Comenzaba enero y el frío aún la fastidiaba, faltaba poco para volver a clases y era por eso que su padre había decidido tomarse unos días libres y pasarlos con ella.
Siendo sincera era feliz por tenerlo ahí, pero luego de un par de días ya la fastidiaba estar todo el día en casa, hace años había entendido que si salí con su padre en casa le recriminaría eso hasta que algo más captara su atención. Aún así trataba de encontrar algo que hacer juntos para matar el tiempo y era por ello que mientras ella cocinaba la cena su padre revisaba el horno, el olor a pan les levantaba el ánimo, hacia mucho que no pasaban tiempo juntos a solas, sin la presencia de Eliezer o del novio de la castaña. Arile sentía que su papá se sentía feliz en su presencia hasta que mencionó un nombre que la puso de mal humor, porque era lo único que le faltaba, que él también estimara a esa rubia bonita.
—¿Por qué quieres saber? —pregunto a la defensiva alejándose de la estufa, se decía que las emociones se traspasaban a la comida y no quería terminar con una infección estomacal por culpa del enojo que le provocaba escuchar el nombre de Agnes saliendo de todos a los que apreciaba.
Ante la molestia de su hija Joseph se puso feliz. —Me interesa porque parece ser una buena amiga tuya.
Arile bufo y comenzó a mover la sopa que comenzaba a hervir, a la mierda si se enfermaban, se moría de hambre y esperaba que con la boca llena su padre dejara de hacer preguntas tan estúpidas y que no eran de gran interés para nadie.
—Por favor Arile, solo quiero saber más de tu vida —insistió comenzando a perder la paciencia, a veces —casi siempre— le irritaba la intolerancia de su hija sin importar que era igual que él.
Arile no respondió, prefirió evitar una discusión y servir la comida para llevarla a la mesa, pero en cuanto su padre volvió a preguntar se permitió explotar —Si de verdad te importara saber más de mi vida estarías aquí, a mi lado, haciéndome sentir amada —sollozó molesta dejando la comida en la mesa antes de sentarse para intentar contener sus lágrimas. Su padre se acercó a ella intentando tranquilizarla, podía quedarse callada para ya no lastimarlo, pero necesitaba decírselo, no podía ocultarlo más—. Me dolió que mamá se fuera, pero lo que más me dolió fue que tú no estuvieras a mi lado. Ella nos dejó y luego de eso tú también me abandonaste, preferiste el trabajo y sé que tú me mantienes, pero no es justo que siempre estés tan ocupado, que no tengas tiempo para mí. ¿Sabes por qué no podemos aguantar estar tantos días juntos? Porque es tan notoria tu ausencia que ya nos acostumbramos a la soledad.
Joseph se alejo como siempre lo hacía cuando su hija estaba en crisis y no sabía cómo reconfortarla. No sabía si debía abrazarla o ir contra quién la había lastimado, que en ese caso era él, aunque no lo quisiera admitir, en su mente la culpable de sus lágrimas fue la rubia que tanto huía de él, por mencionar su nombre había iniciado aquella discusión.
—Perdóname hija, sé que no he sido el mejor padre del mundo, pero créeme que lo he intentado —respondió con dolor mientras Arile intentaba controlar su llanto. Al ver la oportunidad, Joseph trato de poner la situación a su favor—. No sé que te ha hecho esa chica, pero creo que no es una buena influenza para ti, no deberías juntarte con una prostituta.
El llanto de Arile ceso —¿Cómo sabes eso? —logro preguntar con dificultad, estaba atónita.
Su padre no contesto y eso la alertó, él era policía, seguro un oficial la había visto entrar al club y le había informado a su padre, era la única explicación. Estaba acabada, por eso él había decidido quedarse en casa, para vigilarla y poder reprenderla. Tenía que hacerse la víctima, deslindarse del problema, convencerlo de que Agnes era la mala influencia, si lo hacía podía evitar que se enterara de que ella había arrastrado a Eliezer a ese lugar y que siempre que iba al club era para visitar a Damon.
Nerviosa se mordió el labio inferior y comenzó a jugar con el mantel, comenzó a pestañar fingiendo que luchaba contra las ganas de llorar, después soltó un sollozo y se tapo la cara esperando que él se acercara y cuando al fin lo hizo lo abrazo con fuerza y comenzó a temblar. —Lo siento, de verdad lo siento, yo no quería ir. Te juro que no sabía a dónde me llevaban, yo creí que íbamos a un club normal y no a un lugar como ese. Te juro que no sabía hasta que entramos, me quise ir, pero me daba miedo salir y que me pasara algo.
Su padre la soltó y se alejo para verla mejor, seco sus lágrimas y sonrió mientras no lo veía. Sería tan fácil hacerla creer su versión de la historia.
—¿Así que era verdad, vas a esos lugares a divertirte con desconocidos de una forma tan vulgar? Creí que te había educado mejor, creí que Eliezer era de confianza, jamás me imaginé que ese par de amiguitos tuyos fueran tan malas influencias.
Ella sollozo y negó con la cabeza de forma frenética.
—¡Eliezer no hizo nada! Tratamos de irnos, de verdad, pero Agnes se había quedado las llaves del auto, no nos dejó irnos, nos obligo a quedarnos hasta que terminó su turno y luego nos chantajeó con contar donde estuvimos si Eliezer no la llevaba y recogía todos los días que le tocaba trabajar.
Si mentira fue descarada, ella misma se dio cuenta de ello, pero no quería meter en problemas a Eliezer por muy traidor que fuera. Esperaba que su padre le creyera.
Mientras tanto Joseph meditaba, quería creerle que era verdad, tanto lo quería que decidió convencerse de que no le mentía por muy evidente que fuera. Por eso mismo la abrazo con fuerza y aseguro que le creía.
—Sé que nunca me mentirías y yo tengo la culpa de que esto pasara. Te debo la verdad, por muy dolorosa que sea.
Las lágrimas de Arile cesaron, con disimulo se miró en el espejo más cercano y noto que su maquillaje estaba arruinado. Sin éxito trato de evitar hacer una mueca, tenía mucha curiosidad por lo que su padre tenía por decir.
—¿Qué quieres decirme? —pregunto con seriedad y se regaño por ello, tenía que seguir fingiendo.
Joseph se rasco la nuca avergonzado. —Alguien me dijo que asistías a ese club…—ella asintió tranquilizándolo, si se equivocaba la mentira de ambos se derrumbaría. —Un anoche fui al club a buscarte, estaba muy molesto y realmente esperaba no encontrarte. Una chica se me acercó muy sugerente, una chica rubia.
Arile se tenso furiosa y lo alentó a continuar, ya no trataba de fingir para que su mentira fuera más creíble, le daba lo mismo, solo quería saber en qué terminaba su historia.
Él suspiro y oculto una sonrisa, si Agnes hablaba nadie le creería. —Me avergüenza decir que en primer instancia no la detuve, deje que las cosas avanzaran, pero después me di cuenta de que tenía casi tu edad, me horrorice y aleje, me fui rápido esperando no volver a encontrármela.
—Pero no fue así, ¿verdad? —cuestiono Arile con amargura.
—No, cuando entre a casa en navidad ella estaba ahí y cuando estuvimos solos me chantajeó, me pidió dinero con tal de no contarte. He estado dándole dinero solo para callarla, pero no confío en ella, no confío en que mantendrá su palabra y pondrá la situación a su favor. Quería contrátelo yo porque prefiero que me odies por decir la verdad que por ocultártela.
Ambos callaron, él no trato de disculparse y ella prefirió levantarse con rabia y subir hasta su cuarto, se encerró durante todo el día y solo comió lo que su padre dejo en su puerta. Arile se cuestiono tantas cosas pero ninguna de ellas fue si lo que decía su padre era verdad, le había creído y ahora quería destruir a Agnes sin importar si Eliezer, su mejor amigo, salía perjudicado en el proceso, pero para lograrlo tendría que callarse, fingir que no había ningún problema, averiguar más sobre ella hasta poder destruirla. Tenía que acudir a una falsa amabilidad para evitar que Agnes destruyera a su padre y la vida imperfecta que ambos llevaban pero que era lo único a lo que podía aferrarse para encontrar felicidad fugaz.
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Chica angelical
Chick-LitSin dinero, sin ayuda, con dos padres cuyo matrimonio ha terminado y junto a él cualquier amor que sintieran por ella, Agnes White deberá sumergirse en un mundo de alcohol, música, sexo y dolor con la esperanza de conseguir el dinero suficiente para...