Capítulo 4

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Izuku casi se arrepintió del proceso. Casi.

Su compañero lo acompañó el primer día y fue más doloroso de lo que pensó.

—¿Estás seguro? Si te duele demasiado, podemos parar. —Shoto le había dicho luego de que se acostó en la camilla.

Los grandes ojos verdes lo miraron con una ternura inmensa mientras le sostenía la mano. —Tendremos a nuestro cachorro.

Cuando el aparato entró, el rostro de Izuku se apretó de incomodidad y dolor. Está bien, pensó, no es nada.

Pensó en los huesos que se había roto en la secundaría mientras jugaba fútbol.

Pero ningún hueso roto se comparó con la presión y el dolor que sintió.

Estuvo a punto de rendirse. Especialmente después de ver cómo su compañero sufría por el vínculo que compartían.

Cuatro sesiones a la semana de dos horas, por tres meses. Había dicho el doctor.

Al final de la sesión, no pudo levantarse por el dolor. Los fuertes y acogedores brazos de su compañero lo cargaron en su delirio posdolor. Recordó unos analgésicos que su compañero tomó y un viaje a casa antes de quedarse dormido.

***

La segunda vez que fue, el esposo de su cuñado lo acompañó.

Geten había sido alguien que había conocido en la escuela secundaria y se lo había presentado al hermano mayor de Shoto cuando quiso probar una cita doble después de que su hermano había dicho que nadie podía gustarle enserio.

No fue con la intensión de que algo serio se formara.

Asombrosamente sí pasó.

Geten no era precisamente un omega modelo. Era insolente y algo despectivo.

Según lo que Shoto le había comentado a Izuku, Touya había aceptado salir con Geten solo como reto, aunque según su esposo, Touya había acabado enamorándose de Geten por el inmenso parecido que tenía con su difunta madre.

—No te preocupes. —Geten lo consoló. —El tener un bebé deja de ser genial cuando tienes que levantarte cada hora en la madrugada y el bebé no se calla. Deseas tener la paz que antes tenías.

Izuku ríe. Agradece en lo profundo de su ser tenerlo en estos momentos.

Geten pone los ojos en blanco. —Parece chiste, pero es anécdota.

—Vamos, Kenichi es un amor...

Izuku hace una nota mental para ir con Shoto para comprarle un regalo a su sobrino por su segundo cumpleaños que se aproxima.

—Claro, todos dicen eso. Yo era quién cambiaba los pañales, y pasaba malas noches; el que corrió más de una vez al pediatra. También al que le halaban más el cabello; al que casi se le sale el corazón cuando se tragó una bombilla del árbol de navidad.

Izuku se ríe cuando Geten se rasca de frustración.

—No digas eso. Seguro que Touya...

—No hables de ese bastardo. Quiere tener otro cachorro.

Las risas se apaciguan tan pronto el tratamiento comienza.

Hay gemidos de dolor. Los ojos demasiado apretados tratando de apaciguar el dolor. En su mente está el pensamiento de que tendrá su mayor deseo si puede tener el tratamiento completo.

Geten lo ve, frunciendo el ceño mientras toma su mano. Su empatía a flor de piel mientras todo esto pasa.

***

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