Capítulo 4: El negocio de los secretos.

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Capítulo 4: El negocio de los secretos.





Despertaba entre lapsos de tiempo confusos, demasiado difusos como para pensar. Cerraba los ojos y los volvía a abrir, de pronto el techo daba vueltas y era difícil concentrarse en algo. Y luego dolía, dolía como una maldita desgraciada. Apretaba los dientes hasta el punto de amenazar con agrietarlos. Buscaba más opio y lo fumaba. Todo se repetía.

Sabía que tenía fiebre. Estaba sudando tanto que me ardían los ojos. Era molesto.

Tenía que bajar la temperatura o no sobreviviría.

Logre arrastrarme al baño, gruñendo por las repentinas pulsadas en mi abdomen. Era como si me arrancaran la carne pedazo a pedazo. Sudaba aún más por el esfuerzo, quería tirarme al suelo y descansar. La ira era lo único que me mantenía caminando. Gotas de sudor caían por mi mentón, solo sudor.

Ese hijo de perra, si tan solo le hubiera disparado. Ni siquiera se molestó en revisar si estaba muerta, solo lo asumió porque debí parecerle patética, una omega, esos infelices son frágiles. ¡Le mostraría lo que se merece por hacerme esto! Ni siquiera quería pensar en la cicatriz que quedaría si sobrevivía, esa horrenda cosa marcando mi cuerpo.

Abrí la ducha y me deje empapar hasta los huesos. Cuando sentí que la fiebre se estabilizaba, salí y me cambie. No quería morirme también de hipotermia. Fui a la cocina y tome una barra de pan, también leche. Lo lleve todo a la cama y comí de a poco. No había mucho más por hacer.

Desinfecte y coci las heridas tanto como pude, también las cauterice por si acaso, y luego lo vende. No sabía si algún órgano o cosa importante había sido comprometida, no podía ir a un hospital, demasiado lejos, demasiadas preguntas, muchos problemas. Eso pasa cuando empiezas a trabajar con la mafia, una suerte. Solo me quedaba cruzar los dedos y rogar por no morir en los próximos días. Ya iban dos.

Por suerte siempre soy precavida, planeo para el futuro. Llene ese botiquín de tantas cosas como vi útiles en caso de que necesitara curar a alguien, ¡No pensé que a mí misma! Ahora respeto mucho más a los héroes de las películas de acción que solo tienen alcohol y un cuchillo para sacarse la bala. Yo por lo menos tenía opio, un regalo del jefe. No planeaba usarlo porque cuerpo sano, belleza duradera. Pero ahora lo agradecía, ayudaba con lo peor del dolor.

Fume un poco más. Este era el peor viaje de drogas de la vida.

Seguí durmiendo. No podía hacer mucho más que eso, y pensar, pensaba mucho.

Entonces un día escuche la puerta y el sofá ser empujados, pasos seguidos del resonar de un bastón. La cabeza llena de canas de sal de Dio apareció a la vista. Pareció sorprendido de verme, no sé si de verme como tal, o si de verme viva.

"Te ves horrible" dijo mirando las vendas, rastros de comida, y el desastre en general en la habitación, yo en el centro "Pensé en echar un vistazo por si estabas haciéndote la lista al ignorarme. Puede que no te asesine hoy, parece que intentaron adelantarse"

Rodee los ojos. Aún estaba demasiado cansada como para moverme "Y yo pensaba que solo querías verme"

"¿Hace cuánto fue?"

"¿Qué día es?"

"¿Así de mal?" arqueo una ceja. Resople. Así de mal.

Dio sonrió. Estaba a punto de decir algo que creía inteligente cuando se detuvo. Sus ojos se abrieron más "Eres pelirroja"

"Y tú no eres azul. Vaya, nuestros ojos funciona bien. Una lástima para los vendedores de anteojos"

Dio arrugo la boca "Veo que eres el doble de sarcástica hoy"

La villana es una narcisistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora