerca a Touya y le muerde el mentón.

—No, Kenjiro, no debes hacerle eso. —Kenichi toma al cachorro de tres años y lo retira un poco, pero pronto el pequeño hace un chillido.

El teléfono suena y Geten se encamina a tomarlo. Coloca el auricular en su oreja, pero no escucha bien por el ruido que hay. Sisea para que todos se callen y así poder esuchar.

Segundo después camina hacia Touya, el alfa sonríe cuando la venda es quitada por Geten, pero cuando ve su rostro sabe que no hay algo bueno, especialmente cuando está así de serio.

El juego se acaba cuando se suelta del paupérrimo nudo que Isamu le hizo en la espalda.

—¿Qué pasa? —susurra a Geten. Él solo le da el teléfono.

—Es Shouto.

Touya frunce el ceño, pero toma el teléfono y no tiene que decir más de tres palabras antes que Shouto le explique desesperadamente que su cachorro está desaparecido y que necesita su ayuda.

—Lo encontraré. No te preocupes.

Es lo último que dice antes de tirar el teléfono inalámbrico al sofá.

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