Capítulo XXIII: Rumor has it

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Las vacaciones había terminado sumiéndolos nuevamente en la rutina

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Las vacaciones había terminado sumiéndolos nuevamente en la rutina. Ni Susan ni Miranda habían notado su presencia a lo largo de todo el día, sin embargo los rumores se propagan con tal rapidez que antes de que terminara el día Eliezer ya se había enterado del infierno por el que ambas habían pasado en las vacaciones de invierno. Desde que Arile les recordó a todos las dudas del pasado de ambas chicas estas no podían salir y encontrarse a alguien de la escuela sin que las burlas comenzaran y, por si fuera poco, el padre de Miranda había sufrido un accidente que lo había dejado hospitalizado. Agnes quería acercárseles, apoyarlas y mostrarles que tenían una amiga entre tantas personas que las odiaban, pero temía lo que sucedería, el desprecio en los ojos de ambas era lo que menos quería ver en su primer día de escuela, pero tratar de ignorarlas no era fácil, todo hablaban, todos las veían, todos las juzgaban y por más que tratara de desviar la mirada no podía lograrlo, las extrañaba y deseaba poder recuperar su amistad.

Cuando Agnes y Eliezer comenzaron a encaminarse hacia el estacionamiento las risas comenzaron a sonar en coro mientras los teléfonos comenzaban a sonar alertando sobre un nueva notificación: Un video en vivo que mostraba la reacción furiosa de Miranda al encontrarse con su auto vandalizado. Al ver el video los amigos corrieron hacia Susan que trataba de tranquilizar a su novia, preocupada Agnes trató de acercarse a la pareja mientras Eliezer interrumpía el video tratando de hacer que apagaran las cámaras, al verla Miranda trato de lanzarse hacia ella.

—¡Todo es tu culpa! Tu culpa y la de esa patética amiga tuya —gritaba Miranda mientras Susan bloqueaba su camino hacia Agnes.

—¡Lo siento, realmente lo siento! Yo no quería que nada de esto sucediera. Mir, Su, perdónenme —exclamó la chica tratando de acercarse a ellas hasta que la mano de la castaña la empujó con fuerza hacia atrás.

—¡No te atrevas a decir que lo sientes cuando pudiste evitar que esa chica nos arruinara la vida! ¿Es que no comprendes los problemas que hemos tenido desde que tu amiga abrió la boca? —le grito Susan, la chica que a pesar de haber sufrido tanto estrés no se había dado el lujo de perder la compostura y que al hacerlo asusto a todos los presentes provocando que Miranda dejara atrás sus ganas de pelear y en su lugar se había acercado a abrazarla haciendo que la chica comenzara a llorar en sus brazos. —Solo quiero que esto termine, que nos dejen en paz. ¡Que se callen por un maldito instante y dejen de fastidiar! No quiero ser tu amiga Agnes, no me interesa serlo aunque insistas en que no fue tu culpa, todo esto empezó porque no tuviste la confianza de decirnos lo que realmente pasaba —exclamó mirando a la chica cuyos ojos habían comenzado a lagrimear.

—¿Quieres la verdad? ¡Te diré la verdad!

—No Agnes, aquí no —la interrumpió Eliezer al notar que la gente los miraba expectantes.

—Si no es nada malo debería poder decirlo en lugar de ocultarlo —repuso Miranda con voz queda mientras Agnes se tensaba ante su mirada.

—Si los rumores que cuentan sobre ustedes son mentira deberían poder explicarse en vez de guardar silencio —contestó Eliezer con el ceño fruncido—. Si no pueden hacerlo tal vez lo que dijo Arile no sea por completo mentira.

—Y a ti que te importa si es verdad o mentira, ¡no te incumbe! —dijo Susan a la defensiva tomando con fuerza el brazo de Miranda.

—Me incumbe tan poco como les incumbe a ustedes lo que Agnes haga, si no quiere contarles no tiene la obligación de hacerlo y si hablamos de quien tiene la culpa de los males de la otra entonces ustedes son las culpables de todo lo que le ha pasado a Agnes —. Ante las palabras de Eliezer la rubia lo pellizco y le lanzó una mirada de advertencia, nadie más que ella tenía derecho a decidir su difundir algo o no sobre su vida.

—¿De qué carajos hablas? —pregunto Miranda ofendida por la acusación.

—De nada que les deba importar, pero Eliezer tiene razón, si hay alguien con quien deberían molestarse es con Arile, no conmigo, yo no dije nada en contra de ustedes ¡ni siquiera sé de lo que han estado hablando! —Tras aquellas palabras Agnes avanzo con prisa hacia el carro de su amigo y cuando él por fin le dio alcance y abrió la puerta de auto subió con rapidez—. Por favor conduce, no quiero verlas.

Nervioso el chico arranco el carro mientras la música del radio distraía a Agnes de la discusión que acababan de tener, al avanzar unas cuantas calles Eliezer por fin bajo el volumen de la música y la miro.

—Lo siento, no sé  por qué dije eso o bueno, si sé por qué pero eso no justifica que lo dije.

Agnes lo miró con seriedad y tras unos instantes comenzó a reírse. —Sinceramente creí que les dirías que fue culpa suya que me violaran solo porque termine en el club porque Miranda me dio una dirección cercana a él cuando buscaba trabajo —Eliezer se encogió de hombros y desvio la mirada haciéndola sonreír—. ¿Es enserió?

—¡Lo siento! Sé que mi comportamiento fue muy Arile de mi parte.

—Demasiado diría yo…

—¡Ya lo sé! Es solo que no podía soportar que después de tantas semanas hicieran que te sintieras culpable por algo que tú no pudiste controlar.

—¿Y por eso ibas a hacerlas sentir culpables por algo que ellas no pudieron controlar?

El auto quedó en silencio durante un momento hasta que la risa de Agnes sobresalto a Eliezer que bajaba la velocidad en espera de que se pusiera el alto.

—Sé que no debería hacerme gracia la situación, pero enserio agradezco la intención aunque odie la idea de que por un momento estuvieras a punto de hacer lo que les arruino la vida escolar.

Eliezer le tomo la mano y la apretó por un pequeño instante antes de que el semáforo cambiará de color. —Lo siento mucho.

—Te perdono —la chica le sonrió y apretó su mano de vuelta —. Solo espero que no tengamos que hablar sobre esto nunca más.

☆゚.*・。゚

Aunque la idea era no volver a tocar el tema de lo ocurrido en la escuela a Agnes y Eliezer les fue imposible una vez recibieron la llamada de Arile que les invitaba a su casa a pasar la tarde, al llegar Arile no podía parar de reír y de quedarse por no haber estado presente.

—Es que no lo entiendo, ¿Cómo se atreven a interrumpir la transmisión? Daría lo que fuera para poder ver un video de esa discusión.

Incómoda por la situación Agnes decidió levantarse e ir al baño un momento para poder despejarse dejando a su amigo discutiendo con la chica que insistía en que le contaran más detalles.

—Por cierto Eli, escuché que les dijiste a ese par que ellas tenían la culpa de lo que le había pasado a Agnes, ¿Qué le pasó?

El chico comenzó a pensar en cualquier excusa que pudiera mantener a su amiga lo mas entretenida posible para evitar que le preguntara a Agnes, sin embargo no tuvo oportunidad de hablar ya que la puerta de la casa se abrió ante la llegada de Joseph Darren que animado se acerco a su hija y a su amigo.

—Me da mucho gusto ver que estas acompañada por tu mejor amigo cariño.

—No solo vino él —respondió la castaña con seriedad y señaló las escaleras con la cabeza.

—¡Agnes, ya es tarde y tenemos que irnos! —grito Eliezer a su amiga esperando que la chica bajara lo más pronto posible para evitar el hombre tuviera alguna interacción con ella.

—¿Por qué la prisa? Agnes no tiene que ir a trabajar hoy —comentó la chica prestando completa atención a las reacciones de su amigo que miraba con seriedad a su padre. Era obvio que él sabía lo que había ocurrido y no se lo había contado. —Entonces es cierto.

—Cállate Arile —ordeno Joseph esperando que su mentira no fuera desenmascarada. 

—No padre, no me voy a callar, es obvio que esa zorra le contó lo que pasó y no me lo dijo.

—¿De qué estás hablando? —preguntó una voz proveniente de las escaleras que al divisar a Joseph comenzó a titubear—. ¿Qué ocurre?

—Sabes bien lo que ocurre pequeña zorra —reclamo Arile caminando hacia la chica. —Sé muy bien lo que ocurrió aunque todos ustedes trataran de ocultármelo.

—¡Cállate Arile! Cállate si no sabes de lo que estás hablando —exclamó Eliezer jalándola por el hombro tratando de alejarla de su amiga, ante este acto el padre de la chica tomó al pelirrojo por el brazo y lo apretó con fuerza.

—Voy a pedirte que nunca más vuelvas a tratar a mi hija así, ¿te quedo claro muchacho?

Eliezer se soltó del hombre y camino hacia Agnes que trataba de mantener la calma ante la escena que observaba.

—Nos vamos de aquí Agnes, no pienso tolerarlo ni un minuto más —dijo el chico tomando a la rubia por la muñeca y llevándola consigo hacia la puerta.

—¿¡Enserio vas a escuchar a una prostituta en vez de a tu mejor amiga!? —grito Arile molesta antes de recibir una bofetada por parte de Agnes quien tras golpearla había sido empujada por Joseph y ahora veía desde el suelo como su amigo y el padre de su antigua amiga peleaban sin contenerse.

—¡Te arrestare por agredir a un policía! —amenazó el hombre mientras las chicas los separaban.

—Adelante, ¡Estoy seguro de que les encantará saber que tipo de persona eres!

—Ya basta, por favor —rogaba Arile entre sollozos mientras su padre se recuperaba de los golpes que había recibido—. Sabes lo que pasó. Sabes que fue culpa suya, no de mi padre, ¡de ella!

—¿Fue mi culpa lo que pasó? ¿De verdad crees que yo me busque lo que sucedió? —preguntó Agnes con la voz quebrada mientras la castaña la veía furiosa.

—¿Y de quien si no? Mi padre no quería, tu lo obligarte y luego lo culpaste, lo torturaste con la idea de hacer que lo odiara por algo que tú iniciaste.

Agnes la miro impactada al ver en la mirada de la chica que ella jamás le creería la verdad sobre aquella noche, tal vez nadie jamás lo haría, tal vez todos la culparían pero por primera vez hablo sobre aquella noche totalmente convencida de que ella era inocente, que podía gritarlo al mundo sin importarle lo que los demás pensaran y con esa idea en mente se acercó lentamente a la chica y la encaro.

—¿Enserio crees que fue culpa mía que él me violara, que me lastimara, que me engañarán y obligaran a hacer algo que no quería? —la casa entera se quedó enmudecida al escucharla decirlo, pero el silencio no le importo, no la incómodo, solo la impulso a seguir hablando—. Escúchame bien, no me importa si me crees, no me importa si nadie lo hace, no quiero volver a saber nada de ninguno de los dos, solo quiero paz ¿es mucho pedir que me den un segundo de paz sin tener que recordar lo que me hizo tu padre aquella noche?

Mientras Joseph trata de recuperarse de la sorpresa Arile se acercaba a la chica con los ojos rojos y las lágrimas recorriendo sus mejillas que mostraban una cruel sonrisa.

—¿De verdad crees que algún día podrás convencerte de que eres inocente? —la tomo con fuerza del brazo clavándole las uñas mientras se acercaba a su rostro—. Eres una puta, de no haber fingido que no lo recordaba seguramente me habrías chantajeado como lo hiciste con él, pero créeme cariño, por más que lo intentes nadie va a creerte una vez sepan los vestidos pequeños que usas en un prostíbulo por la madrugada. ¿Crees que no llegarán a la misma conclusión que yo? Eres una zorra que finge ser frágil pero que en realidad eres tan fácil de llevar a la cama.

Agnes se soltó con fuerza de su agarre y camino a paso veloz hacia la puerta, haciéndose pequeña al pasar entre Joseph y Eliezer que recuperaban el aliento con dificultad, una vez salió de la casa echo a correr sin importarle el frío invernal que la hacía temblar.
En cuanto la vieron salir Eliezer corrió detrás de ella, no sin antes ver con asco a quien alguna vez consideró su mejor amiga. Al verlo irse Arile supo que nunca más volverían a hablar como solían hacerlo, había perdido a su único amigo, se había quedado sola con un hombre a quien podía defender en público pero que en privado no podía evitar aborrecer pues ya fuera verdad o mentira lo que su padre le contara ella no se creía capaz de perdonarle.

Ignorando su presencia Arile subió a su habitación y cerró la puerta con violencia, se encargo de romper cada cosa que se cruzaba en su camino y que le recordaba a Eliezer y una vez estuvo frente al espejo la ira encontró un nuevo objetivo al vislumbrar la marca roja que permanecería en su mejilla durante un par de días. Tenía que darle una lección, tenía que demostrarle quien mandaba antes de que intentara buscar a alguien que creyera su historia y le terminara de arruinar la vida si es que aquello era posible. Sin importarle las posibles consecuencias abrió su computadora y entró al grupo de Facebook de la universidad, con impotencia escribió los secretos de la chica que se había atrevido a invadir su vida, los secretos de una chica angelical.

Chica angelical Donde viven las historias. Descúbrelo ahora